Es verdad que Sendero Luminoso llevó
adelante una guerra innegociable, compensando su debilidad estructural con un
cerrado fanatismo en sus filas y una violencia brutal contra los que
consideraba sus enemigos y obstáculos para sus objetivos. Nunca se vio a un
partido que creciera sólo contra el mundo, en el más perfecto aislamiento. Y se
debe suponer que sus líderes principales hubiesen considerado que en la
hipótesis de una derrota, los iban a avasallar con la misma idea de
aniquilación que ellos habían tenido como estrategia.
Que sea tan difícil asimilar en el Perú
aquello que ha sido reiterado en otros países, que es que a los grupos armados
derrotados o desarmados se les permite y de alguna manera alienta a reinserta en
la legalidad y a jugar en las reglas del sistema, tiene que ver con, no sé si
decir, errores o el método de Sendero, y también con como la derecha capitalizó
la victoria, aunque no fuese suya y abrió este tiempo que vivimos hasta ahora
de guerra sicológica en la que tenemos a cada rato nuevos “triunfos” sobre los
derrotados, como el de este último jueves contra antiguos militantes que
estaban a la mano de sus captores porque hace tiempo que piden su legalización
después de haber cumplido sus condenas.
Que haya una explicación para el encono y
un miedo social que a muy pocos les interesa apagar es comprensible. Pero que
se haya impuesto el criterio perverso de que la ley y sus procedimientos ya no
rigen cuando se trata del “interés
superior” de mantener a raya al terrorismo, es una riesgo permanente de
manipulación. No olvidar que en nombre ese mismo concepto se hizo el golpe de
Estado de 1992, se creó un sistema legal con jueces sin rostro, arrepentidos,
prisiones de aislamiento, etc., que la mayoría consintió y que luego fueron
descalificados en las instancias internacionales, y cuyos reflejos más
profundos aún están presentes en la sociedad peruana.
Los presos que no pueden salir de la cárcel
cuando se ha excedido la pena o los que vuelven a ser capturados sin haber
intervenido en ningún nuevo acto de violencia; la calificación de “terrorista”
de una organización a partir de su ideología; las victorias militares de los
gobiernos sobre hombres desarmados y vencidos; pueden ser un merecido e
interminable castigo por una guerra voluntarista que costó sangre y dolor a
muchísima gente. Pero también puede ser el camino ya recorrido de la
arbitrariedad cuyas consecuencias sobre las garantías democráticas que nos
competen a todos suelen ser devastadoras.
Uno puede decir, bien hecho, que les sigan
dando en el piso. Y sobre las violaciones legales, que no interesa, porque no
es conmigo. De eso precisamente trata el famoso poema de Brecht, que si algo
vale en vivir en democracia es que no hay excepciones que valgan, y que cuando
estas comienzan se van ampliando hasta devorarse a los que menos lo esperaban.
12.04.14
4 comentarios:
Nada de "anónimo", soy Ambrosio.
Admítelo de una vez, Raúl: eres simpatizante de armario de Sendero, te dolió que perdiese. Para ti, los “errores o el método de Sendero”, como poner la bomba en Tarata son, pues, nimiedades, pecadillos de “método”, un “error” cualquiera lo tiene en la vida. En cambio la reacción torpe de la Fuerzas Armadas del Perú, pues es malvada. 50 mil peruanos muertos otro “error de método”, nada, algo perdonable.
A mí me da igual que el Presidente se quiera hacer la foto sobre el caballo muerto Sendero Luminoso. Allá él. Lo importante es que, como los judíos en el Shoah (Holocausto), la única política con los propulsores de la “lucha armada” para llegar al poder es “nunca más”; pero de verdad “nunca más” se debe permitir el asalto a la nación peruana del marxismo leninismo, o el marxismo leninismo maoísta.
Para alguien como tú, Raúl, que cada vez que puedes metes preso al preso Fujimori, es incompresible que no entiendas la necesidad de considerar psicópatas a los senderistas, y juntarlos entre cuatro paredes, cerrar, y arrojar la llave de manera que permanezcan presos hasta el final de sus días.
Saludos afectuosos,
Ambrosio
Intentar comprender no es perdonar. Intentar comprender a SL no es perdonarlos. Al contrario es intentar responder algunas preguntas, que sectores de la derecha quieren que jamas sean respondidas: ¿Porque surgió SL? ¿Porque SL due tan exitosos en desestabilizar el país a los niveles que la memoria colectiva peruana nunca olvidara? ¿Que condiciones favorecieron su aparicion y surgimiento? ¿Subsisten aun estos factores? ¿Realmente la población peruana rechaza a SL? O su actitud responde mas bien a la campaña de desinformación orquestada desde los ochentas? ¿Que porcentaje de la poblacion en forma libre y espontanea no desaprueba los objetivos de SL?. Cuales son las posibilidades de que en el futuro surjan movimientos semejantes? ¿Por que tendrían éxito? ¿Por que fracasarían? ¿Por que hay tanto miedo a un debate abierto, publico, general, participativo e imparcial sobre este tema? Quien teme mas a SL ¿El pueblo o la CONFIEP?
¿Saben por qué quieren deshacerse de MOVADEF? Por que en competencia electoral sacarían alrededor del 10% de los votos, conseguirían por lo menos 5 congresista en el Parlamento, cuyo peso sería distinto a los "comepollos", "robacables", "mataperros", "lavapies", "planchacamisas" y demás gentuza, pues hoy por hoy es lo más cercano a un partido en el Perú al haberse convertido el APRA en una juntucha de clientes de Alan. No estoy de acuerdo con el MOVADEF, tengo un millón de discrepancias con ellos, tampoco votaría por ellos; pero toda la parafernalia en torno a ellos, demuestra que en el Perú se teme a la democracia; ¿hasta cuándo pervivirá el discurso "no estamos preparados para vivir con plena democracia" o "nuestra democracia es aún joven e inmadura"? Pienso, que eso será posible el día que se deje de asentir la cabeza mecánicamente cada vez que rebuzna el emporio mediático de "El Comercio"...
SL es producto "made in Perú", en ningún país latinoamericano no ha habido algún movimiento que se le asemeje; no son marcianos, ni chinos (pese a que su estética de la China maoísta es indudable); ¿por qué el Perú creó estos productos? es una pregunta que la gran mayoría de intelectuales peruanos ha eludido, prefiriendo señalar que son psicópatas o fanáticos. El único que para mí se aproximó a la respuesta fue Alberto Florez Galindo en su "Buscando un inca", lamentablemente murió muy jiven y no pudo desarrollar la respuesta, dejando terreno para que Carlos Iván Degregori predomine con su planteamiento de que SL fue abonado por el camino de la frustración de jóvenes provincianos, con educación superior en universidades públicas, cuyo común denominador era la falta de un futuro, la falta de oportunidades y la discriminación...
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