No hay forma de evitar esa sensación de país que se cree grande que han adoptado los españoles desde que se volvieron europeos (de la UE, quiero decir), y que la dirigen a los países chicos de lo que llaman Iberoamérica dentro de los cuales está ni más ni menos que la enorme Argentina de Kichner, cuando se escucha a Rajoy hablando de los intereses petroleros heridos con la expropiación de las acciones de Repsol y amenazando a los expropiadores con recurrir al club de los inexpropiables que conforman los países que en otros momentos se ponen de acuerdo para promover invasiones y quedarse con el petróleo de terceros.
Claro que España ni es tan grande, menos con la crisis que la ha puesto a un paso de una escenario literalmente griego, ni Argentina tan pequeña, mucho más si toma en cuenta el nuevo tono de la mayoría de países de América Latina que están más unidos y solidarios que nunca antes en la historia. Así que no habría que confundirse por lo que dice el presidente de una monarquía que en tiempos de ocio mata elefantes en otras latitudes, siendo ella misma un elefante blanco que ya merecería estar mandado al archivo de la historia, que es otra forma de morir. En fin. La España decadente y la Argentina emergente están en el centro de una disputa, pero por lo que se ve los españoles normales no se sienten dueños de los combustibles argentinos porque la empresa del naranja y negro haya estado invirtiendo por allá. Que Rajoy lo piense, es distinto a que sea la opinión de la sociedad.
Son los argentinos los que llevaban lo de YPF y la herencia de Menen como una dolorosa herida. Y lo que están viendo que la empresa que vuelve a sus manos está igual, o más bien parcialmente mermada por los años en que Repsol hizo casi nada por ella aparte de sacarle todo lo que podía. Uno oye a los argentinos decir que no le deben nada a la trasnacional que está haciendo maletas. Y me pongo a pensar si aquí han hecho algo por La Pampilla y Sol Gas que fue lo que les tocó del reparto de Petroperú. Ahí están las dos empresas igual que antes, vendiéndonos la gasolina y el gas más caro de Suramérica, sin que se conozca cuáles fueron sus inversiones. Precisamente Repsol es nuestro problema, porque posee las empresas que se crearon para regular los precios de productos de alto consumo y se convirtieron en las minas de oro de la transnacional que antes fue estatal y que luego formo un accionariado en el que participan inversionistas de varios países del mundo, pero que el gobierno español sigue defendiendo como si sus colores fueran los de la patria.
Repsol y Rajoy
Aquí están algunas perlas de la actuación de Repsol en Argentina. Recibió YPF con 55 mil trabajadores y los redujo a 6 mil. Rebajó las condiciones de seguridad de las plantas y generó condiciones de riesgo que derivaron en la muerte de nueve de trabajadores en la refinería de Puertollano.
El pico de producción del petróleo en Argentina se alcanzó en 1999 (año de la privatización) y a partir de allí lo único que ha hecho es declinar. La explotación del nuevo yacimiento de Vaca Muerta, no mejoró sustantivamente la situación. Los métodos de producción han sido denunciados en el mundo por ser altamente contaminantes. Por ejemplo en Vaca Muerta usaron una intensa inyección de químicos en el subsuelo generando daños de largo plazo.
La empresa que Rajoy defiende tiene pues cuestionamientos laborales, ambientales, sociales, nacionales y muchos otros. Pero eso poco importa. Lo que parece estar en juego es una reminiscencia colonial que hace que la cabeza política de la vieja metrópoli reaccione diciendo que no “existe razón para la expropiación”. Él lo sabe. Porque Repsol se lo dijo. Y el rey que siempre anda muy cerca de los negocios globales de su país, debe haberle dicho que tiene que sacar la cara por España. Mientras la verdadera España está en las calles enfrentando la brutal política de ajustes del gobierno del Partido Popular, de la derecha encabezada por Rajoy.
22.04.12
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