Y todo indica que
la orden ya ha sido dada y que al
sufrido capitán Mimbela le pasan su caso hasta abril del próximo año, a merced
de una sala chalaca que será recompuesta de acuerdo a la rotación de cargos que
se produce de un ejercicio a otra. La historia, que hace poco declaré
emblemática, sobre los extremos a los que puede llegar la (in)justicia peruana
cuando los ciudadanos comunes y corrientes, se confrontan los grandes intereses
económicos que curiosamente suelen ser amparados por algunos jueces bien
conocidos.
De las cuatro veces en que han sido anuladas las
resoluciones de primera instancia por la sala superior, lo que ha ocurrido es
que se siguió la regla de que unos meses
después, pero dentro del mismo año, fallaba la Corte, invariablemente en contra
del capitán que pugna por sus derechos. En esta quinta apelación, el relator
Pedro Dulanto, de la Primera Sala Civil, ha sido el encargado de revolver los
papeles para demorar el caso y de obviar el carácter sumario de estos procesos,
que sólo consisten en ordenar el pago, ya sancionado por la Suprema.
Esta semana además la vocal de la Primera Sala, Madeleine
Idelfonso agregó otro despropósito al insistir en voz alta, durante la
audiencia, que el caso todavía no le había sido entregado y que cuando lo
tuviera iría a la cola. Hace unos meses la doctora Idelfonso ha sido mencionada
por la prensa por supuestos vínculos con el grupo Orellana. Lo cierto es que
ella votó para reconocer una deuda con una Cooperativa del grupo estafador y
cuando debió defenderse de la denuncia del afectado, arguyó que el denunciante
no actuó en los plazos indicados.
En fin, eso tendrá
que aclararse donde corresponde, pero la Dra. Idelfonso que es tercer vocal de
la Sala, ya mostró las garras, confirmando que es la persona a la que esta vez
le toca seguir enredando el caso y consagrando un estado de injusticia que no
parece tener fin. El principio básico de una recta administración de Justicia,
parte de la total neutralidad del juzgador respecto a las partes, y el apego
claro a la ley, no sólo en su texto sino en el sentido más profundo de las
decisiones. El capitán Mimbela ganó en la instancia final a Hayduck en el año
2007 (nueve años después), pero para que cumpla con sus obligaciones tuvo que
hacer una enorme vuelta por la Suprema, que terminó aparentemente en forma
definitiva el 2011.
Pero no acabó, porque hay autoridades judiciales que parecen
estar castigando la osadía de enfrentarse a la gran pesquera, castigando a la víctima,
que además sufre de diabetes avanzada (como se sabe en la Corte del
Callao), que le hace más y más duro
ocuparse de un problema, donde nadie
discute su razón. Pero no le pagan.
29.12.14
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