lunes, mayo 09, 2011

El plan verde que se volvió anaranjado

"Evaluar los escenarios nacionales próximo-futuros para escoger el más adecuado y derrocar al gobierno civil, disolver los poderes Ejecutivo y Legislativo para que la Fuerza Armada institucionalmente asuma la conducción del Estado, con el fin de revertir la actual situación político-social-económica, cuyo deterioro amenaza destruir el sistema y las instituciones tutelares de la República" (Documento “Plan Verde” Octubre de 1989. Elaborado por equipo de trabajo del Ejército)

“Artículo 1º El Presidente Constitucional de la República, instituye transitoriamente el Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional, el mismo que se rije (sic) de acuerdo a los alcances del presente Decreto Ley. Los fundamentos que sustentan esta decisión se precisan en el Manifiesto a la Nación del 5 de abril de 1992, documento que forma parte de la presente norma”.(Decreto Ley N° 25418. Ley de Bases del Gobierno de Emergencia Nacional y Reconstrucción Nacional”)

Fueron militares los que evaluaron los escenarios nacionales próximo-futuros para derrocar al gobierno civil, en pleno primer gobierno de Alan García, al que consideraban, no sin razón, un profundo fracaso y una amenaza para la viabilidad del país. Para esa evaluación valoraron el significado del anterior gobierno militar (19968-1980) y el “error” de haber tomado una ruta “socialista” o socializante que nos había aislado de los capitales internacionales.

La alternativa era, inicialmente, hacer que la Fuerza Armada como institución asumiera la conducción del Estado disolviendo los poderes constituidos electoralmente. Este propósito lo llegó a conocer Vladimiro Montesinos cuando Fujimori ya era un presidente electo, lo que le sirvió para hacer de intermediario entre la voluntad militar y el poder político en ciernes. El 5 de abril de 1992, el presidente hasta ese día “constitucional”, suspendió el ejercicio de la Constitución, disolvió el Congreso, intervino el Poder Judicial, el Ministerio Público, la Contraloría, disolvió el Tribunal de Garantías y los gobiernos regionales, etc., es decir tomó todo el poder como lo había previsto los jefes del Ejército.

Ya hemos explicado que no había casualidad en la coincidencia de perspectivas. El alto mando ya había pactado institucionalmente que este golpe no sería como los anteriores, un golpe verde, con uniformados haciendo de presidentes y ministros, sino uno anaranjado, con el presidente elegido en las urnas trastocado a golpistas y con abogados, tecnócratas y empresarios sirviéndoles de ministros escogidos a dedo, con los militares sosteniendo las decisiones y el Servicio de Inteligencia observándolo y controlándolo todo, para que nadie se saliera del libreto. El decreto golpista no apuntaba, por cierto, a una coyuntura especialmente crítica o a una emergencia limitada, sino al logro de “una auténtica democracia que eleve sustancialmente los niveles de vida la población creando las condiciones para una mejor realización de la persona humana”

Y esa “auténtica democracia”, que es tan auténtica como lo que vimos en los años 90 y seguimos teniendo en la actualidad: ausencia de partidos; control del poder económico sobre los medios y de los medios sobre las personas; elecciones polarizadas; Congreso sin poderes; órganos de control mediatizados; etc., pasaba por un paquete de medidas que iban encabezadas por una meta central

"1. …modificación de la Constitución Política para que el nuevo instrumento resultante sirva de medio eficaz para el desarrollo” (Decreto Ley N° 25418. Ley de Bases del Gobierno de Emergencia Nacional y Reconstrucción Nacional”)

Pero como de lo que se trataba era de un golpe de Estado, mientras no hubiera la “constitución modificada” regiría el siguiente artículo:

“Artículo 8º Déjese en suspenso los artículos de la Constitución Política y las normas legales que se opongan al presente Decreto Ley” (Decreto Ley N° 25418. Ley de Bases del Gobierno de Emergencia Nacional y Reconstrucción Nacional”)

Así el Perú vivió largos meses en los que la Constitución y las leyes estuvieron en suspenso frente a la voluntad arrasadora del poder concentrado por Alberto Fujimori. Es decir la Constitución y la ley podrían valer para los demás, pero no para ellos. Y cada vez más los decretos leyes fueron construyendo un país distinto, donde muchos derechos desaparecieron y se recortaron, mientras se consolidaban brutales privilegios.

Diagnóstico verde

El documento militar de 1989, partía de la premisa que el modelo de la CEPAL y su esquema de sustitución de importaciones hicieron perder al Perú “su mejor oportunidad de integrarse a la dinámica económica mundial”, lo que lo lleva a establecer una comparación entre América Latina y Asia, donde los primeros erraron el tiro al mirar hacia dentro, y los segundos se expandieron hacia el mercado exterior atrayendo capital e inversiones. Obviaba ciertamente el esfuerzo de industrialización (con sustitución de importaciones) y de construcción de mercado propio, del tigres y dragones del Asia, que estableció una bases exportadora tecnológica y no de simple venta de materias primas y productos ligeros, pero sí ponderó la dura disciplina vertical de sus gobiernos que impulsaron economías de guerra internas para alcanzar sus objetivos, inscritas en el marco de la “guerra fría”.

Para el Perú, los verdes, definían un conjunto de males a corregir manu militari: hipertrofia estatal, por el sobredimensionamiento de la actividad empresarial pública; expansión de la burocracia y Estado demasiado caro; excesivo endeudamiento del exterior; mala aplicación del gasto militar; explosión demográfica; masificación de los sistemas de enseñanza y de la demanda de servicios públicos que no podía ser atendida; etc. Esta realidad se había agravado en los años 80, durante el gobierno de los partidos políticos (partidocracia), al acrecentarse la planilla fiscal. La administración aprista la calificaban como el momento del “colapso final del Estado”, reflejado en hiperinflación, fuga de capitales, recesión, desorden, violencia, etc.

¿Y quién podría salvarnos? Lo que más llama la atención es que no se hable del sentido mesiánico militar que estaba en los actores de la década del 70 y también en sus pares sudamericanos de la época, con los que tenían profundas divergencias pero con los que compartían una fuerte subestimación por el factor civil. En el documento de 1989, se menciona la “mentalidad eficiente”, como la clave de la ruptura con el pasado, a la que asocia al discurso empresarial: “el beneficio o pérdida… estimula o castiga directamente a los interesados y gestores” . Lo que se opondría al intervencionismo estatal que “distorsiona la mentalidad de los recursos empleados al ser estos mal utilizados y anula su competitividad, desanima a los agentes productivos que saben conscientemente o intuyen que sobre ellos va a apoyarse esta carga injusta y desproporcionada” (citas del Documento “Plan Verde” Octubre de 1989. Elaborado por equipo de trabajo del Ejército)

Este es, como todos sabemos, la nueva filosofía de los 90, que generaría el triángulo militar-tecnocrático-empresarial que ahora amenaza con regresar. Fujimori fue un accidente de la historia que facilitó el proceso hacia la cristalización de este sistema. En cierto sentido fue el personaje ideal: sin partido, sin ideología, con un poder regalado que tenía miedo de perder, con millones de ilusiones populares tras suyo, desconfiado hasta la médula y dispuesto al rudo lenguaje del poder, ayudado por el servicio de inteligencia de Alan García para ganarle a Vargas Llosa que se convertiría en su propio instrumento gracias a Montesinos. ¿Qué más se podía pedir?

Coincidencias

Entre el Plan Verde y el fujimorismo hay notables convergencias:

- La relativización de la territorialidad y la propiedad como centros del concepto de soberanía, que terminan sustituidos por el de presencia internacional y aliados globales. Este punto tiene mucho que ver con los nuevos tratados de límites que se establecieron a partir de los 80, la aproximación con Chile bajo criterios pragmáticos, los acuerdos de libre comercio con grandes centros económicos y la perdida de importancia del grupo andino y las alianzas regionales, etc.

- La atracción de capital internacional para acrecentar el poder económico del país (mirada totalmente opuesta a la de los 70), con el criterio de que el país que logre mayores inversiones entrará mejor parado al siglo XXI.

- “La necesidad de la reestructuración del Estado... y de que la reducción del aparato burocrático sea el máximo posible, lo mismo que la transferencia de las empresas publicas al sector privado nacional o vía conversión de deuda"

- “Acabar con hiperinflación rápidamente será el éxito político de corto plazo más importante”

- La contención del crecimiento demográfico “que ha alcanzado proporciones de epidemia”, a lo que añade: “De nada servirá derrotar a la subversión si seguimos incrementando en 50 mil personas anuales la demanda de alimentos, educación, servicios, empleos, vivienda, agua, energía".

- "Dado que la calidad de la formación de la enseñanza media es sumamente baja, el Estado debe prestar atención preferente solo a aquellos recursos humanos que muestren alto nivel de preparación. El ingreso a primer y tercer año de media deben ser filtros poderosos, los que no superen estos filtros o resulten desaprobados, deberán tratar de completar su educación en el ámbito privado. Lo contrario seria malgastar los escasos recursos en quienes no tienen aptitudes".

- "Hay que discriminar el excedente poblacional y los sectores nocivos de la población. Consideramos a los subversivos y a sus familiares directos, a los agitadores profesionales, a los elementos delincuenciales y a los traficantes de pasta básica de cocaína como excedente poblacional nocivo... Para estos sectores, dado su carácter de incorregibles y la carencia de recursos..., solo queda su exterminio total”
- La hoja de coca es el más importante recurso para las negociaciones con Estados Unidos…

Pregúntese ahora sobre si esta propuesta tiene que ver con las políticas que se aplicaron bajo el gobierno fujimorista, como se ve en la política exterior, el fujishock, la política de inversiones, las privatizaciones, la renegociación de la deuda, los despidos masivos de trabajadores públicos, las esterilizaciones forzadas, el Grupo Colina, los programas de coca por comercio, etc.

Pero la segunda pregunta es la más inquietante: ¿están agotados estos objetivos en el Perú, o por qué creen ustedes que están postulando los del partido naranja en estas elecciones con un plan de gobierno que dicen que se basa en la Constitución de 1993?

De la respuesta que demos a este asunto depende el futuro de muchas personas.

08.05.11
www.rwiener.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

bien detallado