sábado, enero 28, 2012

Davos y Humala

Con el fondo de los Alpes suizos y después de pagar un abono de 300 mil dólares por derecho de participación, las élites dueñas del mundo se reúnen para asistir a la única pasarela de presidentes que existe.

A Davos llegan, cada año, políticos de todo el mundo para buscar inversiones que se supone son las que sostendrán el crecimiento de sus economías y el éxito de sus gestiones. Por eso todos llegan vendiendo éxitos y cifras para impresionar a un auditorio de gente que jamás va a ser impresionada.

Obviamente los multimillonarios de Davos están ahí para preguntar por los niveles de regulación, impuestos, salarios, control social, de los países que se venden en la vitrina. Pero eso no quiere decir que van a poner dinero en el país del presidente interrogado, sino una mera confirmación de que están hablando con alguien de los suyos.

Otro es el asunto de los países que vienen con el discurso de que son la excepción respecto al resto y por tanto el destino ideal de los próximos proyectos transnacionales, sobre todo en tiempos de crisis cuando el retorno de la inversión en Europa y Estados Unidos es significativamente más lento que antes.

Chile vendió por muchos años su “modelo”, frente a la crisis del resto de América Latina y de nuestros similares en el resto del planeta. Los vecinos sureños alardeaban –a la manera como lo hace ahora Alan García y ha ido contagiando poco a poco a Humala-, de ser los únicos que estaban camino del desarrollo, los que más crecen y los más estables, y con ello se convirtieron por un tiempo en los engreídos del Foro Económico de Davos que podían medir con la vara chilena a otras economías en desarrollo.

Pero ese entusiasmo ya pasó. Tanto porque Chile nunca alcanzó la autonomía de mercado, la capacidad tecnológica y la cohesión social necesarias para constituirse como un país de primer mundo, y poco a poco ha agotado el impulso inicial mostrando brechas sociales que no aparecían ante a la vista. Para el mundo del desarrollo, este momento debe ser, además, el menos propicio para prestar atención a las pequeñas naciones que buscan algún lugar en los asientos de atrás de la combi de los países ricos.

Mucho más importante en la agenda de Davos deben ser: (a) si los países emergentes y grandes exportadores, seguirán creciendo y no se replegarán hacia adentro de sus fronteras; (b) si los bancos podrán volver a prestar para proyectos de largo plazo en un contexto de recesión y de dificultades para recuperar buena parte de sus créditos; (c) si la crisis política y social de los países centrales se profundiza como consecuencia de los programas de ajuste y estabilización; (d) si se produce una caída general de precios y empleo y arranca una depresión.

En ese ambiente cargado de incertidumbre y pesimismo alguien le ha dicho al presidente peruano que este es el buen momento para llegar, luego de haberse batido por Conga, haber apelado contra la no exportación del gas del lote 88 y ahora haberle ofrecido a España que la renovación de Telefónica se hará así nos deba y no quiera pagar 2 mil 400 millones (casi todo el gravamen minero). Ya está hecha la buena letra para pasar delante de los más ricos del Planeta y decirles que el Perú es el país que les conviene.

Aunque nos tememos que van a ser pocos los que le tomen atención al detalle.

28.01.12
www.rwiener.blogspot.com

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