La presencia del dirigente de los empresarios transportistas de Lima-Callao, Julio Rau Rau, en el acto final del paro de los comerciantes de La Parada que se oponen a ser trasladados al nuevo mercado mayorista de Santa Anita, anunciando la próxima victoria de la revocatoria contra la alcaldesa Susana Villarán, no hace sino confirmar que este proceso se está convirtiendo, ante todo, en una suma de intereses anti-reforma comandado por los mismos testaferros que lo iniciaron en nombre de un grupo de políticos frustrados que no quisieron poner la cara.
Hay que saber en este momento que intentar poner en jaque la acción de la Municipalidad de Lima en estos momentos es pretender que los grupos afectados por el ordenamiento del transporte, el comercio de alimentos y otros, mantengan la situación tal cual ha sido desde hace muchos años. Poco faltaría para que los proyectos de recuperación del centro histórico también encuentren revocadores que no quieran mover la realidad dantesca que todavía persiste en muchas de sus calles en las que proliferan la informalidad, el caos de los vehículos de carga y descarga estacionados en las vías estrechas, la prostitución y la delincuencia, etc.
En un principio el impulso a la revocatoria se presentó como una tempranísima censura a una gestión que pretendía ofrecer perspectivas diferentes y donde había un énfasis en los temas de derechos y cultura, que chocaban con el pragmatismo de mucha gente a la que se le había convencido que la tarea municipal se mide en el número de obras físicas que se entrega cada año. De ahí vino aquella perversa campaña para acusar a la alcaldesa de “vaga”, inactiva e incapaz, que sus propios creadores echaron al olvido, salvo cuando el bueno de Marco Turbio trata de disfrazar su tarea de un supuesto propósito vecinal. A casi dos años de gobierno municipal de Susana Villarán, las obras visibles ya no pueden discutirse, pero la novedad mayor va por el lado de las reformas más difíciles como la del transporte.
Si se recuerda, el alcalde Andrade se lanzó en su momento a una reforma que parecía imposible para ordenar el comercio ambulatorio que cubría la ciudad de Lima, y hubo resistencias parecidas a las actuales movidas por sus adversarios políticos, entre ellos el gobierno de Fujimori. La ironía actual es que el grupo que tuvo la Municipalidad en los dos períodos previos a Villarán y eludió conscientemente responsabilidades como las del transporte y el caso de la Parada, haya terminado apoyándose en estos focos resistentes a todo cambio para suplir su incapacidad para generar una movimiento político ciudadano, si es que realmente creen que la alcaldesa de Lima debe ser echada de su cargo y reemplazada por otros gestores.
La capitulación del Jurado Nacional de Elecciones ante el realmente turbio grupo revocador que visiblemente fracasó en su oportunidad para lograr las firmas para generar la convocatoria a una consulta ciudadana sobre la permanencia de la alcaldesa y sus regidores, luego de fanfarronear sobre sus millones de adherentes, refleja por cierto que hay más gente e intereses políticos metidos en este negocio de lo que ya sabemos, lo que confirma la gran hipocresía que se ha ido construyendo para terminar detrás de Rau Rau y de los dirigentes de La Parada. Es como cuando Lourdes Flores dice que jamás revocaría a la alcaldesa y los regidores del PPC presentan inmediatamente una moción de vacancia y su lideresa los respalda.
17.09.12
www.rwiener.blogspot.com
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