domingo, julio 01, 2012

Los motivos del golpe en Paraguay

Tiene razón el analista uruguayo Raúl Zibechi cuando dice que la discusión menos importante sobre el golpe parlamentario en Paraguay, es el de las formas constitucionales. Después de todo, los mismos partidos que echaron a Lugo en un proceso sumario y desmotivado que no se aceptaría en ninguna parte del mundo ni para el peor de los criminales, crearon la regla bruta de que la mayoría de votos en el Congreso era causa suficiente para que caiga el jefe de gobierno. Por tanto hay que estar atento a los verdaderos motores de esta operación que ha desconcertado al mundo, pero que ha encontrado defensores que se atienen al tema de la letra constitucional como si fuera lo único que hubiese pasado el 21 de junio, día del juicio político de dos horas que tumbó al presidente.

Hay dos elementos decisivos para explicar la crisis paraguaya: (a) el problema de la distribución de la tierra (85.5% de la tierra agrícola está en manos del 2% de los propietarios, y es producto de despojos y prebendas estatales que vienen del tiempo de la dictadura y que favorecieron a una clase terrateniente con múltiples representantes en el Congreso), que ha generado movilizaciones de los campesinos sin tierra que se han acrecentado a partir de la victoria del obispo izquierdista Fernando Lugo; (b) la lucha de las derechas latinoamericanas, ligadas a los Estados Unidos y cada vez más entrelazadas entre sí, por modificar la correlación en la región, lo que se lee como que “cayó otro de los amigos del Alba y de Chávez”.

Lugo no se atrevió a hacer una reforma agraria radical como la que anunciaba su campaña, que debía enfrentar  la mala distribución, el monocultivo y la pobreza campesina. Pero, como dicen sus detractores, no se opuso como la derecha quisiera a las recuperaciones impulsadas desde abajo. La destitución súbita del presidente tiene, desde esta perspectiva, un sabor irónico, porque los que acusaron a Lugo de la muerte de campesinos y policías en un enfrentamiento en las tierras de un dirigente colorado (extrema derecha), bajo sospecha de narcotráfico, provocado por una represión desproporcionada que alguien maniobró contra las órdenes del gobierno, son los que apuntan a un gobierno de “orden” que asegure a los propietarios tradicionales aunque sea a sangre y fuego. Y lo es más si se observa que entre los que se movilizan contra la destitución se hallan los dirigentes campesinos que a su vez condenan el asesinato de gente del campo para proteger el sistema de propiedad de la tierra existente.

El segundo elemento, es también sumamente  importante. No por nada el nuevo presidente, Federico Franco declaró  abiertamente su antipatía hacia Cuba y Venezuela, y sus distancias con el proceso de integración de América del Sur, afirmando autonomía frente a la influencia tradicional de los Estados Unidos. Hay muchas evidencias de que la Embajada EE.UU. ha estado metida desde el primer momento en la jugada para cambiar al presidente y que el plan se urdió con los colorados para convencerlos que había llegado el momento de sacar a Lugo y entregar el gobierno a los liberales, a menos de un año de las elecciones, lo cual favorecería claramente el camino de retorno al poder del partido que mantuvo el poder por 61 años, hasta el día en que Lugo logró desplazarlos.

En todo el subcontinente la interpretación del golpe paraguayo va por el lado de generar un daño profundo contra la UNASUR, que es el espacio que se ha ido construyendo bajo iniciativa de los gobiernos progresistas pero que ha unido a todo Suramérica en decisiones que escapan a la influencia norteamericana. No es extraño que de lo ocurrido en un país aparentemente desconectado del Perú y que mira a sus vecinos del Atlántico, como es Paraguay, los excancilleres Tudela y García y García hayan derivado una reflexión sobre la “inviabilidad” de UNASUR, como si estuviera llegando el momento de dinamitarlo. No olvidar que el primer paso en esa dirección ya se ha dado con el llamado “Arco del Pacífico”, como alianza de los neoliberales de esta parte de América Latina, en principio alternativa al ALBA, pero en perspectiva orientado a desmembrar la América no sajona entre sus componentes para recuperar el viejo dominio de Washington.         

Los golpes de Honduras y Paraguay indican una tendencia de ir rodeando a los países más resistentes desde la periferia tomando algunos gobiernos más o menos frágiles y contradictorios, donde hay débil organización social. Es un plan calculado que está en pleno desarrollo.


01-07.12
www.rwiener.blogspot.com

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