Fue mi hija menor la que me encaró un día con la frase: ¿Y
por qué no crees que Abencia Meza sea culpable de la muerte de Alicia Delgado?
Es difícil decirle a una escolar adolescente que no siempre
hay que confiar en los medios. Sobre todo porque yo también soy hombre de
medios.
Pero más complicado aún es entrar al terreno de la
insuficiencia de pruebas; la fabricación de culpables por la prensa para poder
vender en base a conjeturas; y la necesidad de conservar una opinión propia
hacia las cosas.
Ahora ella es estudiante del segundo año de derecho y seguro
puede entender mejor lo que trataba de decirle.
Incluso reflexionar si los jueces que finalmente condenaron
a la folklorista, tenían realmente los elementos para hacerlo o fueron también
un reflejo de un juicio social que fue armado por la prensa y por el cual
cualquiera puede quedar incapacitado para defenderse en términos más o menos
normales.
El caso sería una curiosidad si no se repitiera con las
historias de Eva Bracamonte y Rosario Ponce que finalmente se salvaron de una
condena mayor, pero pasaron de cualquier modo por un vía crucis que en lo que
respecta a la primera de las nombradas aún no termina.
Y cuántos comentarios he recibido en mi blog y en las redes
sociales censurando mis artículos que discutían con la opinión mayoritaria de
los medios. La verdad es que es bien duro ponerse a contracorriente de las
tendencias más fuertes de la información.
Y, me pregunto, si eso me pasa a mí, que me conozco los
trucos de los medios, qué ocurrirá con las personas que consumen acríticamente
lo que se difunde en la prensa. Ni siquiera la evidencia de que frente a 30 millones
de peruanos, hay un solo grupo que controla alrededor del 50% de la información
y otros cuatro o cinco grupos, afines a los primeros con los que se llega a
manejar un porcentaje mucho mayor, hace que en su vida normal las personas sean
siempre conscientes del poder que tienen los medios.
Como lo demuestran los ejemplos de las mujeres procesadas en
casos emblemáticos, el cuasi monopolio informativo puede tener efectos más allá
de la política y terminar afectando gratuitamente la vida de los que son
tomados como punto. Preguntémonos sobre
lo que puede significar todo esto cuando se traslada al terreno de la disputa
por el poder.
Algunos ejemplos
A comienzos de los años 90, el Perú era lo más parecido que
se puede ser a un paciente que ha sido sometido a una brutal operación y
todavía mantiene un pronóstico reservado para su recuperación. Habíamos vivido
el fujishock, que había elevado el
número de pobres a cerca del 70% de la población, teníamos una recesión
profunda que obligaba a la gente a ganarse la vida como sea, muchos hogares
habían introducido en su alimentación productos para animales, y la violencia
política era pan de cada día.
En esos momentos de profundas dudas y miedos sobre el
futuro, empezaron a ocurrir fenómenos paranormales que eran cubiertos con gran
aparatosidad por los medios. De pronto alguien descubría que una estatua de la
Virgen María había llorado y sus vecinos aseguraban que habían comprobado el
fenómeno; aparecían árboles con la forma de Cristo; una tumba de Cañete
aparecía vacía y la muerta volvía en los días siguientes.
Lo más importante era, sin embargo, que los medios se
tomaban en serio estas historias y las cubrían buscando ángulos que las
hicieran más creíbles. El país dejaba por un tiempo de pensar en sus problemas
y discutía si pudría estar recibiendo señales del cielo, pero lo que se estaba
preparando era un golpe de Estado.
Años más tarde el esquema se perfeccionó con los desfiles de
vedettes y gente de farándula relacionadas con hechos criminales y el
narcotráfico. Y una larga secuencia de juegos de distracción que se usan para
cubrir los asuntos principales. Ciertamente con el correr de los años, la
originalidad de Montesinos ha sido recogida por muchos de sus aprendices.
Poner la agenda
Un dicho que se le achaca a Alan García indica que “gobernar
es poner la agenda” ¿Pero cómo la pones?
No hay otra manera que con una batería de medios. Los militares de los 70, lo
hicieron a través del control duro y directo de los periódicos, radios y
televisoras. Fujimori lo logró comprando líneas editoriales y fabricando medios
chicha que permitían saturar con una misma información las opciones de lectura
de la gente.
Pero con la gran concentración entramos a un nuevo momento.
Porque quién quiera poner la agenda, o desviar la atención de la población en
un momento delicado, tendrá necesariamente que entenderse con un solo
interlocutor, pero mucho más poderoso que todos los que se hayan conocido
antes. Un poder estatal con ganas de avasallar como el de los 90 o el de
2006-2011, que se entienda con un poder concentrado de prensa puede ser una
dupla extremadamente peligrosa.
Pero también lo puede ser frente a un régimen débil y
manipulable como el actual, ante el cual hemos visto pasar sucesivamente todas
las tácticas, desde las envolventes y lisonjeras, hasta el periodicazo agresivo
y la presión implacable para sacar las decisiones que les interesa a los
propietarios o al sector que representan,. En esa relación, por cierto, los que
compran los diarios o consumen los medios audiovisuales no son sino peones de
un gran juego.
De pronto ya no es que creamos que Abencia es culpable y que
nos parezca de lo más normal que vaya 30 años presa sin pruebas, o que nos
aturdan con la pregunta del año acerca de quién es el padre del hijo de
Florcita, sino de cosas más complejas
como que se “ha derrotado al terrorismo”, con la detención de algunos viejos
abogados y jóvenes activistas del Movadef, que no habían hecho ningún acto de
terror, o que nos digan que una elección de Fiscal de la Nación que no les
gusta es “un asalto al poder”.
¿Quién puede defendernos de una prensa concentrada al 80% y
que se cree con derecho al 100%? Creo, la verdad, que la principal
responsabilidad está en nosotros mismos y pasa por darles menos crédito del que
se les otorga y en buscar información de balance en otros medios y en fuentes
alternativas.
25.05.14
3 comentarios:
Nada de “anónimo”, soy Ambrosio
En el último párrafo, don Raúl se pregunta: “¿Quién puede defendernos de una prensa concentrada al 80% y que se cree con derecho al 100%?”
Como de costumbre, para don Raúl el fin justifica los medios, y no le da asco mentir una vez más. (1) La prensa no está “concentrada”, (2) tampoco es “unitaria” en un 80%, y (3) los únicos que se creen con el 100% de derechos son los marxistas leninistas, cuando tratan de imponernos su revolución.
Más claro. En el modelo país de Raúl Wiener, la prensa sí está concentrada en manos y al servicio del Estado, gestionado por el Partido Comunista. Su campaña en contra de los comercios es un ejercicio ladino e hipócrita.
Sí, es la envidia lo que está concentrada en Wiener.
La concentración de medios es mala per se, no porque sea estatal o privada.En el fujimorato existia )= Segundos y Hora 20 (con todo lo amarillistas que eran) para hacer creible y pasable a Panorama, pero lo cierto es que todos los medios estaban comprados.
A nivel internacional ¿Para qué existe Fox News? Para hacer creible a la CNN, para que parezca que hay alternativas informativas pero al final en los temas de fondo Fox Newa y CNN dicen lo mismo.
Aquí El Comercio tiene varios periódicos aparentemente diferentes, pero en los temas importantes todos se alinean detras de lo que digan los j¿Jefes, como en las elecciones del 2010 y 2011.
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