Quiero creer que no es cierta la versión que circula de que el caso de la abuela de la vicepresidenta Marisol Espinoza se origina en una información que era manejada a los mal altos niveles de gobierno y que iba a salir a la prensa, a lo que la también congresista piurana habría reaccionado, tratando de poner el parche antes que el chupo con sus declaraciones destapando el asunto y anunciando que se suspendería la afiliación de la abuela y su actual cónyuge al programa Pensión 65, uno de los emblemas del gobierno de Humala.
Como están las cosas era evidente que Marisol iba a salir mal parada si crecía la idea de un aprovechamiento de un fondo de pobres (en este caso personas mayores) para la familia de una de las más altas dirigentes del nacionalismo. Pero no estoy seguro que el remedio aplicado al problema haya sido mejor que el escándalo que ya le tenían preparado. Porque lo que es evidente es que la abuela Digna, carece de ingresos monetarios para su vejez y vive en una obvia situación de pobreza rural, y que por tanto califica sin vueltas para la versión asistencialista que se le dio al programa luego que Humala gano las elecciones.
Se suponía inicialmente que la intención de la pensión 65 era ayudar a resolver el dilema que plantea que sólo uno de cada cuatro personas mayores, tenga alguna forma de pensión de jubilación para sus último años. El mecanismo podía empezar sobre un tramo de edad más elevado o por determinadas regiones, sin perder su característica de derecho social. Pero cuando las promesas electorales empezaron a redefinirse, la pensión 65 dejó de ser una pensión y pasó a ser un subsidio a la pobreza como el del programa Juntos, con la peculiaridad del rango de edad.
La abuela de Marisol llena los prerrequisitos, al margen de si la vicepresidenta ayuda lo suficiente a la madre de su progenitor, que además tiene más veinte hijos y seguramente casi un centenar de nietos, a los que no vamos a culpar porque doña Digna quiera mantener su vida independiente. Aldo M puede hacer las especulaciones que quiera sobre la supuesta dureza de Marisol hacia su pariente que supuestamente la descalificarían para ejercer eventualmente la presidencia porque nos trataría a los demás como su abuela. Pero es mucha pretensión meterse a dictar líneas de conducta sobre realidades familiares que no conocemos.
Lo que sí carece de sentido es que la vicepresidenta de por desafiliada a la abuela y anuncie la devolución del dinero percibido. Esto, porque no se ve dónde ha estado la incorrección de la señora Digna y que atribución tiene la nieta para tomar decisiones sobre personas que no están a su cargo. Todo hace pensar en una reacción apresurada motivada por la amenaza de los titulares de la prensa que ya sabemos, en una lógica que guardando las distancias hace pensar en las maneras como Ollanta ha sido llevado a enfrentarse a sus hermanos y padres bajo presión mediática.
Marisol hubiera estado mucho mejor defendiendo el derecho de su abuela a vivir como quiera, incluso tercamente en su pobreza campesina, y señalando que ella no podía hacer nada con el hecho de que se acogiera al programa de Pensión 65, como era su derecho. Bastaba saber que ella no la inscribió y que su situación no es mejor que la de otros afiliados, para ver que se había actuado con honestidad. Pero hay en este gobierno un miedo a ser vapuleados por los medios que llega hasta dar pena.
22.01.13
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