En su entrevista para Raúl Vargas de RPP,
los últimos días de diciembre, el presidente Ollanta Humala hace la siguiente
afirmación: “la economía la estamos cuidando, estamos
trabajando de manera responsable porque sabemos que no puede haber un programa
de gobierno exitoso si no tenemos una economía sana que le dé la tranquilidad a
la población de tener la previsión de que puede invertir, puede comprar su
casa, su departamento, su auto, y que la economía no va a tener sobresaltos
porque nuestra principal preocupación es el bolsillo de ustedes”.
¿Qué economía
está cuidando el gobierno del presidente Humala? El ministro Merino no ha
tenido ningún problema en explicarlo: se esperan alrededor de diez mil millones
de dólares en inversiones para el sector minero (incluyendo Conga y Tía María)
y más o menos cinco mil millones en hidrocarburos. El jefe del Instituto
Nacional de Estadística ha dicho a su vez que el principal componente del
crecimiento del 2013 será la inversión en el sector minero. O sea después de la
tregua relativa del segundo semestre del año pasado en que bajo la curva de los
conflictos ambientales y comunales, el gobierno se siente en condiciones de
señalar que volvemos a lo mismo.
Esto, por
cierto, plantea dos dimensiones a considerar en términos de viabilidad:
primero, la económica, es decir si los grupos del dinero van a meter plata
fuerte en actividades extractivas con un escenario internacional frágil donde
los precios estarán por lo menos inestables por un buen tiempo, o será que los
ministros Merino y Castilla están vendiendo como ciertos los proyectos que
sobre los cuales hay un cierto interés
pero ningún compromiso, como pasó con los caprichosos cambios en el
asunto del gasoducto del sur. Segundo, lo político-social, a saber si este
gobierno es ahora más fuerte que lo era en el primer tramo del año pasado
cuando fracasó ante las protestas contra la minería.
¿Qué programa
pretende hacer exitoso el presidente Humala a partir de la economía sin
sobresaltos que defiende? Es obvio que se refiere a aquellos que están
destinados a la ayuda y subsidio a los pobres, que se entienden dependientes de
que el Estado tenga los recursos para ejecutarlos y por tanto del crecimiento
que se ha venido registrando de manera sostenida desde hace casi diez años. Por
lo tanto una nueva economía que cambie los ejes del crecimiento y el modelo de
distribución de la renta, son insanos y demasiado riesgosos para la
tranquilidad que busca el gobierno y para el esquema regalón de los programas
sociales.
Para confirmar
si todo esto funciona, y sin preguntar los motivos por los cuales el crítico
del modelo económico terminó como su más fiel guardián, hay que preguntarse por
lo que pasó en el 2012. Y la repuesta es que se vieron claros indicios de
agotamiento del dispositivo pro exportador y que en su reemplazo el crecimiento
se sostuvo en el consumo y la expansión del crédito interno. Exactamente de ese
mayor número de viviendas y automóviles comprados con préstamos sin mejora
sustantiva del ingreso personal. Los que
saben de economía son conscientes que eso no se sostiene y prefieren hacer un
diseño de retorno al eje hacia afuera. Pero no hay ninguna seguridad de que eso
funcione. La magia tecnocrática que le han vendido al presidente está
haciéndose cada vez más dudosa.
03.01-13
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