Ya lo dije, hace un tiempo, el “sí o sí, o dejo de llamarme Alejandro Toledo”, podía parecer al comienzo una pésima postura para negociar. Pero luego se descubrió que es pura incapacidad para decirle no al gigante. Es decir la quinta esencia del toledismo, si algo como eso puede llegar a clasificarse.
Pero hay personas más refinadas que tienen su manera de afiliarse al sí o sí, sin reconocerlo:
(1) Los cínicos que dicen que en vista que no sabemos exactamente el estado de la negociación, porque el gobierno se ha negado a dar esa información oficial al país y se la ha mezquinado al Congreso, no habría motivo para asegurar que el TLC vaya a ser tan malo como se dice. Claro que el presidente ha ido a conversar con funcionarios y parlamentarios gringos que no sólo saben en qué anda la cosa, sino también se han enterado de lo que se propone y ofrece la parte peruana (no habría otra manera de convencerlos). Pero eso es lo de menos. En el Perú, todas las versiones que circulan, incluidas las de declaraciones de los propios funcionarios que participan de las rondas y los despachos de los medios pro-TLC, indican que la inflexibilidad yanqui no permite ningún avance. Es decir que a pesar de las flexibilidades de nuestros gobiernos (Perú, Colombia y Ecuador), no sacamos nada a la otra parte. Pero justamente por ello es que hay quienes creen que se debe firmar, antes que se despeje la confusión.
(2) Los relacionados que dicen que ellos saben que la negociación ha sido buena, porque hablan con ministros y negociadores. ¿Qué cosa es buena y qué es mala de acuerdo a esta mirada? Ahí está el detalle. Un exportador que piensa que al final se conseguirá que sus productos entren sin aranceles y un importador que trae fibra para venderle a textileros peruanos, compitiendo con la producción nacional, no necesitan más datos que saber que el gobierno está favoreciéndolos en la negociación para saberse contentos. Así que para ellos –igual que a Toledo-, la negociación debe acabar ahora, antes que EEUU se desanime y los negocios de estos señores se vean afectados. Los demás, qué importan.
(3) Los que pintan de realistas y dicen que no será una maravilla, pero peor sería sin TLC, porque el próximo año se acaba el ATPDEA, otorgado por EEUU, que permite la entrada de una lista de productos a ese mercado sin aranceles. Estos son los que piensan que las ventajas otorgadas a los países productores de coca eran un regalo yanqui, y que las reducciones forzadas de cocales son nada, ya que los productores no existen, o no los vemos. Estados Unidos entonces se retira de ATPDEA porque su generosidad tiene un plazo, y si queremos conservar el caramelo ahora sí debemos devolverles el favor entregando lo que ellos nos piden. Por supuesto que con el fin de ATPDEA no termina el mundo. Muchos países, más pobres que el Perú, no tienen este “beneficio” y no arman su estrategia de desarrollo sobre la base una discutible bondad estadounidense.. Hasta el 94, el Perú tampoco lo tenía. Y la situación para la mayoría del país no es muy diferente Y si se tratara de renegociarlo, ¿por qué no plantearlo?, como lo acaba de hacer Bolivia.
(4) Los geopolíticos que declaran que como Chile ya firmó y Colombia de todas maneras firmará, que el Perú no lo haga nos dejará fuera de competencia en el mercado yanqui. Pero para que esto fuera cierto habría primero que discernir en qué productos somos competitivos con esos países en el mercado yanqui. Y realmente es bien poco. Tengo la impresión que en lo que se compite realmente es en la atención que cada uno de nuestros países puede recibir del gigante y la ilusión de que eso trae inversiones (como si las inversiones no fueran detrás de los recursos naturales). El otro tema es que si Chile o México firmaron, hay otros como Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay, que no van a firmar, y no hay base para decir que les va a ir peor que los que lo hicieron. Finalmente en lo de Colombia nadie puede decir nada. Es igual que aquí. A la gente le hacen creer que el Perú de todas manera va a entrar y que si Colombia se queda al margen perderá el tren norteamericano de la historia. Lo que resalta que el problema es que los latinoamericanos han sido divididos una vez más en función de los intereses del imperio, con la complicidad de muchos de sus gobiernos.
(5) Los que sostienen relajados que este es un simple acuerdo de comercio como cualquier otro, que mientras más vendamos fuera, mayor empleo habrá adentro. Y lo que al Perú le favorecería es tener el mayor número de tratados para abrir sus mercados porque así estaría asociado a lo más dinámico de la economía global. Pero incurren en distracción imperdonable al confundir comercio con TLC. Porque debería ser bienvenido todo espacio ganado en otros mercados, mientras más diversos mejor, mientras más complementarios mejor, y mientras más estimuladores de las pequeñas iniciativas de negocio innovadoras que están en ascenso en el país, mucho mejor. Pero eso no es lo mismo que enfocar el centro de la política gubernamental y las expectativas de crecimiento del país en los próximos años, en la llegada de productos peruanos a los Estados Unidos, como se está haciendo actualmente, y en entregar a cambio: derechos ampliados de inversión, propiedad intelectual, protección de ganancias, renuncia de soberanía judicial, mercado de alimentos básicos, mercado de medicinas, autonomía cultural, etc., como se hace con el TLC. Eso no es un simple acuerdo comercial, es someter al país a la ley económica de los EEUU, pactando los puntos que los países del sur subdesarrollado vienen peleando heroicamente en e marco de OMC.
25.09.05
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