domingo, diciembre 09, 2007

Contratos son contratos

Montesinos: ¿Y qué? ¿Y qué?, ¿cuál es el negocio?
AK: el peaje pues
VMT: ¿el peaje?, ¿y eso va a ser un peaje?
AK: Faucett es una vía rápida y las alternas, la vía rápida al medio
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Reunión salita del SIN
27 de enero del 2000

Cuando no le quedaba otra, la municipalidad del Callao decidió anular el contrato con la argentina CONVIAL que cobra el peaje por la vía de un kilómetro de la avenida Fauccett, colocada en el ingreso al Aeropuerto Jorge Chávez. Pero la concesionaria sigue cobrando como si nada, desatando la impaciencia de los transportistas y pobladores que ya han hecho dos bloqueos para exigir que se vaya la empresa.

Althaus, sin embargo, dice en tono filosófico que hay un contrato que debe respetarse que significa que CONVIAL puede cobrar por una vía que nunca va a terminar y que puede hacerlo aún después que la concesión quede sin efecto. Aunque no nos guste pagar por un abuso, no queda más remedio, porque contratos, son contratos.

Todos sabemos que el contrato para el peaje de la Faucett fue un complot de Kouri con Montesinos para sacarle provecho a la concesión del Aeropuerto. Y otro entre el entonces alcalde chalaco y CONVIAL para estafar a la población que requiere circular por esa zona. Pero el supuesto es que este es un contrato válido.

De acuerdo con la Constitución fujimorista, que Del Castillo acaba de reafirmar que no será modificada, los Contratos públicos se rigen por el principio de los acuerdos privados. Lo que quiere decir que no son revisables y si lo pactado perjudica al país, mala suerte. Formalmente el Estado representa a los intereses generales y a los de los usuarios concretos. El que esto escribe y los que lo leen no fuimos parte de la negociación, pero debemos hacer la ficción que fuimos representados por los gobernantes con capacidad de contratar.

Pero el caso es que al mismo tiempo se definió que el Estado debe ser un promotor de la inversión y que debe darle un trato equivalente a la inversión nacional y extranjera. Lo que plantea el dilema de si al conceder el servicio, hacemos primar las ventajas reclamadas por el capital o los derechos que deberían corresponderle al país y la gente que los utiliza. En esta frontera gris en la que el Estado aparece con una responsabilidad contradictoria, lo que pasa es que la corrupción puede entrar demasiado fácilmente. Es el caso de CONVIAL, pero puede serlo el de la carretera Pucusana-Ica, del Aeropuerto de Lima y de los de provincias, de la Telefónica, del las eléctricas, de Camisea y el petróleo, las revisiones técnicas de Lima, etc.

Todos estos son pésimos contratos, con tantas ventajas para el inversionista que resultan más que sospechosos de colusión entre los contratantes y representan abusos que no los pagan los que los contrataron sino el pueblo peruano. Pero contratos son contratos. El régimen de la yuca, que le llaman. Contra el que este gobierno y los periodistas que estuvieron con la dictadura y hoy van a la cola de García dicen que nada puede hacerse.

08.12.07
www.rwiener.blogspot.com

2 comentarios:

eldrope dijo...

Contratos son contratos.

Como si un contrato generado mediante coimas, corrupción y delito fuera valido.

Esos mismos imbéciles e inmorales que defienden esas barrabasadas son los mismos que apoyaron a Fujimori y a cualquier otro por el estilo.

Pero estamos en el país del "roba pero hace obra".

Que asco.

Unknown dijo...

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