Entrevista a Javier Vila Stein
Javier Villa Stein nos recibe en una mañana
de huelga de los trabajadores del Poder Judicial que marchan alrededor del
viejo Palacio de Justicia y hacen escuchar sus voces en el despacho donde nos
encontramos. La noticia de ese día ha sido la nulidad declarada por un juzgado
constitucional sobre los informes de la Megacomisión que investigaba los
delitos económicos del período de gobierno 2006-2011.
Javier Villa Stein resume su punto de vista: Yo creo que ha sido una
victoria pírrica de García, que lo está pasando de víctima a victimario. Si
antes había convencido a mucha gente que lo querían eliminar de la política con
el mecanismo de la inhabilitación, ahora está apareciendo como alguien que se
refugió en los procedimientos para salvarse y evitar acudir a la batalla de los
temas de fondo que era la que había que hacer en el pleno del Congreso. Esta es
una opinión, por supuesto, en el plano político.
La entrevista
La Primera: ¿Qué siente de ser visto como
uno de los pocos jueces cuyos fallos desafían lo que podríamos llamar el
sentido común de la opinión pública, aquello que muchos esperarían que usted
resuelva?
Javier Villa Stein: En un Estado
constitucional de derecho, con leyes establecidas, con arreglo a la
constitución, la facultad y la obligación del Juez es resolver como lo
establece la ley y como se interpretan los hechos y todo dentro de la ley. ¿Por
qué? Porque la opinión llamada común a veces no conoce lo que son los mandatos
legales, tiene un conocimiento en el ámbito profano. Ayer escuché a un
destacado jurista que decía que en determinados caso hay que apelar a la moral
intuitiva, con lo que han creado un nuevo criterio jurídico que desde luego es
ajeno al derecho penal, hay que desterrarlo, no existe.
LP: ¿Qué querría decir este concepto?
JVS: Quiere decir que hay hechos de tal
magnitud, que por un criterio ético debemos sustraernos a la legalidad vigente.
Eso que podría tener vigencia en un ámbito filosófico no vale para resolver una
controversia penal.
LP: Uno de sus casos emblemáticos es el de
Eva Bracamonte donde su voto fue distinto al criterio que venía de la sala
juzgadora.
JVS: En ese caso hubo dos posiciones en mi
Sala. Algunos que opinaron que se debía anular el juicio para acopiar nuevas
pruebas, por lo que votaron por la nulidad. Y estuvimos los que dijimos que si
no hay pruebas debe absolverse, por el principio de que nadie puede ser
condenado sin pruebas, aunque personalmente no tengo ninguna duda de que la
acusada es inocente. Sin embargo prevaleció el criterio de ir a una nulidad y
un nuevo juicio oral.
LP: ¿Se abusa de las nulidades?
JVS: La nulidad es la lavadora de la
justicia. Cuando los jueces no quieren resolver, se lavan las manos anulando y
dándole otra vuelta al proceso. Eso pasa cuando se tiene temor a los grupos de
presión, a los poderes fácticos, a algunas ONG. Los jueces tienen que resolver
conflictos, sujetándose a un plazo razonable. Le cuento el caso de un militar
que tenía un reclamo por resolver durante 29 años de juicio, estando absuelto,
y una vocal quería anular todo lo actuado porque creía que en caso de delitos
de derechos humanos no debe haber impunidad. Pero su posición hacia eterno el
proceso judicial.
LP: También se recuerda su posición en el
juicio sobre Barrios Altos.
JVS: Por el que La Primera casi me fusila.
La sentencia en ese caso es impecable. Y el Consejo de la Magistratura que la
analizó, convalidó lo que habíamos hecho. No hubo impunidad, pero si hubo
rebaja de penas, porque en algunos casos había condenas de oficio. Las penas
que se aplicaron correspondían a los delitos que habían sido señalados por la
Corte Internacional de Derechos Humanos y la rebaja que se aplicó respondía a
una compensación por el plazo excesivamente dilatado que había tomado resolver.
LP: Pero luego se anuló la sentencia.
JVS: Eso ocurrió cuando yo estaba de
vacaciones, en un acto ilegal y delincuencial. La sentencia sustitutoria se
hicieron cosas gravísimas como decir que en casos de derechos humanos no se
aplica el principio de legalidad, o considerar que un delito como la asociación
ilícita para delinquir, que es un delito autónomo, era uno de lesa humanidad,
lo que es un delito de lesa juridicidad. Es gravísimo.
LP: Hace poco usted opinó sobre la
resolución que ordena el traslado de los presos que están en la base naval a un penal común…
JVS: Lo que ocurre ahí es que no hay una
resolución, porque el habeas corpus requiere de un mínimo de tres votos y sólo
hay dos. Pero el fondo del asunto es que los presos civiles deben estar en
penales civiles y los penales militares deben usarse sólo para casos que están
dentro del Código de Justicia Militar y las normas militares. Por ahí he
escuchado que el presidente de la Corte de Lima considera que la Base Naval es
un penal civil porque está a cargo del INPE. Eso no es verdad porque por más
que el INPE esté allí, todo el contexto que rodea la prisión es el de un
cuartel y eso es una prisión militar. Lo que debe hacer el señor Pérez
Guadalupe es crear y dirigir prisiones civiles seguras. Así que el fallo de los
jueces no debería aterrorizar a nadie. Pero
insisto que esta resolución aún está incompleta porque falta un voto. Ayer
escuché a Aníbal Quiroga que piensa como le estoy diciendo.
LP: A propósito de esto, tengo entendido
que los habeas corpus suben al Tribunal Constitucional solamente cuando el que
pierde es el que ha hecho la demanda.
JVS: Es verdad. Ese es el criterio
establecido. Pero ahora existe una doctrina caviar que permite que en ciertos
casos, los demandados vayan hasta el Tribunal Constitucional cuando han
perdido. Es una justicia ajustada a los intereses de los que pueden resultar perdedores.
LP: ¿Cuántos años tiene usted de Juez?
JVS: Este cuatro de abril cumplo diez años
en esta función.
LP: ¿Antes de ser Juez a qué se dedicaba?
JVS: Era abogado libre. Fui notario cinco
años, pero me sentí muy reducido en esta función.
Responsabilidades presidenciales
LP: Al margen de los casos específicos, me
gustaría que me diera su opinión sobre la responsabilidad de los presidentes en
los casos de indultos
JVS: El indulto es un acto jurídico
personalísimo del presidente de la república, que no se puede delegar. Es como
el fallo de los jueces que no puede hacerlo otro en vez de él. El indulto es el
único acto de esta naturaleza en el que el presidente está sólo frente a su
conciencia. Eso no quiere decir que el presidente no pueda ser inducido a
error, como podría haber sido en el caso Crousillat. Pero en ese caso lo que
corresponde es un procedimiento de nulidad de acto jurídico que establecerá los
errores cometidos y las responsabilidades correspondientes. El presidente no lo
puede anular después de haberlo otorgado, igual que un juez no puede anular sus
propias sentencias.
LP: ¿Qué opina del Tribunal Constitucional
que tiende a convertirse en una especie de última instancia a la que van en
revisión las decisiones de la justicia?
JVS: Yo creo que la única solución es que el
Tribunal Constitucional establezca su sede física y jurisdiccionalmente en la Corte
Suprema y se acabe esta situación absurda de que no se sepa donde terminan los
procesos. No olvide que los jueces ejercemos el control difuso de la
Constitución, mientras que al Tribunal le corresponde el control directo.
LP: ¿Cabe hablar de una figura de
delegación de funciones presidenciales a alguien de confianza del presidente
como su esposa o un asesor?
JVS: El ejercicio de la presidencia es una
actividad personalísima, que no admite delegaciones. Nadie puede irrogarse
funciones que no tiene ni intervenir en actos de gobierno cuando no tiene
respaldo legal para ello. De esa forma Vladimiro Montesinos era un usurpador,
que tomaba el nombre del presidente y que sustituía al jefe del SIN. Pero lo
mismo se puede decir de cualquier otra persona que asume funciones que no le
corresponden, sino al presidente y sus ministros.
LP: ¿Qué le parece el caso La Parada y la
actuación de la alcaldesa de Lima?
JVS: ¿Están ganando, no? Hasta han
instaurado un nuevo principio jurídico, que se puede desalojar directamente si
se tiene la fuerza. Pero es verdad que la estrategia de los comerciantes era la
de hacer interminable el conflicto apelando a resoluciones judiciales muy
discutibles. Bien por la Municipalidad. Ahora es la izquierda la que está
eliminando los nudos sociales de la ciudad en comercio mayorista y transporte.
Parece que la derecha está esperando que le pongan la mesa servida.
Fujimorismo y anticaviarismo
LP: Para concluir permítame una pregunta
atrevida, sobre usted hay dos imágenes recurrentes, la del juez fujimorista y
la del enemigo acérrimo de los caviares. ¿Qué nos puede decir de ello?
JVS: Nunca he sido, ni soy fujimorista. No
he trabajado para el gobierno de Fujimori y al contrario he sido vetado por
ellos para ocupar el decanato de Derecho en San Marcos e impidieron también que
postulara a la Defensoría del Pueblo. Los fujimoristas son los caviares que sí
trabajaron para el régimen de los 90 y que ahora son enemigos de Fujimori. Me
refiero a los fujicaviares como Eda Rivas, Juan Jiménez, César San Martín, José
Ugaz y el periodista Álvarez Rodrich que después de caído ese gobierno se
olvidaron de lo que fueron y de donde cobraron sus sueldos. La leyenda sobre
que soy fujimorista viene de ellos, porque en mis fallos nunca ha primado el
antifujimorismo o el antiaprismo, sino lo que considero que se ajusta a la
ley.
02.04.14
2 comentarios:
Nada de "anónimo", sou Ambrosio.
Interesante, Raúl. Por momentos fue una reunión de admiración mutua, en otras te dieron la contra.
En mi opinión los jueces debería ser anti figuttes. Desafortunadamente el doctor Javier Vila Stein lo es. Buena definición de fujicaviares, con los ejemplares Eda Rivas, Juan Jiménez, César San Martín, José Ugaz y el periodista Álvarez Rodrich. Lástima que no dio de ejemplo de caviares marxistas, tus amigotes del Haití y Tiendecita Blanca
Los marxistas leninistas maoistas han hecho más daño que los fijimoristas al Perú. ?Por qué no le los persigues con tu celo inquisidor, Raúl?
Saludos,
Ambrsosio
Nada de "Ambrosio", soy Anónimo comechado aprista, vivo de las coimas y mi jefe ALAN me ha encargado trolear a Raúl Wiener.
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