domingo, mayo 25, 2014

Teresa Molina viuda de Malpica

Se ha ido en silencio, con la elegancia que siempre lució como si fuera una condición innata. Emocionándose de los recuerdos de su gran compañero después de veinte años de ausencia, que es como la recuerdo de nuestro último encuentro en octubre del año pasado en el Congreso, conmemorando una vez más el cumpleaños de Carlos Malpica en la reunión que religiosamente, el Comité Malpica, que preside Ricardo Letts realiza cada año desde 1998.

Era la viuda del gran parlamentario de la izquierda, del investigador acucioso que nos adelantó las claves para entender la corrupción y combatirla, del luchador de mil jornadas. Y lo era con una fidelidad que mantenía vivo más allá de las palabras a Carlos y que nos animaba a seguirlo celebrando. Cuando la abracé por última vez, me recordó que era yo el que debía cuidarse después de la dura enfermedad que me postró en el 2012. ¡Cómo iba a saber que me estaba despidiendo de esta noble mujer que en el algunos momentos de su discreción me recordaba a mi madre!

Se  llamaba Teresa Molina y si tuviera que decirlo así nomás poco sabríamos de quién se trataba. Pero a ella debemos que exista el libro póstumo de Carlos, que lleva el título de “Pájaros de Alto Vuelo” y que es la disección más rigurosa y documentada de la corrupción en el primer gobierno de Alan García, que retoma temas claves como la triangulación para la reventa de los Mirage; el escándalo de las reservas del Estado colocadas en el BCCI; y la coima para la construcción del Tren Eléctrico.

Pero debe ser verdad que otras de las obras del Malpica de los 70, 80 y 90, deben tener la marca de Teresa, aunque ella jamás lo reconocería. Ricardo, con esa capacidad persuasiva que le reconocen todos los que han tratado con él, logró llevarla a participar del recuerdo activo de su marido. Y a aceptar el simbólico título de vicepresidenta del Comité, que seguro que ella asumió para no desairar al amigo que ha dado tanto de sí para recordar y revalorar la vida y obra de Malpica.

Todavía la puedo recordar en la sala de la Asociación de Profesionales de Ingeniería Agrícola en la avenida Pablo Bermúdez, a la espalda del ministerio de Salud, donde fundamos el Comité Malpica y lo mantuvimos durante varios años; en la Plaza Francia, a cielo abierto, con sillas y mesas que no recuerdo de donde salieron; en diversos auditorios del Congreso. Teresa fue donde nos llevó Ricardo y otorgó con su sola presencia el respaldo más contundente a la parte evocativa y al compromiso intelectual y político con Carlos. Lo demás, como ella lo sabía, corresponde a nuestras convicciones y responsabilidades personales.

Ahora que Teresa se ha ido se hará más difícil la tarea de preservar el legado de Malpica. Y eso hace pensar en tanta memoria valiosa que debemos conservar y enriquecer.  

25.05.14

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada de "anónimo", soy Ambrosio.

Santa Teresa de la profunda elegancia progre; sentada en el paraíso progre a la siniestra de San Javier del gesto hosco, patrono de la antipatía, cuya festividad se celebra el 28 de diciembre.