De acuerdo a la última encuesta de IPSOS Apoyo, los sectores A y B de la sociedad peruana y los habitantes de la siempre incomprendida ciudad de Lima, están sumamente contentos con que tengamos un presidente “trabajando en programas sociales para los pobres” y de que se esté “realizando un cambio para la mejora del país”. En efecto, según las cifras presentadas, un 51% aprueba a Humala por el primero de estos conceptos y un 40% por el segundo. Todas las demás consideraciones están bastante por debajo de esos rangos, por ejemplo 28% estima que se está “trabajando para la mejora de la educación” (¡) y 26% que hay “buen manejo de la economía”.
Pero ocurre que a Humala lo apoya el 64% de A y el 59% de B, así como el 52% de Lima, cifras que sugieren inmediatamente que en los sectores más acomodados de la sociedad peruana (donde OHT era odiado y temido), y en la ciudad que le fue más esquiva para las elecciones, el presidente se ha hecho extraordinariamente popular y que es en esos ámbitos donde más se aplauden las políticas de pobres y el supuesto cambio. ¿No les parece sumamente raro? Podría haber sido más bien que A y B, más Lima, estuvieran aprobando a Humala porque trabaja en políticas para los más ricos (que lo hace) y porque no hizo ningún cambio de los que había prometido. Pero ese parece que no fue nunca el sentido de las preguntas.
La aprobación de Humala, siempre de acuerdo a Ipsos Apoyo, es de 48% a diciembre. El sector C (clase media baja) le otorga 50% de respaldo y D y E se encuentran por debajo de la línea media. De todo eso se deduce que los sectores populares inciden más en los valores negativos que se le aprecian al régimen: falta de seguridad ciudadana (46%), alza de precios (43%), mentiroso (38%), corrupción en el gobierno (37%). ¿Por qué si hay tantas opiniones en los sectores altos a favor de las políticas de pobres, estas no se repiten y amplifican en los supuestos beneficiarios de los sectores bajos?
La respuesta es simple: no hay tales grandes programas para pobres. Las nuevas creaciones del humalismo son tan focalizadas y de tan pequeña envergadura que no inciden sobre la distribución de la riqueza y no se reflejan en la encuesta. Mucho menos hay un “cambio” que impacte en la conciencia de los que votaron por transformar el país. Entonces lo que se puede concluir es que estamos ante una falsa percepción: para la elite de la sociedad este gobierno es mejor que los anteriores porque tiene a buena parte de los pobres en el bolsillo con programas sociales y promesas de cambio, lo que equivale a una valoración política que funciona en tiempos de relativa paz social como en estos días.
Para la mayoría de los sectores populares en cambio este gobierno se está convirtiendo en uno cualquiera, cuyos programas sociales se van haciendo irrelevantes y cuyas promesas ya ni se recuerdan. Los temas que ahora preocupan a los que no quieren a Humala, son los de la vida cotidiana. Hago todo este ensayo de relectura porque muchos colegas se tropiezan en el análisis de la encuesta: ¿cómo es que el presidente es tan aplaudido en A, B y Lima, y a la vez sale más que aprobado por programas para pobres y supuesto cambio social? Evidentemente no hay suficiente congruencia, pero muy pocos se plantean el problema.
19.12.12
www.rwiener.blogspot.com
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