viernes, diciembre 12, 2008

García no sabe cómo se vivirá la crisis en el Perú

Dicen que la economía es el arte de hacerle difícil a los demás entender el porqué de las decisiones, y pasarlas con el argumento de que eso es lo que recomiendan los especialistas.

Apenas declarada la crisis mundial, los fanáticos del mercado y de sacar al Estado de la economía, dijeron a viva voz: ahora sí, que el Estado venga, salve las empresas y meta dinero para que la recesión no nos trague a todos. Es decir pasábamos de un dogma a otro, aparentemente porque eso es lo que mandan los manuales, pero realmente porque esas son las maneras como existe el mundo de las grandes inversiones: succionando todo lo que puede a los Estados y a la sociedad en la fase expansiva, y encargando al poder público los grandes rescates cuando el modelo deja de funcionar.

En el mundo de hoy, los Estados están respondiendo por la pérdida de valor de los activos de las empresas y por la caída vertical de las inversiones que refleja que los capitales se han mermado brutalmente y que todos temen que la cosa se ponga peor. En buena cuenta están sustituyendo a lo que se manifiesta como un repliegue masivo y estructural (no meramente psicológico) de los privados, como soportes del crecimiento y el empleo. Keynes le salio al paso al dogma inconmovible de que el Estado no debe intervenir, que hizo tanto para prologar la crisis del 29, pero no lo hizo para fundar otra fórmula irreflexiva como aquella de que el Estado debe pagar las crisis; como ahora parecen entender los responsables de la economía mundial.

La primera crisis global de la historia, en la que todos los países desarrollados han entrado en insolvencia y recesión al mismo tiempo, tiene que tener un impacto severo sobre las economías periféricas. Esto no se ha querido admitir con el cuento de que estamos mejor preparados que los grandes, lo que ha hecho perder largos meses en la inacción salpicada de discursos de masaje moral (¡si se puede!) de nuestro querido presidente. En resumen no hay forma de evitar impactos como los siguientes:

a. Reducción del volumen y los precios de compra, de nuestras materias primas;
b. Achicamiento de los mercados exteriores para manufacturas y productos agrarios no tradicionales;
c. Caída en el número anual de turistas y en el gasto por este concepto;
d. Baja de las remesas de capital de residentes en el exterior;
e. Los flujos de inversión se transforman en desinversión: remesas de utilidades, retiros de capital, etc.;
f. Las inversiones programadas se difieren y van a cerrar negocios menos rentables;
g. El crédito bancario internacional y el de proveedores se irá restringiendo;
h. Los fondos de cooperación van a ser afectados;
i. Los factores de riesgo que evalúan países y empresas, serán revisados;
j. Las empresas extranjeras que están dentro del país, reflejarán la crisis de sus casas matrices;
k. La recaudación tributaria va a disminuir, igualmente el cobro de canon y regalías, lo que variará los fondos disponibles por el gobierno y las regiones a mediano y largo plazo;
l. El tipo de cambio va a tender hacia arriba, por presión de la pérdida de divisas;
m. La tasa de interés estará igualmente presionada a subir por mayor riesgo en los créditos;
n. El empleo exportador seguirá disminuyendo y otros sectores serán afectados;
o. Las bolsas seguirán a la baja y los niveles de rentabilidad de las AFP se mantendrán en descenso.

Se puede seguir. Pero la pregunta del millón es la de saber si el presidente García está consciente de esta perspectiva, y su plan anticrisis brinda la señal adecuada para que el país realmente se ponga pilas frente a lo que está pasando en el mundo.

Poner dinero no es un plan

Ya nos hemos referido a las contradicciones entre el García CADE-APEC y el del 8 de diciembre. Algunos de los empresarios que más lo aplaudieron en ambos eventos de hace apenas un mes, ahora dicen que está muy bien que el presidente haya empezado a reaccionar cuando todavía no es tarde. Hay los que dicen además que el plan no les parece suficiente, pero que de todos modos el presidente ha mostrado que escucha a los empresarios privados y que se podrán hacer correcciones más adelante.

Casi puede concluirse que lo que empezó como un presidente cargando a la fe para que sus feligreses empresariales no se le desmoralicen, está derivando otra vez en un gobernante que retrocede ante los empresarios asustados y les dice no se alarmen, voy a romper el chanchito que tenía guardado para que no se acabe la fiesta. ¿Es eso un plan anticrisis? La tesis de García que dice aquí hay 10 mil millones de soles, y tengo 3 mil millones de dólares en créditos y otros 7 mil por venir; voy a decretar la revolución tributaria para que en vez de pagar impuestos se encarguen de las obras; etc., pero les pido que ustedes también inviertan de la suya, con todo lo que han ganado en estos años, refleja hasta dónde se puede creer que el problema ante el que estamos es absolutamente voluntarista.

Si comparamos la propuesta con las realidades y amenazas resumidas más arriba se puede decir que la respuesta que se está buscando es la de meter dinero, favorecer a las empresas constructoras, generar empleo en la construcción y con eso estimular la demanda interna, y que la industria y la agricultura puedan vender a estos consumidores. Hasta ahí la idea es quemar reservas para inyectar liquidez y no se produzca una caída demasiado fuerte que paralice todo. Los límites de este esquema son por lo menos tres: (1) que va a durar el tiempo que se requiera para consumir los fondos contingentes que ha reservado el Estado, los créditos y otros recursos utilizables; (2) que va a tener cada vez más dificultades para compensar la pérdida de empleos agroexportadores, industriales, mineros, pesqueros, servicios, con puro trabajo de construcción; (3) que deja sin solución el proceso de deterioro del balance externo (pérdida de divisas), que puede hacerse muy serio de aquí a medio año.

Hacer proyectos de cualquier cosa, para dar chamba es algo que ensayó García con su recordado PAIT en los 80, y es un típico instrumento anticrisis, es decir para el momento en que muchísima gente no tiene en qué ocuparse y se enrola en empleos temporales para arreglar el día. ¿Es eso lo que se está pensando? Por lo menos en Estados Unidos ya están en esa situación, y es a eso que apunta el borrador del Plan Obama que ya habla de un “new deal” norteamericano. En el Perú, en cambio, hay algunas cuestiones que anteceden a lanzar un salvavidas de este tipo para futuros desempleados, y son saber si se va a defender los puestos existentes, por ejemplo protegiendo el mercado interno de las importaciones más agresivas, cambiando de productos terrenos agrícola dedicados a exportaciones, generando valor agregado a recursos naturales, insistiendo en pesca para consumo humano, etc. ¿Eso no es parte del plan anticrisis?

Un punto final: ¿cree realmente el señor García que los inversionistas toman sus decisiones porque los arenga el presidente, porque les cae simpático en una conversación o porque comprenden que deben mojarse en la crisis?, ¿pondrán dinero en cobre, lo que saben que está cayendo la demanda de este producto para los próximos años?, ¿lo harán los que no tienen a quién vender sus espárragos? ¿Por qué no ensaya una asociación público-privada para invertir en alimentación, educación, salud y otras prioridades sociales que estaban descuidadas, buscando que al final del período el Perú haya ganado en forjar una sociedad más integrada y solidaria?

TLC: Toda La Crisis

Nos hemos pasado casi una década acariciando ese dichoso día en que entraremos a codearnos con los grandes a través de este nuevo pasaporte económico que lleva el nombre de TLC. Estados Unidos, Europa, Canadá, Chile, Singapur, China, etc., se van a abrir a nuestras mercaderías y nos van a dar tanto trabajo que ya no van a alcanzar peruanos para realizarlo. Por lo menos esas eran las noticias hasta hace un mes, y estamos en vísperas de 2009, donde debe entrar en vigencia el más importante de todos los TLC, el que firmamos con Estados Unidos.

Pero de lo que estamos discutiendo en estos días es de la crisis, de los mercados que se cierran en el mundo, de los precios de nuestros productos que se van a la baja, del peligro que nos quiten el mercado interno. ¿No decían que eso no podía pasar? El hecho es que está pasando. Y el presidente afirma que van a ser muy rigurosos para controlar los productos que ingresen con precios artificialmente bajos. ¿Pero eso no es lo que ha venido pasando con los productos chinos e igual hemos ido al TLC con ese país, cuando la crisis estaba declarada en el mundo?

El presidente insiste en que el Estado va a sacar cara por los micros y pequeños empresarios comprándoles sus productos. Pero eso estaba directamente excluido por compromiso en los TLC y se reflejó en los decretos legislativos que modifican el sistema de compras públicas, en los que se dejan de lado cualquier orientación en la preferencia del proveedor y se tiende a compras de volumen que son imposibles de satisfacer con pequeñas unidades.

También cualquier subsidio directo o indirecto a exportadores no tradicionales, sea a través de recursos de crédito, exoneraciones tributarias y otros. Nos hemos amarrado las manos para aplicar políticas económicas de manera autónoma y tendremos que hacer pasar nuestras decisiones a consulta con nuestros socios. Esto va a ser un punto de fricción en los meses que vienen. Por supuesto el mundo está cambiando y ya no es el mismo al que quisieron integrarse Fujimori, Toledo y García.

10.12.08
www.rwiener.blogspot.com

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