En las elecciones del 2006, la “candidata de los ricos”,
según frase de Alan García, fue Lourdes Flores. La misma que había sido
ovacionada de pie en el CADE de noviembre del 2005 cuando dijo que no había que
cambiar la Constitución fujimorista de 1993. Toda la prensa conservadora estaba
segura que había llegado el turno a la heredera de Bedoya Reyes y que tener al
frente a AGP era una ventaja decisiva.
Las encuestas decían que un 70% de los peruanos, nunca
volverían a votar por el líder aprista, reputado por haber dirigido el que
consensualmente se consideraba el peor gobierno de nuestra historia. Sin
embargo, el plan se frustró por la aparición de Humala, que estaba fuera de
todo cálculo, y por el descenso de Flores que favoreció el voto duro de García,
que con un poco de maña llegó a segunda vuelta, aparentando un tercerismo
(cambio responsable), con el que ganó las elecciones, para luego correrse a la
extrema derecha.
En el 2011, Toledo trataba de ocupar un espacio más ancho
que el de Flores, cinco años antes, y expresar a un gran centro:
centroizquierda, centroderecha y centrocentro, lo que lo colocó adelante en las
encuestas en las primeras semanas de la disputa y le permitió simular lo que
García había simulado para su victoria del 2006. Sien embargo, otra vez, el
proyecto que se juzgaba ganador y tenía el favor de los medios, se cayó antes
de las definiciones finales. Por el lado derecho Toledo perdió apoyo a favor de
PPK y por la izquierda en beneficio de Humala.
En las semanas previas a la primera vuelta, el escenario se
polarizó entre un Humala que ocupaba el flanco izquierdo y el fujimorismo que,
a la manera del APRA, tenía el suficiente voto duro como para aprovechar el
desinfle del candidato principal y su disgregación en varias alternativas. La
oferta de ese año desafió la tesis clásica de que en el Perú siempre se vota al
centro y que sería el dato de la elección de Toledo el 2001 y García el 2006.
Claro que podría discutirse los casos de Fujimori el 90, contra Vargas Llosa, y
Toledo, el 2000, contra Fujimori, para ver que eso del centrismo es por lo
menos discutible.
Pero lo cierto es que después de la juramentación de Humala
y la traición al movimiento que lo condujo al poder, en el país ha aparecido
una discusión sobre conservadorismo que antes no estaba presente o se ocultaba
muy bien. Hoy, por ejemplo, el APRA de García puede acudir al diálogo con
Jiménez poniendo como primer punto de su propuesta que el modelo económico no
debe ser cambiado, y Fritz Du Bois puede hablar de una operación política de
concentración mediática para que los conservadores se aseguren el poder. ¿Tiene
esto algo que ver con la conducta electoral de los peruanos de los últimos 30
años?
19.10.13
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