viernes, enero 30, 2015

Yo tenía un amigo

Por lo menos la última vez que hablé con él en el año 2012, después de la operación que me extrajo el riñón izquierdo, insistió varias veces que estaba ante mí, soplándose mis críticas, para decirme que si necesitaba algo de él, me ayudaría con todo gusto.

No le pedí nada y agradecí lo mejor que pude que el presidente me visitara en el Hospital y se interesara en mi salud. Tampoco reclamé algo cuando ganó las elecciones y me puso  de lado, como si no fuera parte de esa victoria.

Pero, según supe esa noche, el presidente seguía considerándome su amigo, más allá de las vicisitudes políticas.  No sé a cuantos más de los que lo acompañamos en los años difíciles, y que quedaron finalmente fuera, los consideró que seguían siendo amigos.

Ha pasado el tiempo  estoy en otro trance médico grave, pero no me extraña que esta vez que el presidente se haya mantenido distante dado la profundidad de la crisis del gobierno.  Lo que me llama la atención es que este que fuera mi amigo, se mantenga impasible ante el drama de mi hermano y su compañera, a los que Migraciones quiere separar  por sus propios errores administrativos, expulsando a mi cuñada a Colombia, dejando en Lima a su hija y esposo.

Mi amigo debe saber que eso está pasando, porque la prensa lo ha tratado ampliamente. Ahora es un problema a la vista, que se suma a una cantidad de casos en los que esposos, esposas, hijos, se ven zarandeados por una burocracia insensible que parece haberse puesto metas de expulsiones, en vez que de regularizaciones.

El que era mi amigo no hace nada ante la prepotencia de sus subordinados. Y el comandante se para en firmes como ante la ley Pulpín, sólo para decir que aplica normas ciegas interpretadas a lo burro por funcionarios intermedios. Así que el amigo, está a punto de traicionarme ya no en lo ideológico sino en  lo personal, por incapacidad de ejercer una justicia migratoria recta.

Si el caso de Inés Agressot y otros fueran revisados por un equipo jurídico del gobierno, los malosos de Migraciones quedarían en ridículo. Pero el presidente prefiere que haya familias y personas, sobre toso niños, que sufren, antes que mostrar “debilidad”, cuando esto es lo más obvia de su gobierno.

Quizás ya no es tiempo de amigos, entonces apelo a la justicia y a la protección familiar. Nunca creí que la pareja que quiso enseñarnos como actúan esposos y esposas en una gestión moderna, se fuera a convertir en indiferente ante el abuso migratorio. ¿Y todo por qué? Porque el ministro Urresti ha alterado los objetivos del ministerio a su cargo y cree que una señora colombiana o un profesional argentino son un peligro si fundan una familia en este país.

30.01.15

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada de "anónimo", soy Ambrosio

He acompañado a varios extranjeros al departamento de Migraciones del Perú para gestiones, por supuesto para que amplíen su permanencia en nuestro país. Puedo atestiguar que Migraciones del Perú es la síntesis de lo malo de la burocracia de de nuestro país.

Es prepotente, corrupta, arbitraria; funcionarios cansados ven casos en los que actúan como jueces: con los extranjeros los peruanos ignoran el estado de derecho.

Mira Raúl. En Estados Unidos, un país que tú detestas, el caso de doña Inés María Agresott Gonzales sería resuelto por un Juez de Migraciones. Y, si la señora tiene familia peruana, su permanecía en el país sería obvia. Ya es hora que dejen de decir idioteces de Estados Unidos: el país favorito para inmigrar de nuestros compatriotas.

¿Qué pasó con el "libre transito de fronteras" entre países de la Comunidad Andina de naciones?

Anónimo dijo...

Con amigos así para que hubiese tenido enemigos, a joder.