Hospital
Rebagliati, 04 agosto de 2012
Camaradas y compañeros
Ciudadanos por el Cambio
PRESENTE
Queridos amigos y amigas:
Estaba comprometido en
participar del evento de hoy y comentar la exposición sobre situación política.
Lamentablemente un mal todavía incierto al que he bautizado provisionalmente
como “ollantitis”, y que me afecta el riñón izquierdo y el sistema urinario,
detuvo mi propósito. En fin, parece que mi cuerpo soportó estoico los primeros
nueve meses del viraje y mis artículos hicieron lo posible por explicar cómo
había podido pasar que luego de haber ayudado a forjar un sueño, todo se nos
convirtiese en el regreso a una pesadilla reiterada que es la de la
conservación de los privilegios y la persistencia de los peores abusos, apenas
matizada por un populismo mezquino, y todo revestido de traición electoral.
Creo que la principal lección de
lo ocurrido apunta a cuestionar el sistema superpresidencialista que es la base
sobre la que se articula el funcionamiento de las principales instituciones
políticas, de raíz constitucional fujimorista, y que permite que una sola
persona tome las más trascendentales decisiones sin participación del resto. Ollanta
se fue haciendo consciente de este modelo porque lo beneficiaba y le permitía
reproducir en el país lo que fue su estilo de manejo del Partido Nacionalista.
Pienso que nuestro mayor error fue imaginar que a más poder del caudillo, más
segura teníamos el curso de la anunciada transformación.
Bueno, nosotros somos un
subproducto de esta expropiación unilateral de la victoria, que es mucho más
grave cuando se le ve desde la perspectiva de las masas que le otorgaron su
voto. Es cierto que nada en el sistema obliga al que se convierte en presidente
a cumplir con su partido, sus aliados y amigos, así como a sus electores, pero
eso no quiere decir que los engañados se van a quedar tranquilos y se van a
dejar estafar impunemente. La dureza del conflicto social en los meses
anteriores refleja que el sistema se
está agotando rápidamente.
Hay que acelerar el paso hacia
la reforma constitucional y la exigencia de gobiernos realmente honestos y
controlados por sus electores. Esto requiere una pedagogía político-social que
enmarque las solidaridades con los que luchan, las denuncias y propuestas por
sectores y el trabajo de construir un partido democrático.
Ahí me detengo, no porque no
tenga más que decir, sino porque creo que basta un punto para hacer un buen
debate. Además los que se preocupan por
mí ya me están diciendo que descanse y así lo haré.
Los quiero mucho y los abrazo
Raúl Wiener
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