A casi dos semanas de conocidos los resultados de la 1era vuelta, el escenario político peruano muestra que sobre el terreno sólo existe un candidato, una estrategia, una propuesta y un equipo de gobierno. Ollanta Humala esta ganando limpiamente la elección. Keiko Fujimori no existe, no tiene un plan de campaña, no tiene una idea de país (salvo el compromiso de no hacer nada de lo que teme la derecha económica y política, y la oferta de programas asistenciales) y está reducida al equipo que procede de los años 90.
Este escenario tiene sumamente irritada y desesperada a lo que podríamos llamar la “derecha fáctica”, la que tiene más que perder en un proceso de cambios, dado los altísimos beneficios y el enorme poder acumulado en los últimos veinte años. Desde el presidente saliente y su ministro de Economía y connotado empresario de la banca y la agroindustria; el presidente de la bolsa de valores, los directivos de las AFP, el presidente de la CONFIEP y otros gremios empresariales; y, sobre todo, la batería de medios de comunicación: televisión, radio y diarios limeños, con sus reporteros que hacen preguntas en las actividades de campaña y sus entrevistadores convertidos en orientadores de opinión pública, que creen que deben sermonearnos cada vez que están frente a un micro.
Todos estos –y seguro varios más que se irán agregando-, están ahora dedicados a una sola tarea que es generar desconfianza e inseguridad sobre el candidato al que más temen y que va adelante en la disputa. Ninguno de ellos pregunta o indaga nada sobre la otra candidata y lo que representa para el país. Como si no estuviera participando. No hay más que un solo plan de gobierno en debate y cuando los de la K asisten a la televisión van para comentar el del otro y los supuestos cambios que se estarían produciendo y no a defender lo que harían en la hipótesis de que pudieran llegar al gobierno.
No es casualidad, por cierto, que la ofensiva se haya centrado finalmente en la tergiversación del plan de gobierno ya que los otros expedientes: Venezuela, familia Humala, parlamentarios de izquierda, democracia, salto al vacío, etc., usados antes de la primera vuelta han caído en saco roto. El reacomodo inevitable de cualquier candidatura que recibe una mayoría inferior al 50% en la ronda inicial y no puede definir la contienda, y que obliga a ajustar la oferta para ganar nuevos sectores, ha sido inmediatamente interpretada como un viraje oportunista, para ganar votos. Los mismos que le dicen que una economía nacional de mercado y una mayor democratización del acceso a la información y la prensa, son la puerta al comunismo estatista y a la dictadura sin libertad de expresión, son los que más combaten las aclaraciones defensivas del nacionalismo “que se quiere cambiar de posición”.
La intención es obvia: que nos dejen hacer lo que queremos con el programa de Humala (mientras ignoramos el de Fujimori) hasta que la gente que podría votar por él empiece a dudar. Y conste que no les estamos diciendo por quién deben votar, que va, no somos fujimoristas, pero jamás por Ollanta, que nos quitará la propiedad, confiscará las AFP, nos impedirá oír a Rosa María cada noche, y otras tantas desgracias descritas diariamente por los medios de comunicación. ¿Hay un mínimo de equidad y equilibrio en esta pelea? Obviamente que no. Son los perdedores de abril que como la otra vez están bajo el síndrome de la tortilla volteada, que los hace sobre actuar a toda hora.
El verdadero debate
En el Perú deberíamos estar discutiendo sobre las alternativas de recuperar el esquema del poder de los 90: un poder fuerte e intervencionista, aliado de los inversionistas nacionales y extranjeros, a los que se les exige dejar dinero en manos del gobierno para los programas sociales; modalidad que fue modificada en los 2000 con una menor exigencia al capital y una reducción de las políticas asistenciales, así como con un cierto grado de apertura a las libertades políticas.
Es verdad que en cierto sector de los pobres del país hay la memoria de un gobierno que se ocupó de ellos, que es lo que se expresa en la frase fujimorista de que fueron capaces de llevar al Estado hacia el pueblo. Pero era un Estado efímero y clientelar, que llega no a través de instituciones o procesos de desarrollo, sino a por medio de la “preocupación” gubernamental expresada en regalos que podían ser pequeñas obras y repartos de bienes, que a su vez reclamaba una reciprocidad en forma de apoyo de los pobres a sus benefactores. Que esto haya estado asociado a la reelección (reproducir al infinito la dependencia) y a la corrupción (ausencia de controles donde se mueve mucho dinero) no debería llamar la atención de nadie, salvo de los periodistas que estuvieron metidos en eso y que luego se revendieron como “democráticos” con Toledo y García, que creen que basta con que la candidata diga “deslindo”, “juro”, y asunto arreglado, aunque añada que su padre lo inspira y sus compinches la asesoran.
De este sistema los del color naranja no se han movido un ápice y no muestran tener alguna idea renovadora. Pero lo que sería iluso es esperar que la Palacios, Vargas u otros lo hagan evidente ante el pueblo. Ellos no quieren que se aclare que está empujando el retroceso por miedo a las consecuencias del progreso. Es increíble –como diría Althaus-, que el país tenga una derecha tan ciega que imagina que nada debe tocarse, en un escenario en el que se acumulan formidables bombas sociales. La vez anterior se valieron del “peor presidente de la historia” para cerrarle el paso a la propuesta del cambio, ahora ni siquiera sacan por la cara por la gordita, heredera y representante de un presidente asesino y corrupto, sino que buscan hacer el corralito de la confusión y el miedo, en la esperanza que no quede otra posibilidad que votar por ella.
Y todo se mantenga igual, para ellos.
22.04.11
www.rwiener.blogspot.com
1 comentario:
La movida de El Comercio es una muestra clara de la desesperación de la vieja derecha oligárquica que siente que la gallina de los huevos de oro y el 'cholo barato' se les va de la mano. El desenlace que ha tomando la campaña electoral en la segunda vuelta los ha sacado de sus casillas. La familia Miro Quesada sabe la flaqueza de la hija del dictador y esto, sumado a la aplastante derrota que una anémica candidata, Susana Villarán, le dio a su campeona del chamullo Lourdes Flores en su último fortín, la "sólida" Lima, los ha enloquecido. La chanchada de echar a la calle a dos destacados periodistas sin dar explicación alguna, así lo demuestra. Con el despido de Patricia Montero y José Jara en la forma más aberrante, amenazan al plantel de periodistas de redacción para que a través del miedo y hechos unos robots se pongan a favor de la hija del ex dictador Fujimori. En caso contrario, "ya sabe lo que les espera". Sin embargo, a pesar de este repugnante atropello, es vox populi -el país lo sabe- el potencial electoral que tiene Ollante Humala de mucho tiempo atrás y que los medios de comunicación como El Comercio, El Trome, Perú 21, Canal N y América Televisión arbitrariamente lo escondían a la opinión pública porque tenían la esperanza de manipular al elector para que al ver nula la posibilidad de triunfo del candidato nacionalista, para "no echar su voto al agua" terminaran votando a favor de alguno de sus tres papagayos candidatos que buscaban exactamente lo mismo a favor de la derecha y la corrupción, (el continuismo) y que, por simple egoísmo, entre ellos mismos se maltrataron como todos fuimos testigos.
Hurry Larry
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