Pero entre 1992 y 1993 ocurrieron
hechos que el gobierno no había calculado: los familiares no se dieron por
vencidos reclamando por los desaparecidos, se descubrió la primera tumba de los
restos de los universitarios en Cieneguilla y que el general Robles dio los
nombres del destacamento responsable de la masacre. El gobierno quiso contar
historias:l autosecuestro y asimilación a Sendero Luminoso de los muertos, y
cuando aparecieron los primeros huesos y la llave del casillero de uno de los
muertos anunciando de quién se trataba, lo que intentaron fue culpar a los
recicladores que llevaron al lugar del entierro, como si se tratara de terrorristas.
Hermoza a su vez respondió a las
investigaciones y a Robles con desfile de tanques, sugiriendo la posibilidad de
un segundo cierre del Congreso y forzando al general denunciante a refugiarse en
el exterior. Esa fue la reacción bruta. Luego vino la más fina. A finales de
1993, Fujimori encarceló al grupo Colina
siguiendo exactamente la lista de Robles. Inmediatamente la Justicia Militar
reclamó el caso y se enfrentó al juez que iniciaba las investigaciones. Sr
planteó una contienda de competencia que debía ser resuelta por la Corte
Suprema, que se entrampó por falta de
mayoría (iba 3 a 2, y necesitaba 4 votos para resolverse), pero todos decían
que el juez que dirimiría llevaría el caso a 3-3, y obligaría a otro
dirimente.
Entonces, un inolvidable 8 de
febrero de 1994, en una sesión más allá de la media noche, el legislador Siura
(que luego sería rehén del MRTA) propuso una ley de urgencia, sin debate,
estudio de comisiones y fundamentación mínima, cambiando el mecanismo de
votación de la Suprema para que la mayoría de tres votos fuera suficiente. El
Grupo Colina pasó al fuero militar y en una farsa de juicio en el que los
acusados no hablaron ni hubo testigos, se les condenó a penas aparentemente
severas a cumplir en un cuartel militar, que fue equipado como u centro de
reposo.
A mediados de 1995, apenas producida
la primera reelección, el gobierno dio otro golpe, aunque tuviera que pagar el
costo de un cierto desgaste: dictó una ley de amnistía para todos los actores
de la guerra sucia, entre ellos por supuesto del grupo Colina. El hecho es que
en tres tiempos Fujimori arregló la
situación de sus asesinos y no temió dejarse ver cerca de ellos. Ahora Villa Stein ha
completado la faena. Como en el medio, la CIDH dejó sin efecto la amnistía por la
naturaleza de “lesa humanidad” de los delitos y exigió nuevos juicios, hemos
llegado hasta el momento culminante en que un expresidente de la Suprema se
juega para alterar la interpretación de la historia y sus responsabilidades. Y
el método es el mismo. Después de conocer el fallo todos inmovilizados buscando
como revertir el brulote. Pero como decía Fujimori: por algo me dicen el rey de
la yuca.
26.07.12
www.rwiener.blogspot.com
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