A estas alturas ni Castañeda ni la mayoría de la prensa de derecha cree en la revocatoria y mucho menos en Marco Tulio Gutiérrez. Sólo hay un cándido sobre la tierra que tomó en serio eso del millón de firmas del primer mes y que había tantas que se podían presentar por tramos para ir subsanando poco a poco las objeciones.
Ya estamos a dos días del fin del plazo y los revocadores no tienen firmas válidas reconocidas ya que su primera entrega la devolvieron porque no hubo respuesta a las observaciones que hizo la autoridad electoral. Don Tulio simplemente se dejó matar sus planillones sin defender la parte que se suponía podía tener alguna validez. ¿Por qué lo hizo? Obviamente porque no había un equipo político con convicción de lo que estaban haciendo y ningún partido que se jugara abiertamente por ellos. O sea se dejó la cosa en manos de aventureros que querían ganar dinero y publicidad y al final éstos quedaron solos.
El segundo paquete, con poco más de 400 mil firmas era por lo demás un monumento a la mentira. Si sabían que muchas volarían en el cotejo más elemental, porque no entregaron todo, si es que tenían mucho más, para tratar de pasar la valla. O sea se frío solito, agotando el tiempo, para decir que no pudo presentar “sus otras firmas”. Por eso ahora quiere reducir el problema a que le han demorado el conteo cuando podían haber hecho una muestra y de acuerdo al faltante hacer el agregado final.
Y hay un sólo cándido que ha hecho eco a esta “tremenda arbitrariedad” de la RENIEC y que está pidiendo cabezas al borde del cierre y haciendo comparaciones con “lo qué hubiera pasado” si el alcalde fuera de derecha y la izquierda lo quisiera revocar. ¿Qué hubiera pasado? No sé, pero esta fue una revocatoria de la derecha, de gente con dinero, de grandes medios de comunicación, pero donde nadie importante quiso poner la cara y escogieron a un malandrín.
Y ahora nadie quiere asociarse a su inminente entierro político, salvo el cándido que pierde todas las elecciones y luego declara despechados a los demás, por exigir que se cumplan los compromisos electorales. Marco Tulio, Vidal y todos los revocadores, tenían según la ley que conseguir 400 mil firmas y ni una menos. Eso no se puede controlar a través de una muestra porque no se trata de porcentajes sino de números concretos. Por eso tenían que suponer que la verificación sería firma por firma.
Y si se guardaron adicionales que probablemente ya no servirán de nada porque tienen que esperar la cuenta de las anteriores, ¿a quién se van a quejar? Ya sabemos que al cándido de esta historia. Pero ese no tiene ningún poder de decisión y ya no lo reciben en Palacio para el té de las cinco como en la época de García, cuando podía conversar con el presidente su primera página y alucinaba que influía en el poder.
Ahora nada. Ni siquiera el tal Irribarren de la RENIEC le hace algún caso o coloca su tema en la agenda. Es que para todo el mundo, se ha entendido que Marco Tulio ha perdido porque no quería ganar. ¿Se lo imaginan en la siguiente etapa organizando la campaña para revocar? Creo que nadie lo hace. Y todos dicen que mejor que la cosa haya muerto aquí. Todos menos cándido M, que como en todas las elecciones sigue creyendo que un titular de último momento puede voltear una elección.
24.05.12
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