Al señor Fuad Khoury lo nombraron en el decisivo cargo de Contralor de la República luego de un accidentado concurso público que debía haber dado garantías de solvencia profesional y personal de quién fuera designado, y que pasó por un primer nombramiento de una candidata que había mentido en su currículo y otro que cayó por inconsistencias en su documentación. Así Khoury salió casi por descarte, sin que nadie supiera cuáles eran sus méritos y menos sus deméritos que empezaron a sonar un poco después, como era su participación en la quiebra fraudulenta de Banco Nuevo Mundo, primero como contador-auditor que declaraba la fortaleza de la entidad financiera y luego como liquidador que afirmaba todo lo contrario.
Khoury se había presentado al concurso ante la desafortunada comisión Webb, con el único aval de su propia persona, a pesar que la convocatoria había insistido en que las organizaciones sociales, académicas y profesionales fueran las que hiciesen las propuestas. Alan García seguramente no lo tenía en su cabeza, pero finalmente encontró que el tipo no iba a hacerle problemas para su plan principal de retirada: la realización de una escalada de obras públicas sin controles para gastar lo más que se pudiera el fondo de reserva del Estado, que es lo ahora motiva una megacomisión del Congreso. ¿Y dónde estaba Khoury cuando pasó eso? Bien gracias, haciendo viajes o siguiendo la línea de su antecesor de investigar las municipalidades más alejadas para encontrar irregularidades de acuerdo al tamaño de las instituciones auditadas.
En enero del 2012, el señor Khoury declaró que este sería el año de la lucha anticorrupción. Lo decía a pesar que desde meses atrás él mismo estaba siendo acusado de haber violado la ley para beneficio propio al aumentarse la remuneración a más del doble (33,300 soles), rompiendo el esquema legal que impone que nadie debe ganar más que el presidente de la república y desconociendo la prohibición explícita del órgano rector de la Administración Pública (SERVIR) para no hacerlo. O sea era un luchador contra la corrupción que traía en sus espaldas un acto corrupto. Pero lo que ocurrió después es mucho mejor: la puntería del año anticorrupción se puso en el gobierno regional de Cajamarca que por casualidad era el que protagonizaba el principal conflicto social que ha tenido el actual gobierno, al que le llegaron todo tipo de auditores con la finalidad de empapelarlo y colocar al Contralor como un buen aliado del régimen.
Por lo demás toda la preocupación se mantuvo en los alcaldes distritales que parecen ser su blanco favorito. El punto es que ahora está en desarrollo una explosiva denuncia que ha rozado al vice contralor Oswaldo Yupanqui, hombre de muchos gobiernos (viene desde Fujimori) y que ha puesto especialmente eléctrico a don Fuad que quiere ahora meter presos y silenciar a todos los que han perjudicado la “imagen” de la Contraloría, cuando hay sospechas de que la extorsión producida en Arequipa (se oficia al alcalde de Vítor de que será auditado y una abogada lo busca a nombre de la Contraloría para pedirle un cupo por retirar el documento), se encuentra extendida en otros puntos del país y es una oscura práctica institucional.
Khoury quiere que la abogada aparezca como una estafadora que tomó el nombre de la Contraloría a partir de algunos contactos a su interior, pero en las grabaciones de la conversación aparece el nombre de su protegido Yupanqui. Otros alcaldes en varias partes del país estarían en camino de denunciar similares presiones. Por lo que el discreto Khoury va camino a perder la compostura y el gusto por el buen sueldo, y el año de la anticorrupción a tener irónicamente a la Contraloría como su protagonista principal.
11.12.10
www.rwiener.blogspot.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario