No veo nada que escoger entre fiscales que archivan todo lo que debería
denunciarse y denuncian lo que debería ignorarse, pero no por eso vamos a dejar
de soprendernos por el inusitado interés del grupo El Comercio por decidir
quién será el próximo Fiscal de la Nación, aun cuando este ya esté elegido.
Un día, Perú 21 le preguntó al fiscal Carlos Ramos
Heredia, si era pariente de Nadine y el aludido dijo que no. Poco después el
diario menor de los Miró Quesada confirmó que sí había algún parentesco, aunque
lejano, y en base a esa información proclamó en primera página: ¿por qué Ramos
quiso ocultar esta información?, ¿qué escondía?
Desde entonces, la pregunta que recibía el fiscal
Ramos en cada encuentro con la prensa, era para que dijera si renunciaba a sus
aspiraciones de ser Fiscal de la Nación, por ser pariente de la primera dama. Claro
que el tipo decía que una cosa no tenía que ver con la otra, que era parte de
la institución desde hacía mucho tiempo y fiscal supremo antes del inicio del
actual gobierno y no tenía ningún recorte en sus derechos.
Pero eso solo sirvió para que aparecieran otros
asuntos que antes no habían aparecido. En medio de la batahola sobre el caso
Álvarez, el fiscal Ramos fue acusado de no haber investigado a los fiscales del
Santa que le servían de comparsa, punto que se removió porque de pronto todos
descubrieron el problema de Ancash, al mismo tiempo que se acercaba la elección
del nuevo Fiscal de la Nación. Igual fue la asociación con Peláez en la
historia de los documentos sobre los Sánchez Paredes que no fueron entregados a
la Justicia estadounidense, que apareció con posterioridad a las primeras
denuncias. Finalmente se dijo que había estado más allá del plazo en el cargo
de la oficina de control, por acuerdo de la Junta.
En resumen que estaba descalificado por un lado o por
el otro. Y por si los que iban a votar no entraban en vereda con la presión de
los medios, la cosa se encaminó a sacar una ley para que el fiscal más antiguo
fuera directamente el Fiscal de la Nación. Un cambio de reglas con doble nombre
propio, tanto para el que se quería atajar (Ramos), como al que se intentaba
“elegir” (Sánchez). ¿Por qué tanto alboroto?, ¿qué tan peligroso era Ramos, en
un país en el que se puede tener un Tribunal Constitucional que no renueva los
cargos vencidos hace varios años, un Defensor del Pueblo interino por casi una
década, y decenas de autoridades con cargos de corrupción y conflictos de
interés de lo más variado?
Según Fritz Du Bois, director de El Comercio, los
fiscales que iban a votar por el nuevo Fiscal de la Nación siguiendo las normas
establecidas parecían una “pandilla de barrio” empujando fuera a los que no
estaban de acuerdo con Ramos. Y de acuerdo con el editor central de política,
del mismo diario, Juan Paredes Castro, la decisión final de resolver cuatro a
uno entre los candidatos Ramos y Sánchez, configuraba una “toma por asalto de
la fiscalía”. Nada menos. Todos además están convencidos, que si no impidieron
la elección podrán de todos modos revertirla. Por eso Fritz escribe en su
peculiar castellano que lo que tendremos por delante es un Fiscal de la Nación,
“que si logra sobrevivir a un eventual fallo en contra de su elección quedará
sin duda a la defensiva sin ninguna capacidad de acción”.
O sea que Ramos aún no está seguro de sobrevivir y si hay
algunas instancias que podrían aún funcionar como el gran elector para resolver
este caso esas serían el Consejo de la Magistratura o el Congreso. Por supuesto
que ambas instituciones están actualmente en la picota. EL CNM porque fue el
que nombró a Ramos en enero del 2011, y a las fiscales Ávalos y Mirabal en los
primeros meses de este año que han sido votos claves para el cuestionado
candidato. El Congreso porque no dio la ley pro-Sánchez y porque no descalificó
a Ramos a su debido tiempo. De ahí la idea de última oportunidad de las
actuales exigencias.
Una historia que se cuenta mal
En enero del 2011, el CNM nombró por unanimidad a los fiscales
supremos Ramos y Chavarry. Nadie objetó la decisión hasta que tres meses
después se presentaron las candidaturas de los fiscales Peláez Bardales y
Sánchez, para reemplazar a Echaíz, y los dos nuevos votaron por el primero de
ellos, lo que se interpretó como un compromiso establecido en el Consejo cuyo
presidente era por entonces el hermano de Peláez.
Fuere como fuere, esa mayoría duró muy poco, y en el
camino se formó otro bloque entre Echaíz, Sánchez y Chavarry, que pusieron en
dificultades a Peláez una y otra vez, en aspectos administrativos y decisiones
sobre funcionarios discutidos como el gerente del Ministerio Público. De esta
relación tres a dos, data la adelantada candidatura de Chavarry, desde mediados
del año pasado, que daba por segura su victoria, que fue celebrada durante su
cumpleaños y recibió señales de aprobación de Alfonso Ugarte.
Por otra parte, el CNM estaba entrampado para cubrir
la última vacante de fiscal supremo, por que los que tenían las mejores
calificaciones eran a su vez dos personajes siniestros. El Consejo nunca logró
acuerdo sobre Hinostroza y Castañeda, por la cantidad de cuestionamientos en su
contra, y se enfrentó al TC, que quizo forzar el nombramiento pasando por
encima de sus fueros.
Así llegamos a enero de 2014, cuando el CNM, ya sin el
otro Peláez, toma una decisión sorpresiva y nombra a la doctora Ávalos nueva
vocal suprema. Con este nuevo voto la Junta de Fiscales pasó a decidir el
representante que le correspondía en el Jurado de Elecciones, que equivalía en
esas condiciones a un destierro antes de la elección principal. El bloque de
Echaíz votó por Ramos, y el de Peláez por Echaíz. Es decir cada grupo quería
quitarle un voto al otro, mándandolo al exilio. Empatada la primera votación,
Echaíz perdió los papeles y fue ella la que retiró su voto por Ramos, logrando
su propia designación que la llevó finalmente a la renuncia.
En febrero, el CNM nombró a Mirabal para la nueva
vacante, y Chavarry terminó a regañadientes en el JNE. Esto fue lo que pasó y
si se puede decir algo es que el comportamiento pandillero estaba en los dos lados.
Como que el Congreso practica la repartija, el TC amarra con grupos de interés,
o en el CNM pelean distintas fracciones. Una crisis institucional terrible en
la que el caso Ramos es apenas un botón.
Lo que está en juego
Dicen que en estos días el presidente, la junta de
fiscales, los miembros del Consejo de la Magistratura y otros están pendientes
de lo que dirá El Comercio. El caso Ramos tiene loco a medio mundo. Y todos saben que la gran familia
no va a parar hasta que consiga demostrar que la prensa concentrada puede
imponer al Fiscal de la Nación y hacer retroceder a otras instituciones. La
ganancia es alta: sacar al “primo de Nadine”, para que Humala vuelva a ser
humillado; poner un Fiscal que les deba el cargo; iniciar la operación política
para lograr el control del Estado, convencer a todos quién manda en el Perú. Y
nada que pruebe que Sánchez puede ser mejor que Ramos.
05.05.14
Publicado en Hildebrandt en sus Trece
1 comentario:
Nada de "anónimo", soy Ambrosio.
¿"El Comercio quiere poner su Fiscal"? Quizá. En todo caso El Comercio tiene derecho a su opinión.
¿La Primera quiso poner su presidente? Pues sí. Y lo logró con Humala.
La paja en el ojo ajeno. Siempre. No tienes remedio, Raúl.
Ambrosio
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