El titular de El Comercio del viernes, resume la situación
con las siguientes palabras: “Humala provoca ruptura de diálogo con tres
partidos”.
Se refería al anuncio casi simultáneo del APRA, Perú Posible
y el fujimorismo de dejar de asistir a las reuniones con el premier Jiménez,
usando como argumento las declaraciones del presidente ante la radio el 1 de
octubre.
¿Qué había dicho Humala?
(1) Que
se había usado un amparo para desprestigiar una investigación;
(2) Que
no había hecho ningún pacto de inpunidad;
(3) Que
el expresidente preso tiene las mismas libertades que otros prisioneros pero no
tiene corona.
Poco antes, García había dicho que Humala era más confuso
que Cantinflas, en el asunto Conga, y que la campana que había hecho sonar en
Nueva York debía traerla a Lima para despertar a su gobierno.
Fujimori había empezado una campaña por twitter picando a
Ollanta y Nadine, y su hija había dicho que Ollanta no hable de economía porque
no sabe.
Todo se entendía como que cada quién mantenía sus posiciones
y discrepancias a pesar de los intentos de Jiménez por disolverlas en caramelo.
La defensa legal de los aludidos además iba por el camino
que cada quién había fijado: García tratando de explotar el amparo conseguido
ante la Megacomisión; Toledo evitando nuevas declaraciones que pudiesen aumentar
el enredo en que se encuentra metido; Fujimori ensayando el pedido de prisión
domiciliaria como alternativa al indulto.
Es obvio que el país está pagando un alto precio de imagen
internacional al tener a sus tres expresidentes en líos con la Justicia, pero
el mayor daño es el que se produce en la credibilidad del sistema.
Pero por sugerir que este es un grave problema, los partidos
dedicados a full time a los asuntos penales de sus líderes, se han declarado
ofendidos y como tenían en la mano la invitación al diálogo, decidieron
romperla, para permitirle a Fritz Du Bois lanzar una de las suyas.
Cada cosa que hace Humala trae consecuencias: si piensa en
Repsol, se cae la confianza empresarial; si habla de la crisis internacional,
crea una crisis interna; si lamenta el resquebrajamiento moral de la política,
hace volar el diálogo.
¿Será verdad?
Vamos a ser sinceros. El APRA y el fujimorismo siempre
vieron al diálogo como un abrazo del oso del que querían separarse con
cualquier pretexto. Perú Posible no pudo siquiera armar una política por estar
ocupado del caso Ecoteva.
Ahora los tres están diciendo que el presidente debía callar
sobre lo que todo el mundo está constatando. Es decir: el diálogo como
taparrabos de la corrupción.
La aparatosa propuesta del APRA (incluido sus técnicos), los
discursos de Yoshiyama y Thais, se han quedado en el aire, ante las necesidades
de los partidos que trabajan para la impunidad.
06.10.13
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