lunes, mayo 09, 2011

Fujimori armó un gobierno paralelo con el SIN

El 21 de julio de 1992, se dictó el decreto Ley 25635, que definió las nuevas funciones y la estructura del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). El golpe del 5 abril había sido realizado utilizando –entre otros pretextos-, la resistencia del Congreso a aprobar la fusión de los servicios de las Fuerzas Armadas y la Policía, en un único sistema bajo la dirección del SIN. Esto, se decía, era necesario para compartir la información y asegurar la jefatura suprema del presidente de la república en las decisiones que derivan de los análisis de inteligencia.

La inteligencia es producida para el presidente de la república en su calidad de presidente del Consejo de Defensa Nacional, en función a los criterios y políticas que se determine, y para los principales organismos del Sistema de Defensa Nacional”, decía el decreto en su tercer artículo. Una vez más la figura omnipresente de la presidencia servía para pasar un contrabando, que el SIN estaba controlado por Vladimiro Montesinos, que a la vez que trabajaba para Fujimori era el filtro de la información que debía llegar hasta Palacio.

El SIN extendido hacia los servicios los institutos armados y la policía, permitía que en un mismo movimiento el asesor presidencial se hiciera de un ejército de élite propio y tuviese una extraordinaria capacidad de infiltración sobre los organismos de seguridad y defensa, ya que sus subordinados seguían siendo parte de ellos. El asunto era aún más peliagudo porque los integrantes del “sistema de inteligencia”, eran mejor pagados que el resto, estaban cubiertos de acciones judiciales por actos deshonestos o abusos, y hacían sentir su poder entre sus compañeros. Esto creaba una demanda para sumarse a las huestes de inteligencia.

Pero el decreto iba más lejos: instituía la inteligencia en relaciones exteriores, educación y economía, y asociaba igualmente a sus integrantes al sistema nacional. Así la capacidad de infiltración y dominio de información clave llegaría a límites insospechados. De mera entidad asesora de la presidencia, que analizaba noticias e información de los sectores y la ordenaba para que el gobernante pudiera revisarla cada día, se pasó de pronto a un superpoderoso pulpo del espionaje que penetraba todos los espacios del Estado, sin que nadie supiera quiénes eran sus integrantes. La inteligencia convencional se definía en base a ciertas actividades: evaluación de coyuntura, apreciación de tendencias, presentación de opciones, formulación de recomendaciones. En cambio, la inteligencia fujimontesinista se basaba en campos de actividad sobre los cuales se planteaba su dominio: frontera, subversión, narcotráfico, partidos políticos, prensa, empresas, sindicatos, universidades, etc.

Un artículo advertía de las sanciones administrativas y penales que recaerían en la autoridad o institución pública que negara información requerida con fines de inteligencia e iba hasta el extremo cuando incluía en la obligación a los actores privados: empresas, instituciones y ciudadanos en general. Era el germen del totalitarismo que hacía depender todo el Estado y la sociedad de los servicios secretos que no rinden cuentas de sus actos. Finalmente, de una manera desapercibida se definía una inteligencia estratégica y otra operativa. ¿Cómo es que la “inteligencia” operaba? Habría que preguntarle a Santiago Martín Rivas y a “kerosene”, distinguidos integrantes de esta tipo de instancia con el nombre de “Grupo Colina”.

En el broche de oro del DL 25635, se colocó un reglamento de carácter secreto que se supone que se aprobó junto con la ley. Nadie conoció nunca este documento que se entiende hubiera permitido saber de dónde salieron acciones como las de La Cantuta y muchas otras en el resto del país, qué atribuciones le fueron atribuidas al jefe del SIN que le facilitaron a Montesinos el gigantesco poder que concentró por largos años, y que límites tenía, si tenía alguno. En el lenguaje de la época, el secreto se convirtió en la pasadera de cualquier cosa. “En ningún país la inteligencia rinde explicaciones por sus actos”, afirmaban los capitostes de la naranja queriendo justificar el mundo oscuro de Vladimiro. Y son ellos mismos nos quieren convencer que Alberto era buena gente y Montesinos el malo de la película.
Corrupción

“El Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) adoptará las medidas necesarias para asegurar la confidencialidad de sus tareas y de la documentación que procese y produzca, así como de aquellas requerida para garantizar la seguridad de su personal. Las instalaciones del SIN tiene la calidad de Zona Reservada”

… la partida presupuestal del SIN tiene la clasificación de secreta y solamente mediante decreto supremo se aprobará las transferencias presupuestarias a que hubiere lugar. Igual clasificación tiene el cuadro para la asignación de personal y el presupuesto analítico, en tanto que el plan de carrera y la escala remunerativa del personal son aprobados por decreto supremo con carácter de reservado”
.(Investigación del diario “El Comercio” 8 de agoto de 1997)

El país sabe que en el secreto del SIN se labraron los más increíbles delitos: acción de paramilitares, apropiación de empresas, venta de televisoras y diarios, compra de congresistas, corrupción de magistrados, acuerdos con extranjeros contra terceros, etc. Y todo eso usando las instalaciones como zona reservada para el crimen.

El país también conoce que Alberto Fujimori y sus hijos pasaban temporadas en el SIN al lado del tío Vlady, al que Kenji le hacía algunas de sus más pesadas bromas. También que nunca se supo cuáles eran los ingresos reales del asesor que una época decía estar ad honorem y otra como contratado con un modesto sueldo, pero se daba la gran vida y reclamó 15 millones de dólares como indemnización para largarse y Fujimori se los dio.

El carácter reservado de los fondos del SIN hizo posible que Montesinos le pagara a Raffo por sus trabajos por la campaña del chino en el 2000, o que los dueños de los canales recibieran para no aceptar contratos de publicidad con los partidos y otras tantas corruptelas. Pero, por lo que eso significó, se desconoce si parte de ese dinero está en el mercado político actual. En todo caso fue mucho, mucho dinero, que Montesinos usaba a discreción para una lucha política que tenía como fin mantener en el poder a Fujimori.

El SIN fue el corazón de la dictadura. Y por lo que estamos viendo en estos días, ese músculo vital del viejo régimen no ha dejado de latir.

08.05.11
www.rwiener.blogspot.com

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