Si Ollanta fuera coherente con la manera con la que ha venido gobernando, no le quedaría otro camino que mandar a su primer ministro a atender los asuntos de la mina Oscarín. La última encuesta de Ipsos-Apoyo, es casi un grito para que el exinstructor militar del presidente deje el cargo. Más aún, la desaprobación a los actuados por el presidente con relación a la crisis de Kepashiato que alcanza 61%, demuestra que el primer ministro ya no sirve para nada, ya que la gente está empezando a echar la culpa de la cosas directamente a la cabeza del Estado. Después de todo Valdés fue una ausencia pertinaz en el mes en el que casi todo giró en torno al secuestro de los rehenes y los fracasos posteriores de las unidades policiales y militares en su intento por capturar a los secuestradores.
Un 57% de los encuestados exige la salida de Valdés contra 22% que aún lo apoya. Es probable que de aquí a julio esa brecha se haga aún más ancha. Y nadie en su sano juicio apostaría a una reversión de la imagen de alguien que precisamente carece de una atractiva imagen pública. Hace seis meses, Ollanta de sirvió de Valdés para armar un complot contra Lerner y varios de sus ministros, alrededor del asunto de Conga e imponer el estado de emergencia. Eso lució como un éxito porque obligó a replegar la huelga de los cajamarquinos e impuso una paz militarizada. Pero todos esos meses el proyecto ha estado paralizado y, a pesar de los peritos y del discurso presidencial aumentando las exigencias sobre la empresa, las posiciones que se definieron en diciembre han permanecido irreductibles. Lo único que ha cambiado es que la opinión pública ya no cree en el “método” del gobierno para manejar los conflictos.
Otro dato de la encuesta es la falta de entusiasmo hacia los nuevos ministros. El más lamentable es el caso del ministro de la carta de sujeción, Wilber Calle, que apenas es recibido con una aprobación de 19%, a pesar que el ambiente político se prestaba para recurrir a ministros militares para tareas de seguridad. Urquizo recibe una aprobación de 22%, probablemente porque nadie lo vio brillar en PRODUCE, y Triveño es recibida con un magro 25%, no obstante los títulos profesionales que la adornan. Puede decirse por tanto que no son sólo los penosos defectos de selección en que ha incurrido el presidente para rellenar el gabinete que no quería modificar, sino la insuficiencia del cambio, lo que jala para abajo a los nuevos ministros que no traen ningún nuevo aire al gobierno.
La DBA que quiere explicar lo que pasa con el argumento de la inquina de la izquierda con Valdés, debería fijarse en la encuesta que hacen sus primos hermanos de Ipsos Apoyo que advierte que el primer ministro ya es, como dirían los gringos, un muerto que camina. Los apoyos que le brinda el presidente ya no valen nada a estas alturas y son casi equivalentes a los que le extendía a Lozada y Otárola. Es verdad que la mayoría de los que impulsaron la censura en el parlamento, se asustaron de su propia faena y dijeron que se daban por bien servidos con las dos renuncias. Pero ahora ya se habrán dado cuenta que la crisis de abril no ha acabado. Y mientras no haya un cambio de fondo el presidente seguirá perdiendo aire en las encuestas que tanto ama. Y la oposición tendrá que empezar a preguntarse qué nos hacemos con Valdés.
22.05.12
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