Del gobierno de las tímidas
reformas iniciales y del intento por caerle bien a todas las clases sociales,
pasamos en diciembre al desbordado por los conflictos sociales y que trataba de
recuperar autoridad con mano dura mientras se diluía el espíritu reformista, lo
que acabó en julio con la salida de Valdés. Ahora estamos preguntándonos para
donde apunta el tercer gabinete de Humala y la primera impresión es que busca
la distensión y el cambio de agenda esforzándose por “descongalizar” la
política peruana al punto que ya no se quiere ni hablar del problema
cajamarquino que ha pasado casi totalmente al manejo de los hombres de iglesia
que hacen de facilitadores.
Pero este no parece ser todo lo
que se viene con el premierato Jiménez, Para empezar la ruta del gas parece
haber variado sustancialmente en curso de estos meses y el compromiso para que
el Estado peruano participe del gasoducto sur andino que proveería de gas
natural a los departamentos del sur del país y favorecería la creación de un
polo industrial en la parte más postergada del país, está siendo dejado sin
efecto y reemplazado por el viejo proyecto de los líderes del modelo exportador
(Repsol-Hunt) de mover el gas dentro de la costa y hacer inversiones
petroquímicas para la venta al exterior.
Aunque resulte sorprendente la
misma persona que hizo del tema del gas y su rescate para el desarrollo y el
consumo de los peruanos (cambio de la matriz energética), enfrentando la
pretensión de exportar la mayor parte de gas que se pueda, está ahora cediendo
al cambio de planes que se ha armado entre los ministerios de Energía y Minas y
Economía, para someterse a las pretensiones del grupo pro-exportador. De paso
además, el gobierno está volviendo a marcar distancias con sus supuestos amigos
de Brasil que estaban metidos en lo del gasoducto y ya parecían haberse
asegurado el negocio.
Por eso el gabinete Jiménez
podría también siendo el de los escándalos del gas, como en otras épocas hubo
los del petróleo. Por de pronto crece la versión de que lo cambios en
Perupetro, tienen como disparador la decisión del gobierno de arreglar con el
Consorcio Camisea (el mismo que integra a los explotadores de los lotes 88 y
56, el primero para el mercado interno y el segundo para la exportación), para
no cobrarles una gruesa suma que podría sobrepasar los 200 millones de dólares
por regalías dejadas de pagar al alterar los destinos del gas exportado y
trasladarlo hacia puertos donde se paga un mejor precio sin informar al país, a
cambio de que los operadores privados confirmen con su firma lo que ya había
sido anunciado con gran bombo en marzo de este año, cuando se dijo que la
“recuperación del lote 88”, consistía en que el Consorcio expresara su voluntad
de devolver los 2.5 TCF, que tiene retenidos como aval de sus contratos de
exportación.
Claro que un vez que se firme la
adenda, tampoco se habrá recuperado realmente la reserva retenida, porque el
lote 57 que debe sustituirlo aún no ha logrado certificar la cantidad de gas
que tiene en sus campos. Pero lo que es más grave aquí es que teniendo instrumentos para afirmar la
posición de Estado tanto en la recuperación (demanda judicial, invalidación de
actos ilegales) como en la cobranza (terminación del contrato), se ha optado
por el camino llamado “sin sobresaltos”, que es el de las concesiones
crecientes, que no lleva a nada bueno.
02.08.12
www.rwiener.blogspot.com
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