Lourdes Flores tuvo en el 2006 una frase que debería perseguirla para toda la vida. Luego de la victoria de Alan García en segunda vuelta, con los votos de la derecha, aseguró que lo que debía hacer el nuevo presidente era declarar que se equivocó con su plan de gobierno y admitir que una vez visto el estado del país daba por desechadas las propuestas de revisión del TLC, restitución de la Constitución del 79, eliminación de la renta básica telefónica y los services, sobreganancias mineras, rebaja del precio de las medicinas y otras por “inaplicables”.
O sea que así no más se arreglaba el tema de la oferta electoral. O como también resumió Alan García: “en política no hay que ser ingenuos”. Y los que menos ingenuos han sido, son una pequeña claque de tecnócratas que intercambian sueldos en el Estado, las grandes empresas y los medios de comunicación, que en algunos casos vienen desde el segundo gobierno de Belaúnde (1980-1985), pasando por el apoyo a la candidatura de Vargas Llosa de 1990, la participación en le régimen de Fujimori, antes y después del golpe de Estado, y en los gobiernos de Toledo y García en la primera década de los 2000. Lo más curioso es que estos tipos llevan 21 años perdiendo elecciones y ganando el poder.
Son los que dicen que el Nobel todavía respira por la herida de su derrota ante el chino, que ellos cicatrizaron en pocas semanas –después de haber considerado incluso la posibilidad del golpe-, bajo el argumento de que Fujimori se había apropiado del plan de gobierno de la derecha y quiénes mejor dispuestos para ejecutarlo que la tecnocracia que venía del desaparecido FREDEMO. Esa fue la pauta además para que, años después, en el 2001, la tecnocracia que fue inmune a la crisis de la re-reelección del 2000, y siguió entornillada al MEF de las privatizaciones, se reconvirtiera a “democrática”, apoyara a Lourdes Flores y terminara en el gobierno de Toledo de la mano con PPK. Su viudez por la debacle del fujimorismo les duró tan poco tiempo como las heridas del año 90.
Pero la mejor ha sido, hasta ahora, la del 2006, cuando tenían al frente al que había sido el “peor presidente de nuestra historia” y sobre el cual se construía toda la teoría tecnocrática neoliberal sobre lo que no debe hacerse con el poder. Pero igual se subieron al carro que avanzaba a ser gobierno, en un cambiazo milagroso ocurrido en un sólo día de primera vuelta, en el que amanecieron con Lourdes y concluyeron con Alan apenas conocidos los resultados a las 4 de la tarde, que no daban un segundo lugar claro entre los dos candidatos, pero que ya le decían a toda la derecha y a los aspirantes a cargos públicos, quién era el único que podía ganar. Lo que ocurrió después de esa hora fue convencer a su anterior favorita de que debía declinar.
Así es como se ha hecho la política todos estos años y lo que es tan difícil de cambiar. Por eso resulta tan risible leer a un ex funcionario fujimorista, toledista y garciísta, ahora metido a director de uno de los diarios de la familia Miró Quesada, criticando a los técnicos toledistas que han pasado a apoyar a Gana Perú a los que califica nada menos que de “viudas promiscuas”, en un alegato contra la barbarie, que dice que se viene sobre nosotros. Gracioso, para un derrotado de tantas elecciones y reacomodado de tantos gobiernos. Viuda instantánea que le dicen.
24.04.11
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