viernes, mayo 23, 2014

Sindicatos de destrucción civil

Esta semana informaron de la muerte de otro dirigente de construcción civil en el Callao. Y la noticia, por ser tan repetida, parece ya no tener demasiado efecto entre los que la reciben. Este año deben ser unos cinco muertos adicionales a las listas de dirigentes acribillados en este sector económico, incluido el exconsejero de Ancash, Ezequiel Nolasco, cuyo caso ha adquirido notoriedad por otras razones, pero que probablemente cayó atacado en el marco de las violentas rencillas entre diversas organizaciones que se disputan el control de las obras y de cupos de las constructoras.

En un estudio que hace la Federación Nacional de Construcción Civil, se consignan nueve casos de dirigentes asesinado en el tramo entre 2011 y 2013. Entre ellos hay seis secretarios generales departamentales o provinciales, dos secretarios de organización y uno de disciplina. Dos pertenecían a la filial del Callao, tres al norte chico (Paramonga-Barranca), tres a Lambayeque y uno a Cañete. Esto sin contar ingenieros y gestores de obras;  civiles alcanzados por la violencia; y miembros de las bandas que se matan entre sí. Se calcula que en los últimos tres años deben haber muerto unas 50 personas por la guerra de la construcción civil.

Y no pasa nada. Hace años que en las investigaciones que realizamos en este diario dimos cuenta de las operaciones de la banda de “cholo Jacinto” en el Callao, cuya variedad de actividades comenzaba en colocar sus matones en las obras asegurándoles la chamba y el pago de una “participación” a los cabecillas y si el exigido se resistía le destruían lo construido. Poco a poco, la banda fue sustituida por el “sindicato” que ya era una forma “legal” para las extorsiones. En el gobierno de Alan García se logró una sombrilla estatal para la proliferación de estas organizaciones. Los bandidos además pasaron de los cupos de trabajo al cobro de altas comisiones sobre el precio de las obras.

Pero además, estos grupos se desplazaban muy fácilmente de la construcción a la destrucción, participando en desalojos bajo contrata de la parte con dinero, en los casos en que la gente se resistía a dejar sus viviendas. En las zonas agrícolas del Callao, destruían las casas y los predios de los agricultores y los expulsaban con sus familias, si no aceptaban irse por un pequeño pago que les ofrecían las inmobiliarias. Autoridades como Kuori en el Callao, y otras en el resto del país, tomaron plena consciencia de lo que estaba pasando y se adaptaron a ello. Mejor era reclutar esta fuerza de choque que enfrentarse a ella. Pero el mal iba a crecer como una inmensa mancha de aceite.

Los sindicatos delincuenciales, asociados con autoridades y grupos de interés, son una manifestación del tipo de modernidad que estamos alcanzando. Esa que El Comercio alaba todos los días y exige que nadie se meta con ella.

23.05.14

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada de “anónimo”, soy Ambrosio

Wiener se las ingenia para culpar a El Comercio –su actual malo favorito- de las muertes tipo “ajustes de cuentas” de los sindicalistas mafiosos, tíos que tienen el negocio del “sindicalismo”, cuyas manitas de señoritos no se han manchado de cemento, o tocado un ladrillo, en años. No puede con su genio, don Raúl; no descansa en su patología diseminar supersticiones, las que torcidamente maquilla como “luchas anticorrupción”. “Sindicatos de destrucción civil” lo escribe don Raúl Wiener, el compañero de carpeta de don Mario Huamán Rivera, el capo mafia dueño de la CGTP. ¿Puede haber alguien más sinvergüenza que el “sindicalista” Huamán? ¿Cuántos años este tío es dueño y señor de la CGTP? Las elecciones en la CGTP parecen las de Nicolae Ceaușescu, de la Rumanía comunista: Ceaușescu las ganaba por más del 101% de los votos.

Sindicatos, huelgas, libre asociación, gremios son parte de nuestra civilización y democracia. Instituciones importantes que sirven no solamente a sus afiliados, enriquecen el debate y contribuyen a la nación. Estas instituciones, por si no lo saben, no existen en el modelo país que don Raúl propone, donde las libertades no existen y el Partido es dueño de todo. ¿Cuándo fue la última vez que hubo una huelga en Cuba, que no sea la de hambre de los presos políticos? No las hay.