¿Se acuerdan cuántos diarios y televisoras apoyaban a Kouri en las municipales del 2010, a pesar que sabían que su candidatura era improcedente porque hasta antes de lanzarla era presidente regional del Callao? ¿Acaso no decían que no hay que ser muy estrictos, porque el pueblo (las encuestas) lo quieren?
Por entonces, Lourdes Flores parecía una radical hablando de ética y política, y casi no tenía prensa que la sostenga. De pronto se cayó Kouri por una decisión del JNE, al que se criticó de formalista y legalista. Y en el vacío, todos los grandes medios viraron hacia Lourdes a la que antes le habían pedido que se retire. Pero casi en paralelo se empezó a percibir el avance de Susana, desde muy atrás hacia adelante.
Pero la gran prensa no vio el fenómeno hasta que había escalado muchos puntos y ya era un auténtico competidor con posibilidad de victoria. Entonces se desató la histeria, los titulares con el puño en alto, que indicaban supuesta afinidad con Abimael Guzmán; o que destruyó el vaso de leche (a pesar de ser uno de sus iniciadores); o que el SUTEP se apoderaría de la educación en Lima; entre otras mentiras.
Pero no pudieron pararla, a pesar de contar con el casi solitario apoyo de este diario que pensó que era momento de votar por una alternativa progresista para Lima Metropolitana.
La derrota de los medios sería histórica sino hubiera sido seguida por la de Humala, unos meses después. Aquí pasó lo mismo: ignoraron al candidato que había logrado 47%, cinco años antes, al que lo mandaron al cuarto o quinto lugar de las encuestas, y ya no figuraba en las noticias porque sin duda había la consigna de hacerlo invisible. Eso duró hasta marzo, a menos de un mes de la elección, cuando los encuestadores empezaron a evidenciar que el comandante seguía insistiendo y empezaba a crecer rápidamente.
Entonces, idéntico que en las municipales, los mismos medios, y similares titulares y estridencias llenaron la escena. Aquí además no había cómo decir que era una sorpresa, porque se habían “sorprendido” con la misma persona en dos elecciones presidenciales sucesivas, y porque acababan de fracasar en parar a la izquierda moderada en las municipales.
Así que Ollanta ganó la primera vuelta y soportó el chubasco de la segunda vuelta, que tuvo por momentos visos de delirio: por ej. el programa de Bayly. Y la población, 8 millones de peruanas y peruanos votaron contra esos medios que hoy se sienten vencedores y desafiantes, debido al giro de 180º de Ollanta Humala.
En el municipio quisieron recuperar su derrota con la revocatoria, y en el gobierno nacional con la infiltración y el sometimiento del presidente. Sobre esto último, cualquiera ve que Humala evade pelearse con los medios aun cuando han sido más feroces que su gobierno. Ha preferido silencios largos y entrevistas previamente arregladas.
Por todo esto, a estas alturas, ya se ha metido en la conciencia de muchos que el presidente tiene verdadero terror a las campañas mediáticas, que varias veces han recaído sobre algunos de sus ministros o parlamentarios, sin que saque la cara por ellos. El caso más reciente es el de Verónika Mendoza, que no se fue por “roja”, sino porque nadie apoyó su campaña contra la contaminación en Espinar que ahora todos saben que era válida.
Pero: ¿por qué temer a los medios que nunca pudieron torcer la voluntad del pueblo? Es algo que Ollanta tendrá que explicar algún día.
10.06.12
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