O sea, que la gran transformación era en realidad un gran disparate que venía siendo seguido por “apenas” un 31% de la población del Perú (más o menos 4 millones y medio de personas), mientras que la Fujimori tenía 23% y los demás debajo de 20%, y que en vista de la “derrota” de Humala (de no conseguir el 50% más uno) y el “triunfo” de los que no habían votado por él, uno de esos días entre primera y segunda vuelta el comandante, contra el que la derecha conspiraba día y noche, se iluminó y descubrió que la verdad estaba a 180º grados de donde se había movido durante 11 años, o tal vez sólo se dio cuenta que no iba a ganar criticando el modelo económico, así que pasó a defenderlo.
La “hoja de ruta” y el “juramento de San Marcos”, resultan de esta forma, los nuevos documentos fundacionales del humalismo y mala suerte a los que no se dieron cuenta de lo que estaba pasando, y siguieron creyendo que las promesas recibidas de la boca de su candidato en su propio pueblo, y repetidas curiosamente en la campaña de segunda vuelta, seguían vigentes, y los que imaginaron que la “hoja de ruta” era un compromiso limitado, con la democracia liberal (Toledo-Vargas Llosa), para garantizarles cierto marco a las reformas para que pudieran ser respaldados por ellos, como lo explican sus propios autores. Pero ahora, según la editorialista de los fines de semana de “EL Comercio”, lo que hizo Humala fue echar al tacho el “disparate” en la cara de todos y adoptar el programa de sus enemigos, y los sonsos fuimos los que no nos dimos cuenta.
Entonces el presidente no le ha fallado a nadie, salvo a ese pequeño grupo de 4 millones y medio, que lo hicieron llegar a la segundas vuelta, sin lo cual nunca hubiera podido elegirse como presidente, y que se creyeron que entre la gran transformación y la hoja de ruta, y que entre el Ollanta originario y el del 2011, había continuidad. Mala suerte dice la que hace una semana afirmaba, también editorialmente, que no había lugar al diálogo en Espinar, porque el primer artículo de fe del sistema que ahora ha acogido a Ollanta, es que el destino de las utilidades lo decida la empresa sin negociación con auspicio estatal, y el segundo, que Xstrata no contamina, aunque una nota del 28 de marzo, en su propio diario titulaba: “Minera Xstrata es investigada por contaminación de dos ríos de Cusco”. Claro, así es ella, no lee su propio diario porque está obsesionada con todo lo que le parece de “izquierda”.
Pero aquí el problema no es, como parece suponerlo la zarina del principal grupo mediático, que se cerró la ventanilla de reclamos por el voto que se dio y por la protesta que no se hizo cuando se firmó la “hoja de ruta”, que ahora se define (sin leerla) como todo lo opuesto al programa inicial. La derecha bruta y achorada puede burlarse de la forma como la izquierda y los liberales perdieron el poder que ayudaron a conquistar a Humala. Muy bien, pero están muertos de miedo, ahora, porque mucha gente por este efecto ha perdido la esperanza en una democracia de farsa que permite virajes de 180º, según sus propia palabras. ¿Y qué creían que se iban a burlar los electores y sus esperanzas y que estos iban a quedarse tan tranquilos hasta que aparezca el próximo mentiroso?
09.06.12
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