lunes, julio 31, 2006

El gas de Aldo M.

El monje loco
Un dinosaurio austrotrostko que pulula por la web ha salido a chantar temerariamente supuestos seudónimos (¿?). Debe estar loco o fumado. En todo caso, aquí se habla de frente, estimado gallinazo, vienés y fresco. Es que siempre los trotskos fueron los nerds excéntricos de la izquierda...

Chiquitas, diario “Correo” 5 de julio de 2005

I

Como siempre, el director de “Correo” empieza hablando de gas y termina atragantándose de adjetivos.

Culpó a Carlos Malpica, Daniel Estrada y otros de haber impedido el inicio de las obras de Camisea en 1988, intimidando al intimidable de Alan García.

Como si los libros e investigaciones del primero, y los discursos inflamados del segundo en la plaza del Cusco, hubieran decidido el gobierno del Perú en los 80.

Y se calló en diez mil idiomas sobre porqué el gobierno de Fujimori (“que se malogró porque se hizo populista en 1998 …”, según otra de sus historias de consolación), fracasó una década después en firmar el contrato con la misma Shell, cuando Malpica ya estaba muerto y la izquierda se había reducido a su mínima expresión.

De eso tenía que hablar, si es que gallinita habla realmente de frente, como dice.

Pero no.

Como ocurrió con el asunto de la privatización del agua se salió por la tangente. Y ahora deberíamos responderle sobre dinosaurios, trotskismos y nerds excéntricos, porque se le ocurre. Que no joda.

II

El domingo último, Aldo M., bajo los efluvios de su más grande triunfo: “conseguir con algunos titulares que baje el precio del balón de gas licuado de petróleo, sin tener que bloquear una carretera o hacer una huelga”; se sintió en la obligación de atacar a la izquierda por uno de sus peores pecados, haberse opuesto al contrato con la Shell a finales de la década del 80.

De esta manera podía decir que él crítica a las transnacionales cuando se debe, y que además se da el lujo de pasar factura a la izquierda que friega los contratos y luego denuncia que no se cumplen.

Por eso no los trago, dijo con profunda filosofía, al cerrar su nota denominada: “Camisea: lo que nos costó la izquierda en 1988”.

Pero en paralelo con la edición del diario, circuló en la web una reproducción de la misma columna a cargo de un supuesto Rodrigo Quevedo, con el título de “Excremento rojo jodió al Perú en 1988”, en el mejor estilo de Andrés Bedoya Ugarteche.

Y Aldo M., chilla que ese no es él, sino uno que lo piratea. Qué va. Alguien de su nivel ocupándose de los artículos que pululan en la red. Y escribiendo respuestas de un día para otro para responder tonteras de trostkos dinosaúricos. Jamás. Ni loco ni fumado, que el chico sabe lo que significa.

III

Humberto Campodónico, otro de los dinosaurios excéntricos que saca roncha a Aldo M., reveló hace algunas semanas el misterio del precio del gas que se distribuye en galones para uso doméstico.

A pesar que hace meses que se viene exportando el gas a otros países por el excedente que genera Camisea, los cándidos peruanos seguíamos pagando como si se tratara de un producto importado. El saldo era que el margen de Pluspetrol al vender internamente era superior al que obtenía por exportación.

De este análisis impecable salía una doble conclusión: (a) que el gobierno y las reguladoras están pintadas en la pared, y las trasnacionales pueden estarnos estafando de la manera más grosera hasta que alguien se atreva a denunciarlas; (b) que el “efecto Camisea”, no tiene nada de automático, y el aumento de la oferta de gas licuado y la introducción del gas natural no garantizan nada respecto a los precios monopólicos.

Aunque no lo digan, la denuncia de Campodónico, originó poco a poco la campaña para que el gas licuado baje de precio, “siquiera un poco”. Y lo que se logró es que el gobierno quitara los impuestos al producto, las distribuidoras ajustaran su margen, para que, por fin, el consorcio Camisea, liderado por Pluspetrol, aceptara ponerse al nivel en que vende el producto al exterior. Léase bien, no al costo de producirlo en el Perú, con un margen razonable de utilidad, sino al de especulación internacional (antes estábamos encima de eso).

Ahora esta pequeña victoria la reclaman La República, Waisman, del Castillo. Y por supuesto, Aldo M., que por primera vez hizo algo bueno, pero, fiel a su estilo, exagera el resultado, niega a los otros, y emprende una subcampaña contra la izquierda, Mohme, el vicepresidente, el APRA, para que no lo vayan confundir.

IV

Así como ha bajado el gas, puede bajar el precio del arroz, del azúcar y de no sabemos cuántos productos agropecuarios más, es la nueva campaña de “Correo”. Con más titulares de prensa lograremos el milagro de abaratar la vida a los peruanos. Y de dejar sin mercado a los productores agrarios nacionales y tragarnos los excedentes subsidiados de Estados Unidos y otros países.

Lo malo de Aldo M., es que se le nota la intención fácilmente.

Los productores agropecuarios no están sacando riquezas del fondo de la tierra, alterando la vida de los que estaban en el sitio mucho antes que lleguen las mineras y petroleras, para dejar luego un hueco vacío junto a la vieja y a la renovada pobreza, que es la fuente de los conflictos nacionales.

Ellos nos están alimentando y dando uso a la tierra productiva, habiendo logrado conquistar, después de mucha puja con los gobiernos, protecciones en frontera que permiten reducir las distorsiones del mercado internacional.

Eso es lo que quieren traerse abajo con el TLC y a lo que contribuye la nueva campaña de “Correo” dirigido por Aldo M.

V

Hablemos algo de la forma como las transnacionales construyen mercado en el Perú:

Pluspetrol, logró del Estado una cláusula que prohíbe construir nuevas hidroeléctricas que pudieran aumentar la oferta energética y afectar sus precios de venta en el país. Pero apenas surge la idea de venta rápida, a través de un gaseoducto para exportar a Chile, se empiezan a ajustar los planes para liquidar las reservas al más corto plazo, no importando lo que vaya a pasar con la gente que se enganche al nuevo sistema.

Es lo mismo que pasa en el aeropuerto donde LAP, ha eliminado legalmente cualquier competencia con un contrato que no permite construir nuevos terminales a 150 kilómetros a la redonda de la capital, a pesar que se están retrasando las obras de construcción de la nueva pista y que el Jorge Chávez está metido cada vez más incómodamente en la zona urbana.

Telefónica recibió en el contrato de privatización condiciones explícitas de monopolio para poder recuperar su inversión inicial (compra al Estado), que equivalía a autorizarla a extraerla del lomo de los usuarios. A las eléctricas les ordenaron no concentrar más de un porcentaje de la potencia eléctrica del país para evitar posiciones dominantes y para eso descuartizaron Electroperú, pero ya hay dos empresas extranjeras que superan el tope legal (Endesa de España y Tractebel de Bélgica), pero funcionamos de lo más tranquilos.

Lo mismo quiso hacerse en hidrocarburos, pero Repsol-IPF, asociados internacionalmente con Pluspetrol tienen actualmente un dominio mucho mayor al que tenía la IPC hace 40 años. Y están detrás de la venta de la refinería de Talara y la desaparición de lo que queda de Petroperú, con el apoyo entusiasta de Aldo M., para acrecentar su control sobre los precios.

En agua potable, la derecha económica, política y periodística, con Aldo M. en la pelotera, promueven la privatización, a sabiendas de estar alentando el más odioso e incontrolable monopolio, que impondrá sus condiciones a partir del producto más sensible de todos.

Cuando el agua cueste lo de Chile, o los montos que desataron las revueltas de Cochabamba, Tucumán y El Alto: ¿promoverá Aldo M., una mesa del gobierno, el congreso, la transnacional y los minoristas, para bajar un poquito el precio?

VI

En el 2004, me invitaron al programa de César Hildebrant, para debatir sobre el TLC y me informaron que el otro invitado era Aldo M., que entonces era subdirector del diario “Expreso” y todavía no se hacía entrevistar “en su despacho”, como empezó a hacer cuando llegó a “Correo”.

Horas más tarde la productora del programa se comunicó conmigo para decir que el susodicho se retractaba de participar y que había recomendado al importador algodonero, Gonzalo Prialé, para que lo reemplace. Acepté de cualquier modo, aunque es siempre difícil calibrar la seriedad analítica de las ideas de alguien que tiene intereses muy concretos en el tratamiento de un problema.

Este año se repitió el asunto con una invitación de radio San Borja, que es lo que motivó la lapidaria frase: “no gasto pólvora en gallinazo”; no la gasto, por supuesto, cuando me puede contestar. Pero como buena gallina insulto desde “mi periódico”, sin dar oportunidad a la contestación.

Querido Aldo, ya van varias veces que te recomiendo, si quieres que la gente entienda tus columnas y las chiquitas que escribes en los taxis, publica la opinión contraria. No hables de lo que dice en la web Percy Aquino, que los lectores que le quedan a “Correo” probablemente no conocen y no te vaciles en ironizarlo, que nadie te entiende. Lo mismo has con el trotsko misterioso, vienés y fresco, al que dedicas tanta tinta.

Sólo así te podrán creer que en tu diario se habla de frente. Cara a cara, es decir.

Si no haces eso: ¿con qué derecho te quejas que otros te veten en su programa?

VII

Evidentemente Aldo M., no sabe nada de Trotski, de trotskos y trotskismo. Y yo no voy a ser quién le enseñe a estas alturas.

Debe ser que el nombre con la t, la s y la k, de la palabra rusa, le parece rarísimo, kirsch, o qué se yo. Por eso tanta insistencia en la excentricidad.

Pero yo he estado trabajando desde hace tiempo, quizás antes que naciera Aldo, que tiene complejo de chiquito, en temas de interés nacional: agricultura, petróleo, minería, pesca, agua potable, aviación civil, privatizaciones, modelo exportador, TLC, deuda externa, microempresas, microcrédito, descentralización, presupuesto participativos, corrupción, etc.

Y cada una de mis investigaciones está plasmada en libros y una larga lista de ensayos y artículos periodísticos.

No sé que tenga de excéntrico todo esto. Y téngalo, todos bien por seguro, no me los dicta ninguna internacional trotskista ni maoísta, ni tampoco neoliberal, fondomonetarista, privatista, etc., que también existen.

Escribo lo que escribo porque creo en las posibilidades de mi país. Que no es lo mismo que gritar si podemos, cuando los únicos que pueden son las transnacionales mineras y de servicios, y las empresas y medios relacionados con ellos.

Por eso es además que enfrento la intención insana de manchar la memoria de los peruanos que defendieron la soberanía y el patrimonio nacional.

06.07.05

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