El presidente dice que no es
mago, como si la gente le estuviera pidiendo actos sobrenaturales. La tesis que
subyace es que él está haciendo lo que puede hacerse y que tal vez lo que
ofrecía el documento original de la “Gran Transformación” requería de alguna
capacidad de producir milagros que llegado al poder descubrió que no tiene.
Pero la verdad es que si vamos a hablar de actos mágicos tengo algunos ejemplos
que muestran que efectivamente Ollanta Humala no es mago, aunque lo ha intentado
varias veces los últimos doce meses:
(a) Tratar de ser el presidente de los pobres y excluidos, y a la vez el gran amigo de la CONFIEP. Este es un
acto de prestidigitación que presume que a la gran empresa, robustecida por
veinte años de hegemonía, se le puede convencer de que se preocupe un poco más
de sus trabajadores y su entorno social y ambiental, a cambio de que el Estado
no le cambie las leyes (que crearon el esquema de exclusiones vigentes) ni los
impuestos. Claro que si uno pide su opinión a los señores del dinero seguro
escuchará que responden que hace tiempo que hacen lo que pueden por sus
trabajadores y que ponen de su parte para la comunidad. Así que todos
deberíamos estar contentos, aunque no nos pongamos de acuerdo nuevamente (van
dos décadas) en el Consejo Nacional del Trabajo sobre la nueva ley de
relaciones laborales, y se mantengan más de 200 conflictos abiertos entre empresas
y comunidades. En resumen, Ollanta quiso probar su magia y creyó lograrlo
cuando las encuestas le daban arriba del 70%; ahora está en menos de la mitad,
y cada vez son menos los que creen que
construirá el empresariado inclusivo y los pobres pro-empresa como había
alucinado.
(b) Imaginarse capaz de resolver los problemas derivados de veinte
años de privatizaciones, concesiones y contratos perjudiciales al país,
denunciados por el mismo a lo largo de seis años continuos de campaña, mediante
el procedimiento de no patear el tablero, ajustarse a las normas que antes
definió como corruptas y operacionalizar los supuestos nuevos compromisos
valiéndose de los mismos personajes que hicieron los anteriores que él
condenaba (el justificativo es que son los que tienen más “experiencia”). Esto
ha sido un intento de magia mayor, si se toma en cuenta que la estrategia
elemental para estos casos es recuperar autoridad para el Estado, derogar las
leyes entreguistas y corruptas, y cambiar a los negociadores. Un ejemplo de esto es que este 28 de julio se
haya celebrado como el gran logro del gobierno, la recuperación del Lote 88 de
Camisea, cuando no se ha recuperado nada, porque las reservas siguen embargadas
a favor del proyecto exportador. La fórmula mágica que se quería aplicar era la
de sacarle una carta de buena voluntad al Consorcio del gas comprometiéndose a
buscar otras reservas de gas para sus garantías, e insertar ese texto en el
contrato. Es decir una recuperación literaria, pero no efectiva, hasta que no
se hubiera sustituido un embargo por otro. Sin embargo, ni eso se ha
conseguido, porque el Consorcio ha demorado en dar su consentimiento con
pretextos, con lo que ellos sí fortalecen su posición de negociación. Pero este
28 de julio, los avisos oficiales ponían en el primer lugar de la lista de las
cosas cumplidas la “recuperación del Lote 88”. Lo que sin duda es un acto de
pura magia.
01.08.12
1 comentario:
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