Nada más sencillo que hablar
de sentimientos maltratados en días de navidad. Eso parece haber motivado al
falso chino de la DIROES a escribir su cuarta carta desde el encierro en la que
esta vez se queja del cambio de la jefatura y el personal del penal que ocupa
en calidad de único detenido y que da a entender que se tratara de algunos
buenos amigos con los que quería pasar las fiestas de fin de año.
Todos sabemos de las visitas
familiares, políticas y de las otras que llenan las horas del exdictador en el
local que le han asignado para cumplir esta condena. Así que es difícil
comprender esa queja de soledad que se expresa en la cuarta carta que no sea
para mover otra vez el ambiente político y presentar al condenado a 25 años de
prisión, como víctima cuando ha cumplido siete años desde que lo capturaron en
Chile.
Claro que lo que da ganas de
preguntarse es cómo era la política de prisiones de los 90 para saber si el
quejoso de hoy le preocupaban las condiciones de vida y las navidades de los
que tenía encerrados. No olvidar que varios de los elementos de ese período
continúan vigentes y que una de las retahílas más socorridas del fujimorismo es
acusar a los políticos de la transición 2000-2001, por la “flexibilización” del
sistema y anunciar que su oferta en caso de llegar al poder sería una mayor
drasticidad carcelaria.
Tres prisiones emblemáticas
marcan la gestión de Fujimori: la primera es Challapalca a 5 mil 200 metros de
altura, hacia donde trasladó a los presos problema (no se atrevió a hacerlo con
los de terrorismo) y que ha sido reputado como un área de tortura cotidiana
para los presos que deben resistir el frío y la soledad (casi nadie puede
visitarlos). El Perú ha sido requerido varias veces para que cierre esta prisión
inhumana pero las autoridades, incluido el inefable señor Pérez Guadalupe, se
han negado a hacerlo.
La segunda, es Yanamayo, a
más de cuatro mil metros, un poco más arriba de la ciudad de Puno, que
permanecía con las ventanas deliberadamente abiertas (bloqueadas con barrotes),
para que el viento helado atacara a los presos por la noche, a los que además
sólo se les permitía una frazada para protegerse. Aquí se puso a una parte
importante de los presos por terrorismo, no importando si venían de climas cálidos.
Finalmente estaba la base naval, sujeta al llamado “régimen cerrado” que
restringía las visitas y los contactos con el exterior, asilando a los que estaban dentro.
No estamos discutiendo aquí
la calidad de los presos, ni que tampoco que la condena de AFF sea por poca
cosa, como parece creer el hombre de las cartas. Lo fundamental es que la
prisión es dura porque supone encierro, pero hay quienes le agregan sadismo al
sufrimiento de no poder salir y uno de ellos fue precisamente Fujimori. ¿Se
imaginan las navidades que habrán pasado algunos de sus presos?
Pero el tipo ya no es sólo el
llorón de un cáncer en remisión y bajo tratamiento, sino el caballero deprimido
que no aguanta más el encierro y poco menos que en el tono en que gritó que era
inocente, ahora nos espeta a la cara ¡Quiero mi indulto!!.
Y a eso añade: quiero a mis
carceleros, quiero mis médicos para que hagan el informe, quiero mis visitas
nocturnas… quiero y quiero, como si desde la cárcel siguiera gobernándonos como
hace veinte años.
24.12.12
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