domingo, junio 22, 2014

Paquetazo Castilla-CONFIEP

El día en el que el ministro Castilla dijo, como si se tratara de una rutina burocrática, que el gobierno estaba preparando un paquete de medidas para relanzar la economía peruana que sufrido una fuerte desaceleración, ya hacía buen tiempo que los principales estudios de abogados habían estado trabajando día y noche en revisar la variada legislación peruana sobre tributación, contratos, permisos de operación y obras, exigencias ambientales y “sobrecostos laborales”, que inciden en las decisiones de inversión de sus clientes.

Una versión bastante creíble indicaba que, no hace mucho, los de la gran concentración habían querido cuadrar al grupo de empresarios poderosos con los que se reúnen, proponiéndoles pasar a una oposición más dura contra el gobierno de Humala, que repercutiera en las elecciones municipales y regionales, especialmente en Lima, y que no habrían encontrado entusiasmo en muchos de ellos. Podría decirse, pues, que estaban a la espera del paquete de regalos que sus abogados y el MEF preparaban para el segundo semestre del año.

De alguna manera, la polémica Carranza-Castilla, resumía este trasfondo en el que unos creen que hay que empezar a culpar a Humala y a sus dudas existenciales de que la velocidad del crecimiento se haya reducido a la tercera parte en tan corto plazo; mientras otros consideran que esta debilidad del poder, unido al ambiguo papel de Castilla (siempre amenazando con irse, para doblarle el brazo al presidente) daban la oportunidad para sacarle el mayor número de ventajas al gobierno, a condición de que evitarán el choque frontal.

En la revisión iniciada sobre el paquete Castilla-CONFIEP, me saltan a los ojos algunas conclusiones: (a) que se está gestando un traspaso sustancial de recursos públicos al sector privado, bajo la forma de anulación de deudas, reducción de obligaciones, ampliación de contratos de estabilidad tributaria, facilidades aduaneras, etc., el que se suma a los mecanismos de Asociación Público-Privadas, obras por impuestos y otros, que apuntaban también a “estimular” inversiones con dinero fiscal; (b) que se está bajando conscientemente los estándares de exigencia ambiental (como antes se redujeron los requisitos culturales), como si estos fueran los obstáculos al crecimiento de la inversión; (c) que se está modificando parte de la estructura de toma de decisiones para darle aún más poder al MEF (se encargará de los Contratos de Estabilidad Tributaria) y sacarle al ministerio de Ambiente la competencia de protección de zonas criticas.

A todo esto le falta las normas laborales que no están en el proyecto, pero sí han sido mencionadas por lo que se presume que vendrán después. La esencia del actual pensamiento económico dominante está a la vista: darle todo lo que pidan a los grandes inversionistas y esperar que se animen a usar ese dinero de manera productiva. Y eso es lo difícil, si se entiende que los negocios están perdiendo rentabilidad por baja de demanda. Y sobre eso no se está haciendo nada.

22.06.14

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada de “anónimo”, soy Ambrosio

Como de costumbre don Raúl se decide nuevamente a demoler al Gobierno, especialmente a Castilla, al que le atribuye facultades de dios griego. Don Raúl continúa su campaña de demolición del Estado burgués (para que aceptemos la metida de dedo “gran transformación” en manos de él y sus amigotes). En su confusión y falta de conocimientos de la economía real, paranoicamente imagina uniones inexistentes en lo que él cree es la “derecha”, sospecha uniformidad de criterios.

A mí tampoco me gusta el “anunciado paquete de medidas para reactivar la economía” por razones totalmente liberales, porque, en verdad, es otra campaña de aumentar el poder de Gobierno inepto peruano, gestionado por nadie, llevado al timón por burócratas desalmados.

Por lo que accedo el espacio a don Alfredo Bullard.
“La masa voraz”, por Alfredo Bullard (aparecido en El Comercio)
El Estado se convierte así en un parásito y en un promotor de parasitismo

Un meteorito cae del espacio. Un campesino curioso va a inspeccionar la zona del impacto. Al tocar con un palo el meteorito en el cráter, este se abre y sale una sustancia verde y gelatinosa del tamaño de una pelota de fútbol.
El hombre descubre que la sustancia está viva y al entrar en contacto con ella se le pega y no la puede desprender. Se da cuenta entonces de que la sustancia lo comienza a devorar; entra en pánico. Poco a poco el extraño ser extraterrestre lo va fagocitando hasta que se lo engulle por completo.
La amenaza verde se mueve de manera lenta pero constante y va devorando todo a su paso. Con cada víctima va ganando y ganando más tamaño y fuerza. Cada vez es más difícil de detener.
“The Blob” (traducida como “La masa voraz”) es una película de 1958, dirigida por Irvin Yeaworth y protagonizada por Steve McQueen en su debut en el cine. “The Blob” se convierte en una metáfora inmejorable de cómo funciona el Estado, la burocracia y la regulación. Cada pequeño acto en el que engulle una parte de nuestra libertad le da la fuerza para cometer el siguiente. Este monstruo traga sin siquiera masticar y va creciendo hasta que es muy difícil de derrotar.
El recientemente anunciado paquete de medidas para reactivar la economía enfrenta una masa verde similar que, como resultado de la agregación de numerosos actos de engullimiento, se ha tornado en un ser imposible de controlar. Es insaciable porque cuanto más come, más quiere comer.
Es fácil dar, poco a poco, una serie de normas para aumentar los poderes de la administración tributaria o de los reguladores. Es sencillo incentivar el apetito de “la cosa” dándole a las entidades públicas la posibilidad de financiarse con las multas. Reducir la flexibilidad laboral, aumentar regulaciones y requisitos para licencias y autorizaciones se hace sin mucho esfuerzo. Crear laberintos regulatorios kafkianos que hacen imposible cumplir requisitos ambientales o de protección del patrimonio cultural se logra firmando decretos aparentemente tan buenos como inofensivos. Finalmente, es fácil expropiar nuestra libertad de “a puchitos”.
Aumentar el intervencionismo es fácil. Lo difícil es reducirlo. Ahora cada parte de la masa verde reclamará su autonomía y defenderá su espacio. Ponerla a “dieta” es pedirle a un león que se vuelva vegetariano.

Anónimo dijo...

Segunda parte


Anónimo dijo...
Nada de “anónimo”, soy Ambrosio

Como alguna vez dije en esta columna, parafraseando la canción infantil, una regulación se balanceaba sobre la tela de una araña, como el Estado veía que resistía, fue a buscar una regulación más. Y así sigue y sigue hasta que la telaraña cae por los suelos.
La telaraña es la economía, tejida hacendosamente por la actividad privada. Pero la tentación de aprovecharse del trabajo ajeno es inevitable. El Estado se convierte así en un parásito y en un promotor de parasitismo. A diferencia del “perro del hortelano”, este sí come, pero no deja comer.
La telaraña tiene limitaciones. Y, como suele pasar, el Estado lo descubre muy tarde. Ahora pretende adelgazar y simplificar lo que engordó y enredó.
Soy escéptico de que esta medida del Ejecutivo tenga éxito. Cada parte del cuerpo de “la cosa” se va a resistir. Ya se está resistiendo. Tendría que soltar la libertad capturada. Pero el burócrata se aferrará a ella con las uñas. El gobierno se demoró tanto en reaccionar que el monstruo está ya fuera de control. Ahora la burocracia es una masa amorfa y hambrienta. Un burócrata, finalmente, es un individuo que maximiza poder. Y el poder se maximiza con facultades legales para exigir conductas y con mayor presupuesto.
Finalmente, como dijo el mexicano Castillo Peraza, “burocracia es el arte de convertir lo fácil en difícil por medio de lo inútil”. Es la ciencia de convertir la inutilidad en una meta y la utilidad en un defecto.

Anónimo dijo...

Ambrosio, ¿por qué no "blobeas" en tu propio espacio? Eres como el ser de la película: invasor, espeso y verde como un mercantilista dolar.