Fernando Cillóniz pasará a la historia como el hombre que convirtió el sueño lambayecano de 80 años de generar empleo y alimentos en Olmos, en la realidad de Gloria y otras cuantas grandes empresas que están forjando nuevos latifundios costeños con irrigaciones pagadas por el Estado para producir etanol y otros productos que jamás irán a la mesa de las familias del departamento.
El tipo afirma amar el campo y la agricultura desde que era niño. Y hay que creerle. Lo que parece no amar para nada es al campesino dueño de la tierra y capaz de sacarle a la tierra sus mejores frutos. Ese tipo de propiedad aleja a las inversiones, piensa el caballero. Es lo que hizo la reforma agraria de los 70, que para Cillóniz es la madre de todas las desgracias.
Miren ustedes. Una reforma agraria cooperativistas, distribucionista, que puso límites a la propiedad de la tierra y exigió que los propietarios trabajaran directamente en el agro, no podía ser sino una desgracia mayor, de la que hoy felizmente gracias a la obra contrarreformista de Fujimori y operadores como el propio Cillóniz que buscan “inversionistas” en el exterior (se fue hasta los Emiratos Árabes), cuando en Lambayeque habían miles de agricultores esperando la tierra prometida y en el propio Olmos habían comunidades hoy despojadas.
Para Cillóniz lo que tenemos es que, con todos sus “defectos” (salvedad necesaria), el gobierno de Fujimori creó un modelo que funciona hasta hoy, por el cuál las irrigaciones en las que el Estado pone la plata y los ingresos los recogen los constructores y habilitadores privados (en el caso de Olmos son los mismo), terminan siendo subastados a favor de poderosos grupos de interés que hoy tienen más hectáreas que los mayores latifundios pre reforma agraria. Y todo bacán, porque aquí el truco es “atraer inversiones”.
¿Por qué no son Gloria y sus amigos los que pagan la irrigación de la que se benefician? , ¿o por qué parece tan oneroso (subsidio) cualquier gasto en crear condiciones para la pequeña o mediana producción y tan normal botar dinero para favorecer a los grandes? ¿Qué es lo que mide el progreso de los pueblos: el monto anual de inversiones, la tasa bruta de crecimiento o el nivel de vida de la gente y la satisfacción de necesidades? ¿Cómo se llegará a tener una sociedad con una amplia clase media si no se extiende la propiedad y los que tienen la manija de los grandes proyectos –como Cillóniz- la concentran orgulloso de lo que hacen?
Dice Cillóniz que en Chile también hubo reforma agraria, pero felizmente se dieron cuenta a tiempo y corrigieron el modelo. Seguramente se refiere a lo que pasó entre el período de Allende y el de Pinochet, y este último “con todos sus defectos” (¡y qué defectos!), corrigió creando la pujante agroindustria de nuestro vecino del sur. Pero obvio, don Fernando hace las abstracciones que sean necesarias y resuelve el tema de la modernización agraria con el rasero de las empresas exitosas, que penita que hubiera una masivo despojo campesino, desplazados y deportados, cuando no fusilados.
Y ahora ¿qué creen?, ¿es el campo peruano más equilibrado, justo y estable después de Olmos y Cillóniz?, ¿se ha escogido el camino del mejor desarrollo?, ¿quiénes gana y quiénes pierden, según preguntaba antes el personaje?, ¿y qué pasará después?
27.05.12
www.rwiener.blogspot.com
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