Algunos comentarios en la red me emplazan porque
supuestamente soy “tolerante” con el movimiento gay e “intolerante” con el
cardenal Cipriani. Me parece que esto abre una buen oportunidad para aclarar
algunas cosas:
(a) Mi
asunto con el tema de la Unión Civil y los derechos homosexuales no es de
tolerancia, sino de solidaridad y apoyo a una causa que considero justa. La
mirada que suscribo no es la de los que dicen con tal que no se metan conmigo
que hagan lo que quieran con sus cuerpos. Para algunos esa puede ser una
actitud de neutralidad en la controversia. Y, sin duda, es respetable. Pero lo que
quiero decir es que he elegido ir más allá, hacia un compromiso activo, que
tiene que ver con el tipo de sociedad que espero que alguna vez exista, en la
que nadie sea menos que otro, y no haya temor a ser avasallados.
(b) El
otro punto, es la cuestión de Cipriani, que ocupando la cabeza de una enorme
feligresía, pretende usarla como masa de maniobra para presionar al Estado y
obligarlo a someterse no sólo a una visión reaccionaria y prejuiciosa, sino a
no viabilizar las iniciativas igualitarias. El sólo concepto de referéndum para
decidir sobre los derechos de los homosexuales refleja lo que es exactamente
una visión intolerante que en nombre de una presumible mayoría pretende
arrinconar a los que no son parte de ella. El tema con Cipriani, por cierto, no
es de tolerancia o intolerancia, sino de poder, del descomunal poder de la
iglesia y el retardo que eso produce al progreso y a la convivencia civilizada.
Es más que evidente el contraste entre el mensaje del Papa
Francisco, que trata de sacar a la iglesia de los casilleros en que la
encerraron los dos anteriores pontífices, con la lógica medieval de nuestro
primado eclesiástico. En el caso de la Unión Civil, además, hace rato que se
desbordó las dicotomías izquierda derecha, cristianos y ateos, heterosexuales y
homosexuales. La marcha que inundó Lima y llegó hasta la Plaza San Martín, no
era exclusiva de nadie, porque hay muchísimas personas de cualquier tendencia
político-ideológica, o de las confesiones religiosas más variadas o no
creyentes, y de la orientación sexual que sea, que creen que ya llegó el
momento de dejar de ser un nación anacrónica, en la que todavía se debaten los
derecho de los personas, aunque nunca los de las empresas, y a esos se les
llama “liberales”.
No estuve en la marcha porque mi salud me lo impide. Pero mi
corazón estaba con los que luchan por una libertad verdadera. Yo creo que una de las virtudes del movimiento
por la Unión Civil es que nos está enseñando a sacar lo mejor de nosotros. Por
un momento hemos visto un objetivo común que puede estar más allá de nuestras
diferencias habituales.
17.04.14
3 comentarios:
Nada de “anónimo”, soy Ambrosio
Estimado Raúl:
“Solidaridad” significa “adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”. Énfasis en “circunstancial”, Raúl, o sea variable. A los progres les encanta la palabreja esa. A estas alturas del partido, Raúl debería saber que la homosexualidad no es “circunstancial”, ni inevitable, ni una enfermedad como la viruela. Simplemente es, existe entre, hay cálculos, en el 10% de la humanidad. ¿Unión Civil entre dos hombres o dos mujeres, con derechos equivalentes legales a los de un matrimonio, como herencia para empezar? Por supuesto que sí desde mi punto de vista. Conozco parejas de homosexuales, viviendo juntos años, que se comportan mejor, más saludablemente que amigos casados.
Matrimonio de un hombre con otro hombre, o una mujer con otra mujer, pues no. Para mí matrimonio, la institución fundamental humana, la más antigua, sólo es entre un hombre y una mujer. Nada impide, si se permite el matrimonio homosexual (como en parte de EEUU y Europa), que una mujer pretenda casarse con su gato, o un hombre con su perro.
Anda Raúl. Odias a Cipriani casi tanto como Monseñor Luis Bambarén.
El Cardenal hace lo que él cree que debe hacer; a ti no te molesta porque lo asocias a Fujimori. Debes ser tolerante con el pensamiento de los demás, no sólo de boca para afuera. La Iglesia católica peruana tampoco tiene “descomunal poder”, ni existe, por parte de la Iglesia, un “retardo que produce al progreso y a la convivencia civilizada”. ¿Has visitado el Vaticano? ¿Sabes lo que se puede leer en la Biblioteca Apostólica Vaticana? Más respeto con el cristianismo, el movimiento que propuso el concepto revolucionario de que “todos somos iguales” y que “debemos amarnos los unos a los otros”. La Iglesia de Roma, en el vilipendiado Medioevo, copio y conservó los libros de la Antigüedad de Aristóteles, Platón, etcétera; hasta “Sobre la naturaleza de la cosas”, de Lucrecio, el libro fundamental de los ateos, fue conservado.
Deja de ponerle apellidos a la “libertad”. Libertad es la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. Deliras pensado que sólo tú, y los de tu tribu, saben los que la “libertad verdadera” es.
Saludos afectuosos,
Ambrosio
PD. No soy católico, ni creyente.
Sobre la naturaleza d la cosas, por Lucrecio.
http://www.biblioteca.org.ar/libros/89401.pdf
Biblioteca Apostólica Vaticana
http://www.vatlib.it/home.php?ling=it&res=1600x1200
Este Troll Ambrosio Anónimo se manifiesta exactamente igual que otros Troll anteriores (¿No, Rebeca Enciso Zorba?). Debe ser el mismo, con otro nombre que no se atreve a poner, porque no se percaten que no hay mas que uno, por cobardía y para no comprometer la fuente de ingresos. Se le nota en el modo de empleo del manual de Schopenhauer y del supino y falaz modus operandi. Que esté en esta chamba indica que la DBA alanista entiende que a Raúl Wiener "hay que marcarlo". Y eso significa que si bien una pulga puede que no detenga una locomotora, sí llena de ronchas al maquinista. Este Troll Ambrosio Anónimo no es más que un intento desesperado de ser roncha.
Qué triste este Ambrosio. A las parejas homosexuales que conoce y le parece ejemplares, por sus posibles intensiones de matrimonio, les compara con animales. Debe andar solo el pobre.
Por otro lado, el artículo no menciona el matrimonio gay y ningún promotor de la unión civil lo pidió. Los conservadores fueron quienes lo metieron en el debate. Liberales que no creen en el progreso y que siguen temiendo parar en algún infierno de Dante. Patético.
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