El viernes escuché a Nidia Vílchez, ante un
condescendiente José María Salcedo, en RPP, decir que Javier Diez Canseco
benefició a sus familiares con una ley que les permitió subir 40 veces el valor
de sus acciones en la Bolsa de Valores. Sabía, sin duda alguna, que nunca hubo
una ley, ni un dictamen sobre este proyecto que nunca se vio en la Comisión a
la que fue presentada y menos al pleno, que no hubo ningún incremento de valor
para nadie como efecto de esta inexistente norma y que ese tampoco era su
propósito.
Pero la roca que la exministra lanzó por la radio
apuntaba a descalificar al congresista que había planteado un pedido de
investigación sobre el cobro de 134 mil soles en los últimos días del gobierno
aprista a favor de Vílchez como reintegro por los gastos de representación que
había dejado de cobrar durante los meses que estuvo en los despachos de
Vivienda y de la Mujer durante el gobierno de Alan García. Es decir que no sólo
pidió que le pagaran por una función congresal que no cumplía, sino que lo hizo
a posteriori, como una plata que hubiese guardado para del final (la norma dice
que si el bono no se cobra en la fecha debida se devuelve al Tesoro Púbico),
para usarla en una “representación” para cuando ya no era parte del Congreso.
Y cuando le preguntan si va a devolver el dinero se va
por la tangente mintiendo sobre Diez Canseco y anunciando que deja todo en
manos del Ministerio Público y la Procuraduría del Congreso y que no la
distraigan de la revocatoria. Pero hay más. Un día antes, Nidia se despachó con
el argumento de que la jefe de la campaña del No, Anel Townsend, también había
cobrado doble, lo que por cierto fue recogido por el diario de Aldo M, y le
costó otra vez tener que rectificarse en primera página, porque Anel no había
cobrado y hay documentos que prueban eso.
Vílchez ha mentido desde el día que se puso el polo
amarillo del Sí y se convirtió por su propia cuenta en vocera de esa corriente.
Así, como si quisiera enseñarle a Marco Turbio y Castañeda, cómo es que se
hacen las cosas, respondió a la denuncia sobre el incendio de las instalaciones
de un parque infantil de la Municipalidad de Lima, en San Martín de Porres,
acusando que el autor había sido Favre en una maquiavélica estrategia de
victimización de la alcaldesa, sin aportar una sólo prueba sobre lo dicho, pero
con primera página del diario de M. Luego dijo que los gastos por consultoría
de la Municipalidad de Lima habían sobrepasado los 200 millones, y siguió tan
campante cuando le mostraron los documentos que indicaban que la cifra era de
15 millones.
El APRA, de Nidia y Alan García, ha señalado pues la
línea para una revocatoria que ya está a unas cuantas semanas de distancia y no
deja tiempo para desmentir mentiras que se sueltan en torrente. ¿Alguien le
creerá por ejemplo a Nidia Vílchez cuando indica que el Rodrigo Franco y los
crímenes del primer gobierno de Alan García nunca existieron? Pero hay, como en
el caso Colina, varios miembros de esa estructura que ya han declarado ante los
fiscales y los jueces. Y una de las cosas que dicen es que Nidia Vílchez era
parte de esa organización que mataba por la espalda. Y que ellos se reunían con
ella. Es decir que cuando AGP seleccionó a su exministra para su actual tarea
sabía la elección que estaba haciendo
20.01.13
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