lunes, enero 19, 2015

A ley Pulpín no la salva nadie

Corren las apuestas para saber finalmente  lo que Humala y su gobierno se han propuesto hacer con la “ley Pulpín”. Para algunos lo que ocurrió el jueves en la cuarta marcha, enfrentada con fiereza, ya dio la respuesta y lo que va a pasar es que el oficialismo va a ir a la votación y a mantener la medida hasta donde pueda, por esa suma entre maniobras y presión sobre algunos, que se ha usado para ganar precariamente las últimas votaciones congresales.

Hay dos problemas sin embargo, que no tienen salida: que es casi imposible reunir los votos para ganar, ahora que nadie en la oposición quiere enemistarse con los jóvenes; y porque tampoco el régimen va a sacar algo a su favor, salvo por la clara opción proempresarial asumida. 

Así  que después de batirse cuatro horas en las calles por la “ley Pulpín”, el asunto puede quedar donde está y Humala-Segura dirán que hay que revisar la norma para mejorar el consenso, mientras el APRA y el fujimorismo quedan como oportunistas de circunstancia.

Al gobierno le interesa señalar que la cosa de los jóvenes es de todos modos secundaria y más tiene que ver con la reforma laboral que no llegará este año  por falta de correlación de fuerzas.

Es casi, casi, como si estuviera disputándose el papel de cabeza estratégica del neoliberalismo. No creo que la Confiep, la SNI, la tecnocracia y los partidos (menos que nadie) arriesguen la cabeza a un fracaso que ya no tiene cómo enmendarse.

El 28 de enero es posible que se busque una fórmula de transacción para que la derrota no sea total. Pero creo que hay muy pocas posibilidades de salvar la cara en circunstancias como estas.

La propaganda que enfatiza que la mayor parte de los jóvenes que tienen ocupación laboral no cuentan con derechos, y que mejor son poquitos derechos por mayor empleo, que soñar con lo contrario, ha fallado por la médula, haciendo evidente que el peso de la ideología imperante no es tan absoluto como se pensaba.

En realidad la derrota de la “ley Pulpín””, es la del crudo pragmatismo, que sugiere que la tendencia del largo plazo es a ceder, sea como sea.
Ante la idea: ¿de qué te sirven los derechos si no los tienes?, la respuesta ha sido tan dura como el enfrentamiento del jueves por la noche: los derechos son conquistas que elevan nuestro nivel civilizatorio; no aceptamos que nos restrinjan la libertad de desplazamiento porque no tenemos el dinero para viajar; ni que nos quiten las vacaciones para que los capitalistas se animen a invertir.

No somos esclavos modernos. Esto nomás ha cambiado los términos del debate en el Perú. Pulpín nos está transformando.

18.01.15

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