Esta semana informaron de la muerte de otro dirigente de
construcción civil en el Callao. Y la noticia, por ser tan repetida, parece ya
no tener demasiado efecto entre los que la reciben. Este año deben ser unos
cinco muertos adicionales a las listas de dirigentes acribillados en este
sector económico, incluido el exconsejero de Ancash, Ezequiel Nolasco, cuyo
caso ha adquirido notoriedad por otras razones, pero que probablemente cayó
atacado en el marco de las violentas rencillas entre diversas organizaciones
que se disputan el control de las obras y de cupos de las constructoras.
En un estudio que hace la Federación Nacional de
Construcción Civil, se consignan nueve casos de dirigentes asesinado en el
tramo entre 2011 y 2013. Entre ellos hay seis secretarios generales
departamentales o provinciales, dos secretarios de organización y uno de
disciplina. Dos pertenecían a la filial del Callao, tres al norte chico (Paramonga-Barranca),
tres a Lambayeque y uno a Cañete. Esto sin contar ingenieros y gestores de
obras; civiles alcanzados por la
violencia; y miembros de las bandas que se matan entre sí. Se calcula que en
los últimos tres años deben haber muerto unas 50 personas por la guerra de la
construcción civil.
Y no pasa nada. Hace años que en las investigaciones que
realizamos en este diario dimos cuenta de las operaciones de la banda de “cholo
Jacinto” en el Callao, cuya variedad de actividades comenzaba en colocar sus
matones en las obras asegurándoles la chamba y el pago de una “participación” a
los cabecillas y si el exigido se resistía le destruían lo construido. Poco a
poco, la banda fue sustituida por el “sindicato” que ya era una forma “legal”
para las extorsiones. En el gobierno de Alan García se logró una sombrilla
estatal para la proliferación de estas organizaciones. Los bandidos además
pasaron de los cupos de trabajo al cobro de altas comisiones sobre el precio de
las obras.
Pero además, estos grupos se desplazaban muy fácilmente de
la construcción a la destrucción, participando en desalojos bajo contrata de la
parte con dinero, en los casos en que la gente se resistía a dejar sus
viviendas. En las zonas agrícolas del Callao, destruían las casas y los predios
de los agricultores y los expulsaban con sus familias, si no aceptaban irse por
un pequeño pago que les ofrecían las inmobiliarias. Autoridades como Kuori en
el Callao, y otras en el resto del país, tomaron plena consciencia de lo que
estaba pasando y se adaptaron a ello. Mejor era reclutar esta fuerza de choque
que enfrentarse a ella. Pero el mal iba a crecer como una inmensa mancha de
aceite.
Los sindicatos delincuenciales, asociados con autoridades y
grupos de interés, son una manifestación del tipo de modernidad que estamos
alcanzando. Esa que El Comercio alaba todos los días y exige que nadie se meta
con ella.
23.05.14
1 comentario:
Nada de “anónimo”, soy Ambrosio
Wiener se las ingenia para culpar a El Comercio –su actual malo favorito- de las muertes tipo “ajustes de cuentas” de los sindicalistas mafiosos, tíos que tienen el negocio del “sindicalismo”, cuyas manitas de señoritos no se han manchado de cemento, o tocado un ladrillo, en años. No puede con su genio, don Raúl; no descansa en su patología diseminar supersticiones, las que torcidamente maquilla como “luchas anticorrupción”. “Sindicatos de destrucción civil” lo escribe don Raúl Wiener, el compañero de carpeta de don Mario Huamán Rivera, el capo mafia dueño de la CGTP. ¿Puede haber alguien más sinvergüenza que el “sindicalista” Huamán? ¿Cuántos años este tío es dueño y señor de la CGTP? Las elecciones en la CGTP parecen las de Nicolae Ceaușescu, de la Rumanía comunista: Ceaușescu las ganaba por más del 101% de los votos.
Sindicatos, huelgas, libre asociación, gremios son parte de nuestra civilización y democracia. Instituciones importantes que sirven no solamente a sus afiliados, enriquecen el debate y contribuyen a la nación. Estas instituciones, por si no lo saben, no existen en el modelo país que don Raúl propone, donde las libertades no existen y el Partido es dueño de todo. ¿Cuándo fue la última vez que hubo una huelga en Cuba, que no sea la de hambre de los presos políticos? No las hay.
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