Los señores
Carlos Cabrera Oliva y José Luis Hernández Cahuas me han enviado sendas cartas
de rectificación negando trabajar para la revista eeé y presentando como argumento probatorio de que siendo
funcionarios del Estado no podrían participar de proyectos periodísticos como
ese. Cumplo con anotar lo que estos señores dicen a pesar de que no solicitan
hacer pública su protesta.
Pero precisamente
la nota que los alude del 18.12.12, lo que advierte es de la contradicción
entre pertenecer a la planilla pública y haber participado en concursos de
selección para asesorías en asuntos de comunicaciones del ministerio de Energía
y Minas y tener como tarea (de acuerdo a las informaciones recabadas de buena
fuente) la defensa de los planes y cabriolas del ministro a través de una
publicación de tono chicha que aparenta “independencia”.
El asunto me ha
hecho pensar además en la “rectificación” que el primer ministro Juan Jiménez
Mayor ha hecho circular en los medios para negar su intervención en las
elecciones para la presidencia de la Corte Suprema, llamando uno por uno a los
vocales con derecho a voto para convencerlos de hacerlo por el Dr. Luis Felipe
Almenara Brysson que aparentemente se había convertido en la carta del gobierno
de Humala, luego de haberlo sido de Fujimori en los años 90.
El que era
inicialmente el candidato más fuerte a la presidencia del Poder Judicial, el
Dr. Duberlí Rodríguez fue el que mencionó el caso como uno de los aspectos que
motivó su desistimiento final y el traspaso de su apoyo al doctor Enrique
Mendoza, que resultó elegido para el cargo a pesar de contar con muy pocos
votos propios. Luego de conocer el desmentido del premier, Rodríguez ha
apuntado que no tiene nada que agregar a lo dicho y ha cerrado el debate.
Y, claro, ¿ahora
a quién le creemos? Porque al margen de que Jiménez es un especialista en
desmentirse, lo que hay que plantearse son efectivamente varias preguntas: ¿es
posible concebir que el gobierno fuese indiferente a lo que podía suceder en un
espacio clave como es la presidencia de la Corte Suprema?, ¿entre un candidato
que a pesar de sus esfuerzos por reflejar moderación era visto como “demasiado
a la izquierda” y otro que representaba lo más tradicional y conservador de la
Justicia peruana, en cuál bando cree que se colocaría el gobierno y su primer
ministro?, ¿cómo se voltea una mayoría de varios meses hacia la hora límite si
no es bajo presión del poder?
Pero Jiménez dice
que no lo ha hecho con la misma convicción con que Villena negaba que hubiese
habido un incidente en Arequipa y que hubiese agredido a una trabajadora. Es
decir lo niega porque no lo puede confirmar porque su cargo no le permite
formalmente interferir en otro Poder del Estado y como Almenara, Rodríguez,
Mendoza y otros no van a salir a discutir con él, muchos nos quedaremos con la
sensación de que Duberlí nos trasmitió una verdad que armaba todo el cuadro de
lo que había pasado, pero Jiménez se limpió y nadie irá preso.
Las posibilidades
del poder para desbordar sus límites y generar intervenciones ilegales no
reconocidas, como puede ser una publicación para demoler críticos de una
sospechosa política errática de un ministerio, o invadir una elección entre
jueces luego de un año de relaciones difíciles entre el Ejecutivo y el Poder
Judicial, existen evidentemente. Y si alguien los ampaya, la santa solución es
niégalo, a ver si la prensa puede probarlo.
22.12.12
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