Si había un punto que concentraba la fuerza del nacionalismo del
candidato Humala, ese era el del gas. Soy testigo de la cantidad de veces en
que diversos expertos le explicaron por qué el Perú fue estafado con el Contrato
de Camisea, al entregar pozos con reservas probadas como si fueran inversiones
de riesgo favoreciendo a un conjunto de empresas privadas; asimismo cómo fue
que se urdieron las normas para posibilitar la exportación del gas del Lote 56
y se embargó la cuarta parte de las reservas del Lote 88; por qué fracasaron
los proyectos de masificación e industrialización del gas; y las razones
contractuales que hacen que gas licuado que sale de los pozos de la selva sea
cobrado a los peruanos como si fuera de origen petrolero, cuando no lo es
encareciendo el precio final.
En el frontis del local de campaña de Gana Perú, se colocó un enorme
cartel con la foto de Ollanta convocando a la recuperación del gas. Ese llamado
permaneció en su sitio cuando el candidato empezó a cambiar el tono de sus
propuestas y correrse al centro derecha en un montón de temas. Aún la famosa y
poco leída Hoja de Ruta habla del uso nacional prioritario del gas natural, la
renegociación del contrato sobre el Lote 88 y la rebaja del precio del GLP en el
mercado interno. Obviamente todo este énfasis respondía a la convicción de que
las cosas se habían venido haciendo mal y que había que corregir muchas cosas.
Eso quedaba además evidenciado en la selección de tres importantes críticos de
la política sobre el gas en puestos claves de gobierno: Carlos Herrera,
ministro de Energía y Minas; Aurelio Ochoa, presidente de Perupetro (entidad
responsable de las concesiones y contratos en materia de hidrocarburos); y
Humberto Campodónico, presidente de Petroperú.
Han pasado 17 meses y dos de los mencionados ya no están en sus puestos y
los rumores del cambio del presidente de Petroperú van en aumento. En marzo de
este año, sin embargo, el gobierno parecía estar comenzando a imprimir una
orientación de nacionalismo petrolero, a pesar de los ministros Castilla y
Merino cuya presencia hacía pensar en otra cosa. En aquel mes, que ahora parece
remoto, Humala hizo una escenificación de la recuperación del gas del Lote 88
que a algunos les recordó la ocupación de Talara en 1968, con el ejército
marchando para afirmar la decisión soberana. Días después se anunció la
construcción del gasoducto andino y el proyecto petroquímico del sur. Pero todo
empezó a despintarse en los siguientes días: el Lote 88 aún no se devuelve, porque
parte del consorcio no lo quiere; el gasoducto de la sierra se convirtió en
etanoducto de la costa y luego volvió a la sierra pero en un diseño que asegura
la construcción de la mitad de la obra y pone en veremos la petroquímica, la
industrialización y la masificación del gas.
Y como cereza del pastel, el gobierno supuestamente nacionalista y
reivindicador ha nombrado, después de tres cambios a lo largo del año, como
nuevo presidente de Perupetro al hasta hace poco viceministro de Energía, Luis
Ortigas Cúneo, en cuyo currículum figura ser el hombre que elaboró el Contrato
de Camisea, como presidente del Comité Especial nombrado por Fujimori y
ratificado por Paniagua, el que vio su
aplicación como responsable del seguimiento bajo Toledo y el que se
encargó del diseño del proyecto exportador. Es decir el culpable de todo lo que
denunciaba Ollanta. Increíble, pero es verdad.
27.12.12
www.rwiener.blogspot.com
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