Por lo menos la última vez que hablé con él en el año 2012,
después de la operación que me extrajo el riñón izquierdo, insistió varias
veces que estaba ante mí, soplándose mis críticas, para decirme que si
necesitaba algo de él, me ayudaría con todo gusto.
No le pedí nada y agradecí lo mejor que pude que el
presidente me visitara en el Hospital y se interesara en mi salud. Tampoco
reclamé algo cuando ganó las elecciones y me puso de lado, como si no fuera parte de esa
victoria.
Pero, según supe esa noche, el presidente seguía
considerándome su amigo, más allá de las vicisitudes políticas. No sé a cuantos más de los que lo acompañamos
en los años difíciles, y que quedaron finalmente fuera, los consideró que
seguían siendo amigos.
Ha pasado el tiempo
estoy en otro trance médico grave, pero no me extraña que esta vez que
el presidente se haya mantenido distante dado la profundidad de la crisis del
gobierno. Lo que me llama la atención es
que este que fuera mi amigo, se mantenga impasible ante el drama de mi hermano
y su compañera, a los que Migraciones quiere separar por sus propios errores administrativos,
expulsando a mi cuñada a Colombia, dejando en Lima a su hija y esposo.
Mi amigo debe saber que eso está pasando, porque la prensa
lo ha tratado ampliamente. Ahora es un problema a la vista, que se suma a una
cantidad de casos en los que esposos, esposas, hijos, se ven zarandeados por
una burocracia insensible que parece haberse puesto metas de expulsiones, en
vez que de regularizaciones.
El que era mi amigo no hace nada ante la prepotencia de sus
subordinados. Y el comandante se para en firmes como ante la ley Pulpín, sólo
para decir que aplica normas ciegas interpretadas a lo burro por funcionarios
intermedios. Así que el amigo, está a punto de traicionarme ya no en lo ideológico
sino en lo personal, por incapacidad de ejercer
una justicia migratoria recta.
Si el caso de Inés Agressot y otros fueran revisados por un
equipo jurídico del gobierno, los malosos de Migraciones quedarían en ridículo.
Pero el presidente prefiere que haya familias y personas, sobre toso niños, que
sufren, antes que mostrar “debilidad”, cuando esto es lo más obvia de su gobierno.
Quizás ya no es tiempo de amigos, entonces apelo a la
justicia y a la protección familiar. Nunca creí que la pareja que quiso
enseñarnos como actúan esposos y esposas en una gestión moderna, se fuera a
convertir en indiferente ante el abuso migratorio. ¿Y todo por qué? Porque el
ministro Urresti ha alterado los objetivos del ministerio a su cargo y cree que
una señora colombiana o un profesional argentino son un peligro si fundan una
familia en este país.
30.01.15
2 comentarios:
Nada de "anónimo", soy Ambrosio
He acompañado a varios extranjeros al departamento de Migraciones del Perú para gestiones, por supuesto para que amplíen su permanencia en nuestro país. Puedo atestiguar que Migraciones del Perú es la síntesis de lo malo de la burocracia de de nuestro país.
Es prepotente, corrupta, arbitraria; funcionarios cansados ven casos en los que actúan como jueces: con los extranjeros los peruanos ignoran el estado de derecho.
Mira Raúl. En Estados Unidos, un país que tú detestas, el caso de doña Inés María Agresott Gonzales sería resuelto por un Juez de Migraciones. Y, si la señora tiene familia peruana, su permanecía en el país sería obvia. Ya es hora que dejen de decir idioteces de Estados Unidos: el país favorito para inmigrar de nuestros compatriotas.
¿Qué pasó con el "libre transito de fronteras" entre países de la Comunidad Andina de naciones?
Con amigos así para que hubiese tenido enemigos, a joder.
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