¿Por qué
Castañeda y García no dan la cara y se ponen al frente de la revocatoria y
explican a todo el país que se proponen capturar la Municipalidad de Lima como
trampolín para tomar el gobierno el 2016?
Estoy seguro que
es la misma razón que hace que el fujimorismo no se comprometa formalmente con
el Sí, a pesar que casi todas las opiniones de sus cuadros públicos respaldan
esa opción e insisten en el rollo de la “alcaldesa incapaz” que no debe
terminar su período.
Creo que los tres
líderes políticos de la extrema derecha peruana, también conocida como DBA, han
elegido conscientemente el papel de ponerse lo más atrás de los impresentables de
la revocatoria por que la ven como la parte sucia de su proyecto de retorno al
poder.
Y prefieren que
eso lo hagan personas del talante de Marco Turbio, Vidal, Linares, Vílchez,
Fabiola Morales, el hijo de Castañeda y otros que no tienen nada que perder.
Tal vez el único que no se dé cuenta del papel que está asumiendo es Mulder que
va camino a terminar como un turbio más, que va graduándose en la especialidad
de estos días que es mentir con impunidad.
La mayoría de
revocadores profesionales va a reclamar su paga después de la faena y se van a
ir readecuando en el escenario político. Marco Turbio todavía espera que en una
eventual gestión Castañeda lo vuelvan a contratar, pero el problema va a ser
que va a estar mucho más quemado que antes.
En cambio el mudo
y el ego colosal han planteado su ubicación de formar de no arriesgarse con el
resultado. Ellos saben que todo el mundo los asocia en la empresa
antivillaranista, de manera que no van a necesitar ninguna declaración pública
en el próximo mes y medio para presentarse luego como ganadores en caso que el
Sí prevalezca en las urnas.
En tal situación
la actual primera línea de la revocatoria recibiría la misma invitación a abrir
el paso que recibió Jesús Lora en su parte trasera el año 2004.
Pero si gana el
No, lo seguro es que Castañeda y García mirarán a otra parte, con lo cual se
consagrará el principio de que los líderes nunca pierden y solo están para la
foto de la victoria.
Por supuesto que
los fujimoristas se han dado cuenta que el exalcalde y el expresidente se han
asegurado las butacas traseras de la puesta en escena de la revocatoria y ya no
les han dejado sitio. De ahí que se hayan puesto aún más lejos de la zona de
choque. Con eso están reubicándose como el sector menos pendenciero del Sí.
Aunque parezca
paradójico, el fujimorismo le ha entregado el papel de autores de la iniciativa
de desestabilización en Lima al APRA y Castañeda, con todas las consecuencias
que esto puede arrastrar para el futuro, más allá del resultado del 17 de
marzo. Si su cálculo es exacto, sus dos potenciales aliados van a sufrir mucho
más desgaste que ganancia por efecto de la revocatoria.
Recogiendo la
vieja frase de Piérola que tanto gustaba a Belaúnde, los fujimoristas pueden
decir que abstenerse es obrar. O lo que es lo mismo, que el ocultamiento de
Castañeda y García, luce más evidente si los fujimoristas se distancian de
ellos.
30.01.13
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