Sólo en el Perú, uno
tiene que estar explicando cómo es que nunca tuvo una cercanía con Sendero
Luminoso, que escribió tantas veces contra sus métodos y su utopía autoritaria,
y debió asistir a la ominosa tarea de ir a reconocer el cadáver de un amigo y
camarada, dirigente textil, asesinado, con un cartel sobre el cuerpo
indicándolo como “soplón”, cuando lo que hacía era lucha ideológica dentro de
su sindicato contra la fracción senderista, y todo esto para poder decir por
qué es que creo que el Estado peruano comete una completa arbitrariedad al no
liberar a Osmán Morote después de haber cumplido 25 años en la cárcel que
fue la pena que le extendieron los jueces sobre su condena original de 15 años,
y al volver a detener a Alfredo Crespo abogado de Abimael Guzmán, que cumplió
trece años de prisión por ese motivo.
Son arbitrariedades,
cualquiera sea la opinión que tengamos sobre el Sendero Luminoso histórico,
derrotado hace muchos años, con el que el fujimorismo negoció un “acuerdo de
paz” en 1994, lo que dio lugar a una presentación por televisión de sus
principales líderes elogiando a la dictadura que los había vencido. Como se
sabe, la “nueva gran decisión” la adoptaron Guzmán e Iparraguirre en la Base
Naval del Callao en un proceso supervisado por Montesinos y sus operadores más
importantes, bajo órdenes de Fujimori, y luego fue refrendada por la dirigencia
en prisión que fue trasladada a reunirse con su jefes y extendida a la
organización, dentro y fuera de los penales, lo que fue resistido por un sector
dando origen a la disidencia de “Feliciano” y los hermanos Quispe Palomino que
es de donde deriva el foco que aún actúa en el VRAEM.
¿Cuál era el intercambio
entre el gobierno y sus prisioneros a mediados de los 90? No sabemos con
exactitud, pero es obvio que los reconocimientos senderistas al enemigo, no
eran gratuitos, y que las razones del gobierno y del asesor no podían haber
estado apuntando solamente a un acto de propaganda sobre la “rendición” de los
insurrectos, aunque al final no se pasara de eso. Todo lo que ocurrió después y
que lleva a la fundación del Movadef en el 2009, tiene que ver con esta
aproximación al poder fujimorista desde la prisión que se produce algún
tiempo después de la captura de Guzmán cuando éste comprende que ya no puede
seguir la guerra. Que el régimen de los 90 y el partido naranja que lo
continúa, no se acuerden de esto, no debe extrañar ya que uno de sus activos
claves es disfrazarse de intransigentes con el terror, con el que dicen que
nunca negociaron, y al que volverían a derrotar tantas veces como fuera
necesario si volvieran al poder.
En el Perú se ha negado como
si se tratara de un asunto de vida o muerte, la definición del conflicto armado
80-90, como una guerra interna, y se ha insistido hasta el cansancio que los
crímenes de Sendero no eran políticos. Sin embargo, el Estado les dio un
tratamiento de guerra con la creación de los comandos políticos militares de
las zonas de emergencia, la intervención de las Fuerzas Armadas, los jueces
militares y las prisiones en establecimientos castrenses, así como en la
aplicación de reglamentos de combate y normas especiales para una situación
excepcional de riesgo para la seguridad nacional. Ha transcurrido más de dos
décadas desde que la fracción de Guzmán dejó de combatir en forma violenta y
todavía no tenemos una percepción clara de si esa “excepcionalidad” que cubría
muchos de los excesos de la represión legal, ha concluido.
La redada contra el
Movadef, que no se veía desde los días de Morales Bermúdez y no ocurrió ni
siquiera en los peores momentos de la violencia política, indica bien a las
claras que subjetivamente nos hemos anclado en el tiempo. Y, por eso, se puede
leer, en gente inteligente, afirmaciones como “no hay que esperar que se
produzca el primer muerto antes de intervenirlos”, o “no repitamos el error de
decir que son abigeos cuando son terroristas”, o que “la democracia no debe ser
boba”. Todas irreflexivas y fuera de contexto: porque a nadie que ha cumplido
una condena y ha salido de la prisión, se le puede volver a encerrar
presumiendo que así se evitan futuros actos delictivos o muertes, sin ninguna
prueba; o que haya alguna equivalencia entre levantarse en armas y crear un
movimiento pro-amnistía; o, finalmente, que la democracia no boba sea una
represiva que vaya más allá de sus propias leyes.
El caso Crespo puede
verse como un buen ejemplo de lo que decimos. En 1992, despachaba junto con
Jorge Cartagena en un estudio del centro de Lima, como parte de los “abogados
democráticos” que se asociaban con la defensa de los presos de Sendero Luminoso
y que justamente por esta labor evitaban cualquier cosa que los conectara con
los que operaban en la clandestinidad. A la detención de Guzmán, asumió su
defensa y estuvo presente en el juicio militar, con jueces sin rostro, que se
llevó adelante en la isla de San Lorenzo. A los pocos días de dictada la
sentencia de cadena perpetua, Crespo fue detenido y acusado con pruebas
fabricadas que le habían sembrado en su estudio dos practicantes de derecho que
en realidad eran agentes de inteligencia. Era un atentado contra el derecho de
defensa y una farsa legal, pero fue tan lejos como para llevar a la cárcel a
los infiltrados que después de varios años tras las rejas denunciaron el caso,
clamando que eran policías que habían cumplido una misión, pero no fueron
escuchados.
Crespo tiene las ideas
que todos conocen. A mí me tocó polemizar dos veces con él, en tiempos en que
la izquierda trataba de enfrentar ideológicamente a Sendero Luminoso en las
universidades. Pero que se sepa, jamás participó en actos de sangre. Igual cosa
se puede decir de Manuel Fajardo, del que ni siquiera se puede afirmar que haya
tenido participación en la época más dura de la violencia. El músico Walter Humala,
ya fue absuelto años atrás al comprobarse que no había hecho nada que se
parezca a “terrorismo” y mucho menos podría haberlo realizado en los últimos
años, cuando no hubo acciones de este tipo de parte de los seguidores de
Guzmán. Hay detenidos de 25 y 22 años, que no habían nacido o eran muy niños
cuando Abimael fue capturado, por tanto nunca participaron de la guerra o el
terrorismo, como quieran llamarle, y su culpa es afiliarse a una organización
que las autoridades llaman terrorista aunque no haga acciones de este tipo.
Ya lo he dicho. Creo que
Humala ha recurrido a un reflejo fujimorista, de esos que le quedan un montón
al Estado peruano y que consiste en buscarse una victoria fácil, derrotando a
los ya derrotados, y a partir de eso manipular la conciencia de un país todavía
poblado de miedos y marcado por la desesperanza. Si García, Álvarez y otros
permanecen impunes, bien vale una redada contra el Movadef que están a la mano
porque dieron sus direcciones al JNE.
19.04.14
Publicado en Hildebrandt
en sus Trece, con el título “Movadef: cuando la democracia deja de serlo”
7 comentarios:
Nada de "anónimo", soy Ambrosio.
Nunca hubiesen dejado a Adolfo Hitler, Heinrich Himmler; Hermann Göring y Joseph Goebbels, al cumplir sus respectivas penas, libres a disfrutar de las libertades de una democracia. Menos que participen en ellas.
Lo mismo con los senderistas.
Una serie de errores, sigues poniéndole apellidos. Si hay "abogados democráticos", pues los otros no lo son.
Odias el Perú, los peruanos no te gustamos, te parecen desordenados, in justos. La queja "Sólo en el Perú, uno tiene que estar explicando cómo es que nunca tuvo una cercanía con Sendero Luminoso" es sintomática.
Atentamente,
Ambrosio
Ambrosio, experto en historia anglosajona y, por supuesto, austríaca, opina con viruilencia sobre temas que desconoce. Los "Abogados Democráticos" era el nombre de un grupo de letrados que asumian la defensa legal de senderistas. Si ejercer la defensa de patrocinados es un delito, entonces mejor instalar tribunales nazis. ¿Sí o no Ambrosio?
El austriaco de la carabina es como la canción de Los Prisioneros: "Si quieres ser occidental de segunda mano ¡Por qué no te vaaas?"
Es cierto que Crespo pertenecía a una organización que brindaba apoyo legal a los acusados por terrorismo. Cierto, eso no es delito. Pero recuerdo que en sus constantes debates, al menos en San Marcos, a fines de los 80 hacía panegíricos a Gonzalo y la lucha armada. No se si para ese tiempo había esa figura, por la cual hoy estaría preso, pero con su actual discurso proamnistía no implica que lo encarcelen arbitrariamente.
Las verdaderas democracias dejan que sus enemigos puedan expresarse políticamente, salvo que exalten la destrucción del sistema. Eso ha pasado incluso en AL donde hemos tenido a dictadores asesinos que luego en democracia regresan como si no hubiera pasado nada, tipo Banzer o Pinochet.
Hace varios días opinas sobre algo que desconoces, o si conoces te haces el ciego porq crees q atacan a la izquierda, lee a E.I en su entrevista a The Economisc y los pronunciamientos del II Congreso de su organismo político (que apuntan a la segunda reconstitución)
No defiendas lo indefendible, cuando no conoces a dicha organización en su interior.
a los que atacas, no te responden, porq la verdad no eres importante, lo que importa es la nación y no tus interes de oportunismo
ya se porque opinas a favor de ese organismo político....
porque consideras que son tu vanguardia.
¿cuánta valentía se necesita para escribir anónimos llamando oportunista al contrario?
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