El pedido de perdón de Keiko revela muchas más cosas que la camisa celeste de Ollanta Humala. Es verdad que ambos candidatos están obligados a ir más allá de donde llegarían normalmente para contrarrestar las corridas de rechazo y asegurar las nuevas corrientes de opinión. Pero mientras el nacionalista trata de diluir al militar y al rebelde que hay en él para suavizar su imagen, y guardar distancias con el entorno de gobiernos izquierdistas en América del Sur en aras de su independencia, la hija del prisionero de la DINOES ha debido ceder en un aspecto mucho más importante que va a la sustancia de lo que ella representa: reconocer que el fujimorismo fue un régimen que incluyó graves faltas y delitos.
Ciertamente este reconocimiento es de factura electoral y busca reducir las resistencias que la rodean. Pero la pregunta es si Keiko Fujimori o el fujimorismo como tal, pudieran ser algo sin la reivindicación del régimen de los años 90. Eso que se suele llamar el voto duro naranja que se mantuvo estable en las encuestas desde las primeras encuestas hasta el final: ¿se explicaría fuera de la memoria del gobierno de Alberto Fujimori?, ¿alguien entendería los votos de Kenji y Santiago Fujimori, fuera de esta antecedente, y la popularidad de la propia Keiko? El fujimorismo como corriente política no significa nada, salvo la supuesta energía y eficacia que el patriarca del clan familiar y político impuso a su conducción luego de ganar las elecciones, hace veinte años. Al pedir perdón Keiko Fujimori está sacrificando identidad por poder que es lo que nunc a quiso hacer su padre que vendió siempre la idea de que una vez que tomaba una decisión ya no había retroceso.
¿Cómo sostener que el Perú comienza su historia con la Constitución de 1993 (nótese que pudorosamente no fijan la fecha en el 5 de abril de 1992, sin el cual no habrían habido las leyes de bases del Estado fujimorista ni convocatoria al CCD para que elabore una nueva carta constitucional), si es que ese despertar de los tiempos está ahora obligado a disculparse ante la nación? ¿Cuántos duros fujimoristas habrán sentido que se ha concedido demasiado y que ya no hay vuelta de regreso a lo que se acaba de decir? Por supuesto que lo que uno tiende a pensar es que la candidata está simplemente mintiendo y diciéndoles a sus partidarios que se necesita de este paso para ganar o, lo que podría ser lo mismo, que es lo que le exige la derecha para ayudarla en la elección. Pero si fuera así, de todos modos, ha ido demasiado lejos con esa generalización sobre las faltas y los delitos. Eso ya quedó.
Ahora, en el resto de la elección, los que se conviertan al Fujimorismo contarán la historia de que Keiko no es igual a su papá porque ya pidió perdón, y con eso se creerán excusados, pero muchos otros dirán que es imposible elegir a la heredera de un régimen que no sólo cometió crímenes que nadie puede negar sino que hacer valer una disculpa como pasaporte para volver al poder. Como dice una reputada terapeuta, es el caso del ladrón que pide perdón para que lo dejen entrar a la casa para volver a robar. Algunos además se preguntarán si Alberto Fujimori mismo aceptó que la hija pidiera perdón por lo que él hizo y si con ese acto daba por retirada su famosa proclama de “soy inocente”, o si el caso es que los que están fuera, incluida la hija, han procedido con criterios electorales, dejando al ex presidente para que después se baje del carro de los arrepentidos.
Nuestro análisis es que el pedido de perdón de Keiko Fujimori es una admisión de derrota, un reconocimiento de que el fujimorismo no gana y una fuga hacia adelante para ver si la derecha puede armar algo diferente con su candidatura que retire el foco de atención sobre la DINOES. Pero ocurre que el acusado de cambiar de posición y de vestirse con la piel de oveja es el lobo Humala, y a pesar de la intensidad de la guerra sucia no han podido detener su tendencia al alza y a la victoria en segunda vuelta. ¿Cómo ponerle una nueva piel a la Fujimori, después de tanto apanado al centrismo blanqueador del nacionalismo?
Factores
El perdón es un recurso extremo que refleja la desesperación por una batalla que se está perdiendo. Significa además que el fujimorismo ya sólo puede valer como carta de cambio por la de Humala, bajo la lógica de que podrá imponerse si logra reducir los miedos que inspira, mientras se acrecientan los del otro lado. Y aquí un detalle interesante: la última encuesta de IPSOS Apoyo muestra por primera vez un escenario en el que Ollanta enfrenta un adversario que suscita más rechazó que él. Apréciese el dato:
Nunca votaría por él:
Keiko Fujimori: 35%
Ollanta Humala: 38%
Este dato aparentemente inocente es clave para entender que ahora los votantes de Gana Perú en el sector A sean 22% contra 42% de la Fujimori; y en el B, 34% para Humala y 37% para la Fujimori. Casi que podía decirse que estos votos por Ollanta son contra Keiko, y pueden ser los que terminen decidiendo la elección. ¿Alguien puede creer que el “perdón” modificará esta dura barrera plantada en el camino de la operación naranja?
Hay además otra manera de volver sobre el mismo punto que está decidiendo la elección y es el de establecer quién tiene ahora el voto más duro para segunda vuelta. Esto se expresa e4n la siguiente pregunta:
No variará su voto de aquí a la elección:
Ollanta Humala: 37%
Keiko Fujimori: 30%
Lo que significa que el voto más frágil está al lado de la candidata que hace unos meses aparentaba tener el voto más consistente. Puede decirse de otra manera: lo que está agregando a Keiko, llega con mucho menos resolución que lo hace hacia Ollanta, y esto puede ser determinante en el balance final de proceso. Implica que Keiko no sólo tiene que capturar un mayor número de votos para remontar su desventaja, sino que debe cuidar los que ya tiene que no están plenamente seguros.
Todo esto está reflejado por supuesto en la percepción del ganador que tienen los que electores. En la encuesta de IPSOS Apoyo se constata lo siguiente:
Independientemente de por quién votará, a quién ve como ganador de las elecciones:
Ollanta Humala: 49%
Keiko Fujimori: 36%
Es decir, prácticamente la mitad del electorado ya está viendo un ganador. Más aún si se toma el otro dato según el cual Ollanta Humala va a adelante 42% contra 36%, se concluye que hay siete puntos adicionales a su votación que ya lo dan vencedor, mientras que el porcentaje de votantes de Keiko es igual al de los que creen que ganará.
Este escenario con una tendencia cada vez más definida es el que quiebra los nervios del que va a perder y lo empuja a producir actos de desesperación que normalmente no hubiera hecho.
Es por eso que Keiko pide perdón, y nadie le cree.
28.04.11
www.rwiener.blogspot.com
3 comentarios:
El pedido de perdón de (la) Fujimori no se lo creen ni sus propios partidarios, ya que saben que es simplemente una maniobra electorera. Ahora dice proponer la libre desafiliación de las AFP, quien les dio todo tipo de gollerías a estas entidades, por medio de Marcenaro y el "monstruo miserable" Delgado Aparicio.
Desde ayer sábado 31 y hoy primero no se puede entrar al diario La Primera.No se encuentra el servidor...
Viva la libertad de prensa!
Asesinaron a Osama,Obama es héroe ahora, taparon con este show el asesinato del hijo de Gadaffi y sus tres nietos con las bombas inteligentes, y hoy lunes, todavía no se puede entrar a la La Primera.
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