miércoles, enero 11, 2012

El regreso de Lori Berenson

El almirante Giampietri, cuando no, dijo el 20 de diciembre que Lori Berenson no regresaría al Perú y que la verdad era que ella y Nancy Gilvonio querían salir fuera del país porque tenían las claves de las cuentas del MRTA en el exterior.

Nunca aclaró en qué basaba esas presunciones, pero igual se ganó titulares que ahora deberían darle un poco de vergüenza, ya que la norteamericana regresó cinco días antes del plazo judicial y según todas las evidencias lo único que hizo en los Estados Unidos fue compartir con sus padres y amigos, antes de iniciar su retorno.

Pero el almirante ha evitado reconocer que se equivocó o que por lo menos exageró la nota. Tampoco el procurador antiterrorismo Julio Galindo ha tenido la mínima hidalguía de reconocer que se excedió al describir el viaje de Berenson y del chileno Lautaro Mellado como una operación de fuga. Por lo menos admitir por alguna vez que un acusado por terrorismo puede ser una persona de palabra que muestra un esfuerzo de reincorporación a la visa civil, ayudaría a que se entienda eso de que estas personas también tienen derechos humanos.

Pero no. En estos días la televisión está repitiendo una miniserie que se inspira en la operación Chavín de Huántar y que es publicitada a partir de una escena en la que el jefe de los secuestradores, se supone que Néstor Cerpa, lanza la amenaza de ejecutar en 48 horas al canciller que se encuentra entre los rehenes, ante lo cual los comandos deciden que la intervención no puede esperar.

Esta no es la verdad histórica, sino la de las negociaciones entre el gobierno de Fujimori y los dirigentes del MRTA, que se alargaron durante meses mientras se preparaba la operación que se ejecutó cuando los secuestradores creían que ya tenían un acuerdo. Pero lo que interesa es la propaganda de guerra que indica que los rehenes más connotados estaban a punto de ser ejecutados, lo que implícitamente aplica a la idea de porqué interesarse tanto por dos o tres rendidos fusilados en medio de la batahola.

La idea del subversivo malo-malo puede explicarse contra un enemigo que está disparándonos, pero no sirve si lo que se está buscando es alcanzar un período de paz duradera y una reconciliación profunda entre peruanos. Y lo mismo puede afirmarse de la tesis opuesta que busca congraciarse con los militares bajo la fórmula “a mis soldados nadie los investiga”. El efecto final es que volvemos a dividir al país en torno a si los del MRTA y Sendero Luminoso pueden tener derechos “a pesar de todos el mal que hicieron”, y si los militares y policía pueden ser juzgados por crímenes de guerra, “a pesar que gracias a ellos tenemos la paz y la democracia”.

Pensando en el caso Berenson recordé curiosamente el despido del Canal N, de la periodista Patricia Montero en plena campaña electoral bajo el cargo de tratar de “humanizar” al candidato nacionalista, lo que en estricto sentido equivale a admitir que se puede y a veces “se debe” “deshumanizar” al adversario. Efectivamente la gente que creía que Lori llegaba a su nueva vivienda después de estar en la cárcel para poner bombas “como en Tarata”, respondía a esa imagen de deshumanización construida por la prensa, sintetizada en la repetición del video de la mujer desafiante y vociferante en manos de sus captores, que es recordada mucho más que los actos por los cuales estuvo presa.

Pero el otro día que Lori Berenson llegaba de Estados Unidos, la única excitación que desataba era la de la prensa. Ninguna persona se enfrentó con ella, porque seguramente pensaron que ya ha pagado bastante por sus errores y mejor hay que dejarla tranquila, aunque a algunos quince años de cárcel por un atentado que no hubo les parezca muy poco.

11.01.12
www.rwiener.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sra lori perdone a todos los peruanos por aver desconfiado de usted, nos sentimos muy avergonzados. ... Ja!!!