El gobierno de Ollanta Humala lleva once meses, ocho de los cuales han estado dedicados al proyecto Conga y al pleito con Cajamarca. Lo que quiere decir que si la cosa sigue, y Valdés y Santos siguen en el centro del escenario (uno como premier, y el otro satanizado y, si pudieran, detenido como hicieron con Mollehuanca), se dejará de hablar de un “gabinete Conga”, para referirse a un “gobierno Conga”, o como dice la congresista Verónika Mendoza: se habrá consumado la gran transformación de Ollanta Humala en el presidente de un gobierno militar-minero, orientado a viabilizar el tipo de Estado de las privatizaciones y concesiones que fundó Fujimori, en contra de su mensaje electoral y de la gente que más creyó en su persona.
Cajamarca es un laboratorio del viraje cincuentero de Ollanta Humala. Ahí se trabaja ahora a todo dar una confrontación de masas contra masa para resolver el conflicto prolongado. Eso empezó con la movilización pro-Conga en vísperas de la huelga indefinida que mostró que el sector favorable a la minería también era importante. En esa movida estaban no sólo el exalcalde Guerrero que también anda negándose a sí mismo, tal vez pensando que esta es ahora la vía para lograr protagonismo político, sino toda la mancha fujimorista que, como expliqué en otra nota, logró un notable 34% en primera vuelta y ganó en la capital en la segunda. Pero a este frente casi natural, se sumaron los enviados de Lima del gobierno nacionalista, que ya no fueron a buscar a sus militantes, qué adónde estarán, ni menos a sus aliados de campaña que ahora están en el campo de la lucha, sino Absalón Vásquez y las Cámaras de Comercio y Turismo, que son ahora los que sostienen la política oficial.
La polarización ese fantasma que convirtió a Humala en el otro polo en el 2006 y que casi produce un terremoto electoral en el sistema, y que en las del 2011 trató de diluir convirtiéndose en “mal menor” frente a Fujimori y dispuesto a pactar con sectores de la derecha, pero que estuvo presente como telón de fondo dela decisión del 5 de junio, ha tomado clara expresión en lo que ocurre en Cajamarca, donde la definición final de las elecciones fue de 51% a 49%, a favor de Gana Perú, y en donde ahora hay dos fuerzas enfrentadas donde el único que ha cambiado de puesto es el que como candidato fue a decir que el agua estaba antes que el oro respecto específicamente al proyecto Conga, punto que hiere la sensibilidad de mucha gente en Cajamarca y que debe agitar el sueño del presidente. En el mismo intento de dividir a los alcaldes convocándolos a un diálogo con prebendas locales que se define como “desarrollo”, se ve la línea que atraviesa a esta histórica y decisiva región. Por más empeño de los periodistas de la gran prensa ninguno de ellos quiso criticar la huelga y al presidente de la región. Una evidencia de lo difícil que es sumar fuerzas en medio de la crisis, sobre todo en la gente del campo que es la más sensibilizada.
De alguna manera “Conga va” y “Conga no va”, simbolizan al país del no cambio (todo queda como fue pactado por anteriores gobiernos) o el que empieza a discutir la “nueva minería”, el nuevo modelo de crecimiento y la inclusión social, con las organizaciones del pueblo, respetando sus puntos de vista y sin represión.
29.06.12
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