jueves, abril 12, 2012

Perú país minero

Los presidentes suelen enterarse del significado de este concepto cuando los ministros de Economía a los que normalmente recién están conociendo, le explican que cerca del 30% de los ingresos fiscales tiene este origen y que la única forma más o menos rápida de incrementar estos fondos en el corto plazo y poder llevar adelante los programas sociales que todo candidato promete para ganar las elecciones, es con más inversiones en minería, por lo que pelearse con este sector sería hacerse el harakiri.

De ahí hay un sólo paso hasta el momento en que se sella, otra vez, una vieja alianza entre el Estado y la gran minería, y que es cuando el gobernante de turno reconoce en público que como todos sabemos somos un país minero y que eso no se puede negar. Parece por cierto un designio de Dios o de la naturaleza que nos han colocado infinitas toneladas de minerales para que los ofrezcamos a la empresa privada, principalmente extranjera, que después hará alarde que las escuelas, las postas de salud y los caminos se hacen con “su dinero”. En fin.

Hay sobre esto una concepción rentista que viene de la colonia y que nos hace imaginarnos viviendo del trabajo que producen unas cuantas empresas y un porcentaje de PEA inferior al 1%. Pero hay otro país minero que ayer vimos emerger de las entrañas de la tierra en medio de una algarabía que incluía al propio presidente de la república luego de un exitoso rescate que no puede, sin embargo, ocultar que estas personas trabajan en condición de alto riesgo y bajos ingresos.

O sea mientras el Estado vive de Yanacocha, Southern y otras megainversiones, hay una inmensa mancha de peruanos viviendo de las sobras de la gran minería: explotaciones abandonadas y vueltas a abrir sin autorización, socavones improvisados en los cerros, ríos que arrastran minerales sometidos a tratamientos químicos contaminantes, etc. Casi que se puede decir que si la fuente de los grandes ingresos no genera trabajo y la oferta de empleo decente en los demás sectores está estancada, se hace inevitable esa explosión de informalidad a la que se cantaba a comienzos de los 90, porque era colchón de la crisis y servía de apoyo para reducir las obligaciones del capital formal, y que ahora es la mala de la película a la que el Estado le ha cambiado de nombre para llamarla “minería ilegal”.

Si nos atuviéramos a los decretos de febrero del Poder Ejecutivo, los nueve mineros de Cabeza de Negro pertenecen a una variante del delito recién definido por la asesoría jurídica de la PCM. Pero todos hemos celebrado su salvataje, reconociendo que se trata de gente de trabajo, buena gente, que no es formal porque si tuviera que serlo tendría que hacer inversiones que no está en condiciones de realizar. No estamos diciendo que esté bien trabajar en esas condiciones, como que no lo es armar una microindustria en la propia casa y llenarla de cables de electricidad que la pueden incendiar, o explotar a los choferes de transporte interprovincial y sus máquinas hasta el límite provocando cada vez más accidentes en las carreteras. Nada de eso está bien. Pero ¿cómo se elimina la informalidad y la precariedad?

No veo otra vía que siendo mucho más que un país minero, un país industrial y agrícola, con un Estado promotor del empleo y no sólo del asistencialismo social. Ese es el camino y no la represión.

12.04.12
www.rwiener.blogspot.com

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno Raul:

Como te quedo el Ojo

Sala Penal de Apelaciones del Poder Judicial confirmó la condena a cinco años de pena privativa de libertad contra el exviceministro de Justicia durante la gestión aprista Gerardo Castro Rojas, por haber entregado 10,000 dólares a un funcionario del Ministerio de la Producción para favorecer a pesqueras lambayecanas.

Exfuncionarios Gerardo Castro Rojas y Adriana Pérez Guedes fueron condenados como autores del delito contra la administración pública en la modalidad de cohecho activo.

Gerardo Castro Rojas y Adriana Pérez Guedes fueron condenados como autores del delito contra la administración pública en la modalidad de cohecho activo, informó el Poder Judicial.

La sala, integrada por la doctora Susana Castañeda Otsu, Ramiro Salinas Sicchia y Sara Maita Dorregaray, confirmó la condena a cinco años de pena privativa de libertad, la misma que fuera emitida el 21 de diciembre del año pasado contra el exfuncionario del Ministerio de Justicia.

Además aumentó la reparación civil de 5,000 nuevos soles impuesta a Gerardo Castro Rojas y Adriana Pérez Guedes fijándola en 15,000 soles, que deberán pagar en forma solidaria a favor del Estado peruano.

Castro Rojas y Pérez Guedes fueron sentenciados por el delito de cohecho activo al ser procesados por entregar dinero a un funcionario público del Ministerio de la Producción a fin de favorecer a los propietarios de embarcaciones de pesca artesanal en Lambayeque.

El exviceministro de Justicia adelantó que apelará esta decisión ante la Corte Suprema. Él defendió su inocencia y denunció que fue víctima de una presunta celada por parte del entonces ministro de la Producción Jorge Villasante, para tapar los casos de corrupción del sector.

Castro Rojas cumplirá su condena en el Penal para Reos Primarios, antes San Jorge; mientras que Pérez Guede, en el Penal de Mujeres de Chorrillos, antes Santa Mónica.

Un beso aunque no te guste

Adrina (Perez Gerardo) Castro

Ojala hagas un mea culpa, sino

No importa!!!

Marcela dijo...

Sr. Raúl, el titular de este artículo no me parece oportuno, más cuando estamos en medio de tensiones por los resultados de los peritos, y a escasas horas de escuchar seguramente otra vez este concepto rentista y colonialista como dice usted mismo: Perú país minero, que las empresas mineras usan campantemente destruyendo ecologías y los sistemas vivos dependientes de ellas. Es más, considero una provocación a los cajamarquinos que dicen “No a Conga”, y un desprecio a los indígenas quienes alzan sus voces de protesta porque sus vidas se destruyen a la par de las destrucciones, más que cualquier urbano lejano a tales realidades.

Marcela

Raúl Wiener dijo...

A la persona que firma como Adrina: el caso Gerardo Castro me sigue y seguirá conmoviendo por su evidente injusticia. Que una sala falle contra la razón y la ley no me extraña y ya casi no me alarma. Pero que haya ayayeros de Alan García celebrando la prisión y destrucción de su propio compañero,sí me llama la atención.

Y en estos meses eso ha habido al extremo de perseguir a este modesto comentarista para presionarlo como si tratara de amedrentarme a cuenta de Villasante y García. Son ahora los que se imagina haber tenido un combate conmigo y me preguntan cómo me quedaron distitas parte del cuerpo.

A mí no me une nada personal con los sentenciados, salvo la convicción que me fui formando poco a poco de que este era un caso anormal y que me llevó a la conclusión de que había intereses políticos detrás de este cargamontón contra el exviceministro.

A la señora Marcela le diré que lamento que un título que quiere subrayar el argumento de todos los gobiernos y de la derecha sobre la minería, y que en el desarrollo del conenido es intensamente crítico a esa concepción, sea considerado una "provocación" contra los cajamarquinos. ¿No estaremos demasiado susceptibles?, ¿o estamos leyendo parcialmente?

Dije país minero para marcar que a los presidentes los convencen al saque de que el salario peruano es la minería que paga todos los gastos y esto los hace rendirse a sus exigencias. Pero también lo dije para remarcar que hay un país de los mineros ilegales que es cada vez más masivo y que el gobierno quería reprimir hasta que se vio obligado a tomar parte en su rescate. No veo dónde está lo inoportuno.

Marcela dijo...

Mis comentarios no van al contenido que efectivamente son muy críticos por eso advierto que el titulo no es oportuno. O en todo caso, mi "susceptibilidad" va con el título poco compatible con el contenido cada vez que este implica para muchos lectores apurados como yo uno de los primeros elementos que comunica y resume el contenido del mismo. Yo que le conozco a usted y a su familia por su lucha permanente por el respeto y la dignidad de los más invisibles no podría referirme como el provocador menos el despreciador de los indígenas. Disculpa si así se entiende ese párrafo que se refiere al título que al principio está bien señalado.

Marcela