jueves, enero 31, 2013

Jueces tributarios a la carta

Para renovar el contrato de Telefónica se retomó la teoría de las cuerdas separadas que trataba de establecer que la deuda tributaria de la empresa española, calculada en 3 mil millones de soles, debía resolverse en una vía distinta a la de la renegociación, es decir que la continuidad de la concesión del servicio se debía resolver sin que se planteara la exigencia de cumplir con las obligaciones que estaban pendientes.

Dentro de este criterio Telefónica se fue al poder judicial, cuestionando el reclamo de la SUNAT y el gobierno le siguió pidiendo tarifas para pobres y otros servicios menores, para un montón de años adicionales de dominio monopólico de las comunicaciones electrónicas en el Perú. Pero de lo que no nos habíamos percatado era de una pequeña trampita diseñada a finales del año anterior.

Así dentro del paquete de disposiciones complementarias que en la modalidad de ómnibus (cabe cualquier cosa), se le adiciona a la Ley General de Presupuesto del 2013, se metió una al final que lleva el número 64º, y que autoriza a la SUNAT a transferir 13 millones de soles para crear juzgados y salas en la Corte de Lima en la especialidad Tributaria y en materias del Indecopi.

O sea que Telefónica y otros, pasarán, de acuerdo a la inspirada formulación del señor Castilla por una ruta jurisdiccional ad-hoc, para lo cual la propia SUNAT proveerá los fondos. ¿Alguien piensa que esto hará más independiente a la justicia y más capaz de poner en vereda a los grupos económicos más poderosos?

La experiencia de los años 90 con la Sala Penal Especializada en Delitos Tributarios y Aduaneros, y en general todas las experiencias de justicia ad-hoc, no generan la menor confianza en estos procedimientos. Para decirlo de otra manera, este tipo de juzgados son como una invitación a salir del circuito de los jueces naturales para derivar a manos de falsos “especialistas”.

Tan evidente es el asunto que el nuevo presidente de la Corte de Lima, Iván Sequeiros ha encargado dirigir una Comisión para implementar los nuevos despachos tributarios al juez Martín Wong Abad, que no acredita formación en temas contencioso administrativos o tributarios. En realidad parece más un encargo de confianza por lo que se espera de esta novísima variante de la justicia económica. El punto es que al poner a un juez determinado en el encargo de formar la comisión organizadora, se le coloca en la línea de carrera hacia la presidencia de la sala donde se resolverán las apelaciones sobre las deudas en reclamo.

Si se aprecia que esta sala se conformará aparte del presidente, por dos vocales provisionales lo que conduce a una composición débil y manipulable, entonces hay fundada razón para preocuparse de que se esté armando un tinglado para arreglar la deuda de Telefónica y otras, de una forma distanciada de la decencia y los derechos del Estado.

¿Qué necesidad hay de construir una justicia tributaria separada del resto de la justicia?, ¿y qué es lo que evidencia que el magistrado que habrá de organizarla no sea un especialista sino una persona de “confianza”, justo cuando hay que tener la mayor de las desconfianzas sobre cómo se resuelven este tipo de problemas?


31.01.13
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miércoles, enero 30, 2013

Los cálculos del Sí


¿Por qué Castañeda y García no dan la cara y se ponen al frente de la revocatoria y explican a todo el país que se proponen capturar la Municipalidad de Lima como trampolín para tomar el gobierno el 2016?

Estoy seguro que es la misma razón que hace que el fujimorismo no se comprometa formalmente con el Sí, a pesar que casi todas las opiniones de sus cuadros públicos respaldan esa opción e insisten en el rollo de la “alcaldesa incapaz” que no debe terminar su período.

Creo que los tres líderes políticos de la extrema derecha peruana, también conocida como DBA, han elegido conscientemente el papel de ponerse lo más atrás de los impresentables de la revocatoria por que la ven como la parte sucia de su proyecto de retorno al poder.

Y prefieren que eso lo hagan personas del talante de Marco Turbio, Vidal, Linares, Vílchez, Fabiola Morales, el hijo de Castañeda y otros que no tienen nada que perder. Tal vez el único que no se dé cuenta del papel que está asumiendo es Mulder que va camino a terminar como un turbio más, que va graduándose en la especialidad de estos días que es mentir con impunidad.

La mayoría de revocadores profesionales va a reclamar su paga después de la faena y se van a ir readecuando en el escenario político. Marco Turbio todavía espera que en una eventual gestión Castañeda lo vuelvan a contratar, pero el problema va a ser que va a estar mucho más quemado que antes.

En cambio el mudo y el ego colosal han planteado su ubicación de formar de no arriesgarse con el resultado. Ellos saben que todo el mundo los asocia en la empresa antivillaranista, de manera que no van a necesitar ninguna declaración pública en el próximo mes y medio para presentarse luego como ganadores en caso que el Sí prevalezca en las urnas.

En tal situación la actual primera línea de la revocatoria recibiría la misma invitación a abrir el paso que recibió Jesús Lora en su parte trasera el año 2004.

Pero si gana el No, lo seguro es que Castañeda y García mirarán a otra parte, con lo cual se consagrará el principio de que los líderes nunca pierden y solo están para la foto de la victoria.

Por supuesto que los fujimoristas se han dado cuenta que el exalcalde y el expresidente se han asegurado las butacas traseras de la puesta en escena de la revocatoria y ya no les han dejado sitio. De ahí que se hayan puesto aún más lejos de la zona de choque. Con eso están reubicándose como el sector menos pendenciero del Sí.

Aunque parezca paradójico, el fujimorismo le ha entregado el papel de autores de la iniciativa de desestabilización en Lima al APRA y Castañeda, con todas las consecuencias que esto puede arrastrar para el futuro, más allá del resultado del 17 de marzo. Si su cálculo es exacto, sus dos potenciales aliados van a sufrir mucho más desgaste que ganancia por efecto de la revocatoria.

Recogiendo la vieja frase de Piérola que tanto gustaba a Belaúnde, los fujimoristas pueden decir que abstenerse es obrar. O lo que es lo mismo, que el ocultamiento de Castañeda y García, luce más evidente si los fujimoristas se distancian de ellos.  

30.01.13

martes, enero 29, 2013

El mensaje del No


A poco más de un mes y medio de la votación por la revocatoria de la alcaldesa de Lima Metropolitana hay una sensación en el ambiente de que la batalla de los mensajes se la está ganando el Sí al No, en otras palabras que la grosera simplificación de la gestión de Susana Villarán a través de la fórmula de que es “incapaz” y que otro (¿quién creen?) lo podría hacer mejor, ha entrado en un sector importante de la población, mientras los conceptos “Lima no puede parar”, “honestos versus corruptos”, “las reformas nos harán una ciudad moderna” no calan en la parte popular de la ciudad.

Que es injusto que le digan incapaz a Susana y que eso lo asocien ya sea a la comparación de obras físicas en los siete años de Castañeda versus los dos de la actual alcaldesa, o a la idea de que la izquierda y los “caviares” hacen mucha política desde los cargos públicos, en vez de invertir en cemento y quedarse callados como hacía el anterior alcalde, está fuera de discusión, pero el hecho real es que hay personas que creen que el túnel entre San Juan de Lurigancho y el Rímac se ha retrasado en su ejecución por “incapacidad” y no por medidas de seguridad y necesidad de reiniciar la obra que fue mal diseñada, o que piensan que el desvío de las rutas de transportes por otras calles para reducir la presión sobre el Metropolitano los ha perjudicado, y decenas de razones adicionales de este tipo que han mantenido un alto y silencioso porcentaje por el Sí.

También es verdad que se ha juntado toda la sinvergüencería criolla en torno a la dirigencia del Sí y que cada día que pasa la turbiedad de los revocadores se hace más evidente. Pero ya se vio durante la etapa de recojo de firmas que los audios de Marco Tulio en los que se revelan sus intereses, financiadores y apañadores, no impidieron que un número considerable de personas los avalaran con su rúbrica y que el Jurado de Elecciones los tratara como si fueran unos caballeros, cuando eran falsificadores de firmas y trasgresores de los plazos, y le diera con palo al Municipio y a la RENIEC. Hace poco el APRA decidió jugarse el todo por el todo por la revocatoria, mientras Castañeda sigue siendo la carta tapada para la que todos juegan, como lo confirman las encuestas que lo dan por seguro alcalde post revocatoria. Que lo peor de la política está sacando la cara contra Susana es algo obvio. Pero lo peor es que puede ganar.

¿Cómo se revierte una situación de estas características? No soy nadie para decirlo. Pero creo que hay que entrar a la discusión sobre la capacidad y la incapacidad. Mostrar con agresividad lo que se ha hecho, se está haciendo y se prepara para hacer, preguntando abiertamente si eso es incapacidad o hay alguien que se quiere apropiar de la ciudad. Y creo que el centro de la pelea es Castañeda: ¿por qué está tan apurado en adelantar el cambio de alcalde? Lima no debe parar es verdad, pero la gente debe ver adónde está yendo. Si no se puede trasmitir eso, difícilmente se podrá ganar.

29.01.13
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domingo, enero 27, 2013

Cañaris lo que no se entiende


Lo que algunos políticos, fiscales y medios encontraban en común entre Conga y Espinar era al cura Arana, porque el alcalde de la provincia cusqueña era de su partido. Ahora han sacado una foto de un dirigente de Cañaris con Wilfredo Saavedra y ahí está toda la explicación de por qué esta población que vivía casi de espaldas al resto del país, en sus apacibles 2 mil metros sobre el nivel del mar, se ha rebelado a las exploraciones mineras que viene haciendo una empresa canadiense sobre su territorio.

Quiere decir que el Perú sería la delicia de las inversiones, si a la abundancia de minerales con los que Dios nos premió (o castigó, depende del punto de vista) le agregáramos comunidades contentas con la invasión de extraños, que llegan con sus maquinarias, sus tecnologías y sus cercos, a imponer la modernidad en el campo atrasado y pobre, y a ofrecer por supuesto algunas ayudas al pueblo si los dejan sacar la riqueza que está bajo la tierra. Todo esto, sin embargo, lo malogran los antimineros que cada vez que hay estas oportunidades le dicen a la gente que van a ser afectados y se arma el conflicto en el que el Estado tiene que usar sus armas para que prevalezca la inversión que es lo  que a todos nos conviene.

Curioso que este haya sido el problema peruano desde la colonia: hombres que se hacen ricos con los minerales de las tierras campesinas y Estado que llena sus arcas con lo que le pagan los mineros y poblaciones aledañas a las minas que 500 años después siguen siendo el último escalón del orden social. Ciertamente lo que hay en común entre Conga, Espinar, Cañaris y otros, es mucho más de lo que pueden ver los que usan el lente bifocal: inversión/represión. Pongamos algunos datos sobre la mesa:

a)   La alianza Estado-trasnacionales, es siempre la misma. Lo estamos viendo en estos días con las declaraciones de los funcionarios del ministerio de Minas y el acantonamiento de policías en el campamento de la empresa minera, ¿quieren que los campesinos les crean que son elementos neutrales?

b)   El supuesto de que se va a regular y controlar la actividad minera manteniendo los equilibrios con la agricultura y otras actividades, se desmiente con el plan de aplicar un programa de inversiones equivalente cada año a lo que fue la inversión en los cinco años de García (que ya era bastante). Con una ambición desatada de esta magnitud: ¿cómo esperar que los agricultores serranos no se sientan amenazados?

c)  El argumento de que sólo se trata de una exploración que no hace daño, subestima la inteligencia de los comuneros que saben muy bien que lo que se está buscando es hacer irreversible el proyecto.

d) La idea de que se va a dialogar y escuchar a las comunidades, y tomar en cuenta sus puntos de vista, se cae a cada rato cuando hasta los responsables de evitar la radicalización del conflicto empiezan a acusar de terroristas a campesinos de una zona que no fue tocada por la violencia y que estarían viviendo en completa paz si no hubiesen sido invadidos por una empresa extranjera apoyada por policías peruanos.

28.01.13
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Uchuraccay: treinta años después


A treinta años de Uchuraccay, todavía retumba en mis oídos la voz del chófer de El Observador que había llegado hasta mi casa, ingresó por la puerta que estaba abierta (eran días de un calor extremo)  y me encontró leyendo en la sala:

-       Han matado a Mendívil  y Retto está herido. Vengo a llevarlo al periódico.

Era el sábado 29 de enero de 1983 y yo había salido al medio día del diario luego de despedirme hasta el día lunes, pero antes de salir Víctor Tirado me detuvo para decirme que el Fiscal de la Nación había declarado en el aeropuerto a su llegada de Ayacucho que habrían seis periodistas desaparecidos.

Hacía cuatro días que no teníamos noticias de nuestros compañeros Jorge Luis Mendívil y Willy Retto en misión en Ayacucho desde hacía dos semanas. Pero pensábamos que estaban buscando las primicias que les habíamos encargado y a las que habíamos apostado para recuperar la ventaja que habíamos entregado a otros medios como el Diario de Marka y La República en el tema de la guerra que se desarrollaba en la sierra sur centro.

Contesté que había que estar atentos, sin considerar que en la casa que por entonces había alquilado con mi familia en Chaclacayo, no había manera de avisarme cualquier novedad porque no tenía teléfono. Lo que explica por qué el chófer tuvo que recorrer tan largo trecho para hacerme conocer la trágica y todavía confusa noticia sobre los periodistas emboscados en Ayacucho.

Llegué al local de la Av. Pershing donde estaba la redacción de El Observador y desde la puerta percibí que todos se estaban preparando para lo peor. La información de la que se disponía venía de distintas fuentes: el gobierno mantenía la versión de que los periodistas estaban desaparecidos pero que se habían recibido informes sobre un posible enfrentamiento con comuneros en Uchuraccay. Las agencias internacionales daban más detalles sobre muertos y heridos y lo mismo eran lo que decían los colegas desde Ayacucho. En todas las versiones se hablaba sin embargo de campesinos matando periodistas, confundiéndolos con senderistas.

Como a las 8 de la noche, llegó Alfonso Grados Bertorini, ministro de Trabajo y periodista, y directamente nos dijo:

-       Están todos muertos.

Hubo un largo silencio y nos miramos Tirado, Espinel, Laureano Carnero, como esperando quién diría la primera palabra. Pero fue Grados el que dijo que no le pidieran detalles sobre los hechos y esperáramos un comunicado del gobierno que nunca hubo. Luego llegó Oscar Retto, el padre de Willy,  periodista y fotógrafo, que lloró amargamente su desgracia. Pablo Truel era el director de El Observador y se encontraba fuera de Lima. Llamó varias veces por teléfono para tratar de entender lo que había pasado.

De La República nos informaron que se había contratado un avión de Faucett  para salir en la mañana a Ayacucho y que diéramos los nombres de los que iríamos. Al final sólo fui yo y un fotógrafo, muy amigo de Oscar y Willy que casi exigió participar de este viaje. El reloj marcaba más de las once cuando salí del diario para repararme para el día siguiente. Nunca la carretera central me pareció más oscura. En la mañana primera hora salí manejando con mi familia y a las 9 am estaba en el Jorge Chávez.

Ahí había una concentración de rostros conocidos: Guillermo Thorndike, César Hildebrandt, Mario Castro Arenas y muchos otros, algunos reporteros de la televisión, camarógrafos, fotógrafos, etc. Los titulares de esa mañana hablaban de “Salvajes”,  “Bestias”, para referirse a los responsables directos de la matanza. Por un solo día loas diferencias en la prensa, tan enconadas como las actuales,  parecían haber desaparecido. Pero volverían con mucho más fuerza el días siguiente, cuando empezaron las interpretaciones.

Recuerdo el ambiente de la sala del cuartel de Los Cabitos, al lado de la pista de aterrizaje de la ciudad de Huamanga, en la que nos agolpamos los periodistas llegados de Lima, para recibir la información de general Clemente Noel que tuvo la ocurrencia de presentar los hechos como no confirmados, al indicar que un helicóptero del Ejército había detectado cuatro tumbas desde el aire, al lado de los cercos que marcaban el territorio de la comunidad de Uchuraccay y que posiblemente los ocho periodistas estarían enterrados allí, para lo que ya había viajado el juez para el desentierro.

Luego vino la teoría de la confusión de las cámaras fotográficas con ametralladoras que habría desatado una respuesta de los comuneros al sentirse amenazados. Finalmente indicó que había dispuesto de un helicóptero para levarnos por grupos hasta el lugar de la tragedia. Así llegamos hasta Uchuraccay donde las cuatro tumbas barrosas estaban ya abiertas y los cadáveres colocados en bolsas que fueron abiertas para poder fotografiar y filmar a los muertos. La comunidad, por su parte, nos miraba desde la falda del cerro, casi impasible, como visitantes extraños que no tardarían en irse.

Efectivamente había un clima de tensión a flor de piel, una familiaridad anormal entre los sinchis (policía antisubversiva) y los comuneros, y un hermetismo total para ofrecer alguna pista de por qué tanta muerte gratuita. El helicóptero regresó cuando cerraba la tarde y parecía que no íbamos a poder salir. Y en el aeropuerto nos esperaba un Hércules con el motor encendido con el que regresamos a Lima.  En el diario tenía que escribir en medio de violentos sentimientos. Pero ya entonces me era claro que la  guerra ayacuchana estaba arrastrando a todo el mundo a la violencia.

La comunidad de Uchuraccay, como muchas otras, habían tenido que optar entre las fuerzas en pugna. Los iquichanos se le habían rebelado a Sendero, pero eso lo entendían como que todo el que no fuera uniformado y atravesara sus territorios era enemigo y debía ser exterminado. Los periodistas muertos el 26 de enero de 1983, iban a aclarar si realmente las fuerzas de represión habían logrado reclutar a las comunidades de altura para que fuesen parte de la guerra. De alguna manera este era el antecedente de las rondas que vendrían después. Pero intentar descubrir la nueva estrategia que estaba en marcha le costó la vida a algunos de los mejores hombres de prensa de su generación.  

27.01.13
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sábado, enero 26, 2013

Morir en Uchuraccay


Muy sentida y diría que honesta nota de Gustavo Gorriti en el último Caretas.  Con todos los recuerdos a flor de piel y los archivos a la mano el periodista recuerda el viaje que la revista hizo en un helicóptero hacia la zona de Huaychao, en las altura de Iquicha en Huanta, el día 27 de enero de 1983, siguiendo, sin saber, la ruta que por tierra habían recorrido el día anterior los periodistas que también querían llegar a la misma comunidad de donde habían venido las noticias de la ejecución de siete senderistas por los comuneros que les habían declarado la guerra y que en el camino resultaron muertos en la zona de Uchuraccay.

Es verdad que en medio de las pasiones desatadas se dijo que la preferencia del general Noel por la revista obligó al peligroso recorrido terrestre, pero lo más probable es que Mendívil, de la Piniella, Gavilán y los otros decidieran ir por su cuenta, sin soporte militar, porque lo que tenían era precisamente una clara desconfianza en la versión de los militares que el gobierno había asumido como propia el domingo anterior. En sólo tres semanas del ingreso de los militares a la guerra ayacuchana, las comunidades decidían eliminar a los subversivos que circulaban por sus territorios, lo que significaba que en muy poco tiempo Sendero Luminoso sería erradicado.

Caretas, por cierto, tendía a asumir la visión del gobierno, con el que simpatizaba. La prensa que discutía las implicancias de la militarización del conflicto buscaba asegurar su independencia respecto al nuevo Comando Político Militar de la Zona de Emergencia.  En Uchuraccay comienza en realidad una etapa de difíciles relaciones entre el periodismo y los militares que tuvo varias víctimas notables en Ayacucho y otras partes del país. Por eso la teoría de la confusión siempre tuvo serios límites y se convirtió casi en encubridora dentro del Informe de la Comisión Vargas Llosa.

Las fotos que Willy Retto tomó antes de morir y que son emblemas del coraje periodístico, mostraron un diálogo previo entre comuneros y hombres de prensa que se rompe y se convierte en violencia. A los ocho periodistas los matan cuando no eran ningún peligro para sus atacantes, que los tenían dominados. Al guía y a un comunero que se opuso a la matanza, los eliminan después, con total conciencia de lo que estaban haciendo. Ahí la pregunta es si esta acción brutal  era propia de una confusión, de un estado alterado o de una decisión precisa.

Y es en este punto en que se entra al rol de los militares: ¿sabían que los periodistas estaban caminando hacia la muerte?, ¿estaban cerca de los hechos de violencia como para influir en ellos?, ¿administraron el proceso para hacer saber la noticia? Lo cierto en todo esto es que la sangre de Uchuraccay acabó con las pretensiones de una prensa actuando con libertad y revelando la verdad de lo que estaba pasando. Para algunos medios esto fue un cómodo pase a voceros de la versión oficial. Para otros el desafío se agrandó y se situó entre la vida y la muerte.

26.01.13
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jueves, enero 24, 2013

Colina y Rodrigo Franco están de moda


El ministro Pedraza se ha lavado nuevamente las manos por la elección como presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, de un general con los peores antecedentes de la justicia militarista del período de Fujimori: encubrimiento de Montesinos, Hermoza y el grupo Colina; exculpación de los responsables de la corrupta compra de armamentos; suscripción del Acta de Sujeción a Montesinos; entre otras bellezas; y ha dicho que el gobierno solo destituyó al anterior presidente lo que está dentro de sus funciones, pero la Sala Plena lo reemplazó por Hugo Pow Sang, lo que ya no es su problema.

Tremenda roca, por supuesto, porque con igual criterio y estudiando el escenario, el gobierno pudo haber hecho una apreciación previa sobre los posibles reemplazos del saliente y ahorrarse el papelón de haberle abierto la puerta a quién consideró que el grupo Colina no existía y tampoco el “plan ambulante” que fue la base para la matanza de barrios altos y que dijo, finalmente, en su Informe de auditoría que Martin Rivas, Pichilingue, Sosa y otros eran personal administrativo del Servicio de Inteligencia que no podían haber estado involucrados en los asesinatos. Unos meses después el gobierno de Fujimori ordenaría procesar sumariamente a los Colina y los condenaría prácticamente sin proceso para salvar la cara del régimen que un año después les daría amnistía. Y Pow Sang siguió de lo más tranquilo.  

Así otra vez estamos ante la evidencia de que unas Fuerzas Armadas que nunca fueron depuradas seriamente de los efectos de su degeneración montesinista (contra la que se supone se levantaron los Humala en Locumba), da como inevitable producto que un gobierno que pretende saber más que nadie de sobre militares se tropiece a cada rato con el pasado que está impregnado en las líneas de sucesión institucional. De paso además lo que ocurre en la llamada Justicia Militar, ha resultado coincidente con otra resucitación inesperada en plena campaña de revocatoria en la ciudad de Lima y es que cuando nadie se lo esperaba don Agustín Mantilla decidió decir esta boca es mía y se mandó a favor del Sí como si quisiera un lugar justo a Marco Turbio, Alan García, Castañeda y Aldo M.

Entonces el país ha tenido que recordar que don Agustín no sólo es el que recibió 30 mil dólares de manos de Montesinos para la campaña del APRA del año 2000, cuyas secretos los guarda como militante disciplinado luego de haber pasado varios años en la cárcel, sino que también fue el jefe y organizador del llamado Comando Rodrigo Franco, antecedente del Colina. Ya el destaque de la exministra Nidia Vílchez a la campaña del Sí, había hecho recordar que esta estructura siniestra existió y que tuvo integrantes que andan impunes por la calle. Pero Mantilla está en pleno proceso, respondiendo ante el juez y los fiscales por crímenes bien concretos.

Todo esto hace ver que á los problemas con la historia y al posible “negacionismo” senderista por lo que ocurrió en los 80 y 90 que parece obsesionar al gobierno de Humala y a la derecha criolla, se le suma el “olvidacionismo” que se está haciendo de los escuadrones de la muerte que operaron en el Perú en ese mismo tiempo y los escalones del Estado y la Justicia que hicieron lo posible por protegerlos. Es muy grave que el gobierno no distinga a los militares que justificaron las operaciones encubiertas. Y que el grupo revocador tampoco tenga reparos de tener como voceros a personas con las manos manchadas de sangre.

25.01.13