A comienzos del año 2001 escribí :
“El gobierno de Alberto Kenya Fujimori Fujimori ha terminado. Y de la peor forma en que podía hacerlo. Pudo ser, para la historia, el gobierno del hombre sin pasado político conocido, que había hecho posible que los peruanos pudieran votar contra el sistema político en su conjunto y conformar un poder insólito, al margen de los partidos y las tradiciones políticas.
Pudo ser recordado como el régimen ejecutor del más duro e implacable e implacable programa de ajuste económico en la historia del mundo y que logró elevar el promedio de los precios internos cinco veces en un solo mes llevando los salarios públicos y privados a niveles de absoluta insignificancia. Pero que logró, a través de ello, instaurar un orden estable, de dólar artificialmente barato, tasas de interés y tarifas de servicios caras, empresas y agricultores impedidos de subir precios por falta de mercados, y pobres y masivos subsidiados mediante programas sociales y alimentarios.
Soy fondomonetarista ¿y qué?
Pudo ser el mayor privatizador de que se tenga memoria, capaz de entregar cerca de 200 empresas del Estado, el petróleo, las principales minas, los servicios básicos, la siderurgia, la petroquímica, la pesca, los bancos, a inversionistas españoles, norteamericanos, canadienses, chilenos, argentinos y de otras nacionalidades, convirtiendo de paso al capital nacional en socio menor y subsidiario de las transnacionales globales.
Pudo ser el que como fin de fiesta también lograse privatizar aeropuertos, puertos, seguridad social, servicios de salud, universidades y escuelas; y todo esto cubierto con la ideología de la modernidad y el libre mercado, mientras los miles de millones de las ventas iban desapareciendo como por encanto. Pudo ser el que reingresó al Perú al club de los pagadores puntuales y con exceso de la deuda externa, el que nos reconcilió con el F.M.I., después de los discursos tan inflamados como inútiles e inconsecuentes, del presidente anterior, el que negociaba con rodilleras y se jactaba de ello, el que colocaba un chullo en la cabeza de Camdessus y agitaba “soy fondomonetarista, ¿y qué?, siendo aclamado de inmediato por los campesinos que sufrían los estragos diarios de ese fondomonetarismo.
La paz del autoritarismo
Pudo ser el gobierno del orden. Al que nadie le hacía huelgas, paros y ni una sola marcha en siete años. El que permitió a los empresarios derribar a los sindicatos. El que reinstaló el miedo en las oficinas estatales y borro del mapa al gremio nacional de trabajadores estatales, CITE. El que obligó a los dirigentes de la central de trabajadores, CGTP, a reconocer que sólo representaban el 3% de la PEA y que el resto se distribuía entre independientes, autoempleados, subempleados y desocupados. El que dividió a los trabajadores con trabajo fijo, con la enorme masa de pobres que se gananla vida como sea, incluidos los obreros de los “services” y otras formas de trabajo semiesclavo.
Pudo ser el régimen que capturó a Abimael Guzmán y lo hizo pedir la paz a sus captores a cambio de una torta de cumpleaños; el que capturó a Polay y lo encerró a oscuras por años para que aceptara rendirse como el jefe senderista; el del rescate de los rehenes que fusiló en el sitio a los guerrilleros capturados vivos; el de la matanzas de Barrios Altos, La Cantuta, Santa, etc.; el torturador de Leonor La Rosa y descuartizador de Mariela Barreto. Todo para que en este país podamos dormir sin apagones, ni bombas estallando en las esquinas. El que, por supuesto, condenó a más de cuatro mil personas por terrorismo y los encerró en cárceles tumba, en cárceles congeladoras, en cárceles tugurizadas, los aisló de sus familiares, les negó lectoras, medicinas y alimentación. Una cuarta parte de ellos, por lo menos, era además inocente. Dos cuartos más han venido sufriendo carcelería desproporcionada a sus responsabilidades, y el conjunto no ha tenido debido proceso. Pudo ser el gobierno que controlaba todos los detalles de la vida de los cuarteles, y manejaba a su criterio los ascensos, los retiros, las asignaciones militares. El que persiguió, arrestó y maltrató a los militares demócratas de Salinas y el que quiso matar al general Robles y lo obligó a exilarse.
Pudo ser el del golpe del 5 de abril de 1992 y la alianza cívico militar pensada para durar veinte años; el del Pacto de las Bahamas bajo el manto de la OEA que reinstitucionalizó a los golpistas; el del CCD, de la Constitución reeleccionista que priva al pueblo de derechos y del referéndum fraudulento de 1993; el de la reelección de 1995 y el de la reelección del 2000. El gobierno que logró batir los récords de las encuestas y que seguía registrando cifras de apoyo masivo después de diez años en el poder.
Pudo ser el régimen que condujo a la población fuera de la política, a los partidos al borde de su jubilación, a los individuos con aspiraciones políticas a construirse algún espacio entre la falsa independencia, el pragmatismo y el transfuguismo; el que consagró la mentira y se hizo aplaudir por la gente que se sabía engañada. El que controlaba la televisión, la radio, los grandes diarios. El que fabricaba noticias para tapar sus crisis. El que hacía llorar a las vírgenes, el que podía extraviar la nacionalidad de quien le fuera incomodo, el que invento el ritmo del chino e hizo bailar a Tudela.
Tantas veces Fujimori
Pudo ser, como se ve, muchas cosas que lo hubieran inscrito en la historia como un extraño caso de dictadura más o menos encubierta con el discurso de la nueva democracia, de neoliberalismo matizado con populismo a gran escala, de autoritarismo, infiltración y controlismo con la coartada del orden.
Pero no será por esto que lo recordarán las futuras generaciones. Quienes quieran estudiar lo que pasó en el Perú en los 90, descubrirán que el fujimorato sólo pudo ser todo lo que ha sido señalado porque, ante todo, se entregó a la conducción de una organización mafiosa. Como el Fausto, Alberto Kenya vendió su alma al diablo Vladimiro para poder alargar su existencia más allá de la muerte. Y la consecuencia fue la perversión absoluta del poder. El aparato que funcionaba y la mafia que drenaba cientos de millones de dólares al exterior. El gobierno que visitaba a los pobres y la mafia que blanqueaba dineros del narcotráfico. El Congreso que legislaba, y los privatizadores que se repartían comisiones. Los jueces y fiscales que aceptaban los encargos del poder, y los militares que apañaban el desfalco multimillonario de la compra de armas. La oposición que daba discursos, y Fujimori y Montesinos que huían forrados de millones.
El país que despierta del régimen más nefasto de su historia debe obligatoriamente aprender la lección de lo que significa un gobierno sin controles. Es decir, debe concluir que en nuestra ausencia, pasividad, indiferencia, están las principales claves de lo que ha pasado. Fujimori está políticamente muerto. Pero el Estado y la sociedad peruana: ¿han logrado realmente desfujimorizarse?”
Notas finales para un balance
Han pasado 20 años desde estas palabras y lo primero que se me ocurre decir es que fracasamos en la desfujimorización del poder. Ya no es sólo un tema de métodos, instituciones, tipos infiltrados y continuidad clientelista de grandes empresas, sino de la posibilidad de que los mismos actores de los 90 vuelvan a controlar el poder. Es un balance trágico que tiene que ver claramente con lo que fue el régimen político de los 2000 que tenía precisamente la tarea de limpiar el país de la infectación producida.
Y no lo hizo.
Prefirió el acomodo en el modelo económico, la constitución, las leyes, los partidos, los medios, la burocracia, la Justicia, las fuerzas armadas, etc., que venían del período anterior. Hoy, uno no sabe exactamente en qué consistió la transición que vivimos, ¿adónde transitamos?, ¿qué cambió en el Perú?
Es verdad que en los diez años la economía creció más que nunca. Pero la desigualdad nunca fue más profunda, lo que ha permitido el regreso del discurso populista de los programas sociales de regalos para la gente que es la especialidad del fujimorismo.
Es verdad que en el Perú existen vigentes diversas libertades políticas que no se respetaban en los 90. Pero están tan elitizadas que la mayoría las siente fuera de su alcance. Pero además los medios que hablan en nombre de la libertad de prensa han estado en su mayoría conectados a la corrupción y a la compra de conciencias del período anterior.
Por eso la discusión sobre libertad de prensa es contra Humala y no contra los que emputecieron la información para manipularnos.
Además a más de diez años del fin de la dictadura el Perú sigue siendo un país gobernado por los miedos: rebrote de terrorismo, delincuencia, conflictos, antisistemas, son agitados por los medios como si sufriéramos las plagas de Egipto, lo que hace que muchos sectores se crean el discurso de la mano dura que era la especialidad de Fujimori.
Entonces cuando reaparecen Martha Chávez, Luz Salgado, Carmen Lozada, del brazo de Keiko, Kenji y el tío Santiago, no queda sino reconocer que todo se fue preparando para ello. Cierto, hay un Perú que rechaza esta amenaza y otro que exige mayores explicaciones para actuar de inmediato.
Tal vez este sea el momento para encarar en serio la tarea de desfujimorizar definitivamente al Perú.
17.04.11
www.rwiener.blogspot.com
2 comentarios:
Tantas cosas que recordar...el narco avion presidencial, la declaración del vaticano diciendo que el narco (a) el Ministro era el DOC. Montesinos y su poeterior presentación en la TV amarilla completamente descerebrado diciendo: No me acuerdo; Los Talk show basura en todos los canales que tenian como modelo a la Laura Bozzo cuyo objetivo era estupidizar a los peruanos para que no se dieran cuenta del trasfondo socio economico en el que viviamos, las declaraciones de Fujimori diciendo con su sonrisita oriental perfida: "Yo hago estudiar a mis hijos con mi sueldo de presidente".
De los 207 procesados por la corrupxión FujimonteDinista solo 75 estan en prisión quiere decir que 132 estan afuera forraditos de dolares y financiando la campaña de Keiko total ella ya lo dijo: Hice una actividad y obtuve 200.000 dolares de mis "partidarios" en un solo dia!! Eso en japones se llama TANOMOCHE y eso lo hizo con los 132 que faltan mandar a la reja y que exigiremos a Ollanta y el poder judicial de cumplir con su rol de vigilantes del Estado. manden a todos!!
HOLA...RECUÉRDENLE, A LOS MONSES AYAYEROS Y A LOS ROJIMIOS ASISTONTOS DEL VLADYHUMALETISMO, QUE A LA EXITOSA ADMINISTRACIÓN DEL PRESIDENTE ALBERTO FUJIMORI, LE LLEVO MENOS DE 5 MESES TUMBARSE A LA PEOR HIPERINFLACION E HIPERDEVALUACION EN TODA LA HISTORIA NACIONAL, ESA QUE HEREDO DE LOS GENOCIDAS BELAUNDE TERRY ( + SU COMPLICE, BEDOYA REYES ) Y GARCIA PEREZ, LA MISMA QUE MANDO AL HOYO DE LA POBREZA CRITICA A MAS DEL 54% DE LA POBLACION PERUANA...
UNA GRAN DESGRACIA NACIONAL, QUE PARA EL CALCULO DE LOS EXPERTOS INTERNACIONALES, RECUPERARNOS NOS LLEVARIA UNOS 15 AÑOS !!!...
QUE SE ENTEREN BIEN, AL INQA SAMURAI ALBERTO FUJIMORI LE LLEVO 26 MESES BAJARSE AL TERRUCO GENOCIDA CACHETON ABIMAEL GUZMAN, APARTE, EN SOLO 40 MESES LOGRO QUE EL PAIS INGRESE A UNA CURVA ECONOMICA DE TENDENCIA ASCENDENTE...GRACIAS
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